POSADAS. (Por Rocío Gómez) Pese a la información que hay. Pese a lo que se enseña. Pese a lo que pasa. Pese a todo, son muchas las mujeres que aún creen que violencia es solamente una golpiza. Que revisar el teléfono es común, que el control de la ropa y de lo que se pone es natural, que la constante desvalorización con frases, palabras e insultos son no más que un momento de enojo que, incluso, tienen su justificación. Pero no. Estos hechos, por más mínimos que parezcan, son el cimiento de los golpes, esos que se denuncian y que por lo general, se comienzan a cultivar en el noviazgo.Pese a todo esto, son muy pocas las adolescentes que llaman a las líneas disponibles de ayuda para denunciar o simplemente buscar asesoramiento cuando reconocen actitudes violentas. “Durante la juventud, la chica adolescente no suele contar estas situaciones y es en ese momento cuando comienza la naturalización de la violencia sin que ésta se vea expuesta”, aseguró a PRIMERA EDICIÓN la licenciada en psicología Virginia Giaccopuzzi, integrante del equipo de la línea 137 de Atención de Víctimas de Violencia Doméstica. “Sin embargo, sí se desarrolla, porque la violencia es un proceso lento y progresivo que no arranca con un golpe si no que hay una manipulación previa, una sugestión, una dependencia, una violencia psicológica y emocional que muchas veces es perceptible por el común de la gente, pero las jóvenes no vislumbran rápidamente que están en una situación de violencia”, señaló Giaccopuzzi y agregó “todas las mujeres que nos llaman, o en su amplia mayoría, tienen conflictos en su pareja de 30 o 40 años pero más que seguro que en su período de noviazgo esa pareja agresiva, ya lo era. Durante la adolescencia existe una cuestión de autonomía e independencia, de resguardar la privacidad entonces no cuentan mucho lo que les pasa y así, se naturaliza, porque al taparse, se permite”.En la Línea 137 trabajan psicólogos y trabajadores sociales las 24 horas del día, los siete días de la semana, los 365 días del año. Está disponible desde octubre de 2013 y en su primer año de funcionamiento atendió nueve mil llamadas, de las cuales 4.750 fueron por violencia familiar. “A la línea llaman casos de urgencia y emergencia, de emergencia es cuando hay riesgo de vida. Cuando se comunican son atendidas por alguien del grupo de profesionales, se realiza la contención y se evalúa si se trata de una urgencia o una emergencia. Además, hay un equipo que trabaja con las comisarías porque de acuerdo a la zona donde ocurre la situación, vamos al lugar para trabajar y hacer la contención a la víctima”, explicó la licenciada en psicología y parte del equipo, Valeria Bongers.“Las mujeres que llaman lo hacen ya en una situación de urgencia o emergencia, no una adolescente que identifica que su novio tiene rasgos violentos hacia ella, si no cuando ya sucedió el hecho, ya sea físico, verbal o psicológico”, indicó Bongers. “Ojalá que empiecen a llamar las jóvenes y empiecen a vislumbrar que esto no está bueno”, agregó Giaccopuzzi.Hombres, casi nadaLa violencia tiene varias aristas, múltiples perpetradores e infinitos destinatarios. Entre ellos, el mayor grupo de riesgo está compuesto por mujeres. “En la línea 137 hablamos de violencia en general, porque no siempre la violencia es por parte del hombre, puede ser familiar, por ejemplo de madre a hija, de nieta a abuela, etcétera”, rescataron las profesionales de la línea 137. “Hay muchas mujeres que llaman por sus hijas, porque la joven víctima de por sí no suele llamar”. El 95% de las llamadas son realizadas por mujeres, dentro del 5% restante llegan llamadas relacionadas a violencia familiar y entre ellas, una de esas es de un hombre. “Al haber un porcentaje tan alto de mujeres que llaman, la línea está orientada en contener a la víctima que en este caso son las mujeres”. Dentro de ese grupo se encuentran mujeres en un rango de 18 hasta 70 años. “Si un hombre llama o se acerca a manifestar que vive una situación de violencia, también se lo orienta, se interviene, siempre se hace una investigación de la situación”, indicaron las integrantes de la línea 137. Con la violencia consumada“La violencia en el noviazgo ocurre mucho más de lo que se cree y no distingue estatus social, condición económica, cultura, religión o creencias”, aseguró la licenciada en psicología y docente, Laura Mingo. “Tampoco está asociada únicamente al consumo de alcohol, drogas o a trastornos psiquiátricos. La violencia implica varios aspectos. No sólo los indicadores físicos y los golpes son signos de agresión; siempre hay otros factores previos y quizás más sutiles, asociados en su mayoría a la violencia psicológica a través de humillaciones, insultos, denigraciones, entre otras cosas”, indicó la profesional.Socialmente se entiende a la violencia doméstica como algo que ocurre dentro del ámbito familiar, entre padres e hijos, o dentro de la vida conyugal, pero, ¿el matrimonio vuelve a alguien violento? “Es frecuente que frente a casos de violencia familiar encontremos indicios de la misma ya desde el noviazgo; con la diferencia que el enamoramiento propio de ese momento puede hacer que los mismos se nieguen o simplemente no se perciban a nivel consciente, porque se consideran normal los celos excesivos, las llamadas a cualquier hora y en cualquier momento, entre otros factores a los cuales también se suman las costumbres machistas aún presentes en nuestra sociedad. En ocasiones, las conductas violentas en las relaciones de parejas no son percibidas como tal, ni por la víctima ni por el agresor, porque se suele confundir maltrato y ofensas con amor e interés por la pareja”, advirtió Mingo.En un noviazgo violento, “los indicadores (ver cuadro) son tan frecuentes y realizados con tanta sutileza y manipulación por parte del agresor, que en ocasiones cuesta que las víctimas se den cuenta de ello, y simplemente irán cortando sus vínculos y relaciones sociales, modificarán su forma de vestir y de comportarse, dejarán de frecuentar determinados lugares, con tal de ‘no generar peleas’. Incluso pueden decir frases en un intento de justificar o negar lo que sucede, como ‘sólo estamos jugando’, ‘me cela porque me quiere’, ‘me dice cómo vestirme porque se preocupa por mí’, ‘me vigila todo el tiempo porque no quiere que me pase nada’ o ‘me golpeó porque yo
lo provoqué’”, indicó la profesional, quien además trabaja con jóvenes en edad escolar. “Son los adolescentes quienes por su necesidad de aprobación e inseguridades propias de la edad, se encuentran con mayor riesgo a sufrir violencia en el noviazgo”. Mingo indicó que la atención de los padres en momentos como estos es vital. “También es importante que los padres estén atentos a los comportamientos de su hija durante su relación de pareja, observar si tiene cambios de actitud o si presenta lesiones físicas o moretones y se excusa diciendo que ‘se lastimó’, ‘se golpeó sin querer’, entre otras”, aseguró.¿Qué hacer frente a un noviazgo violento?Mingo considera que “el primer paso es identificar y aceptar que se está en una relación con rasgos de violencia”. La identificación quizás sea por alguien externo a la pareja como amigos, padres o familiares, “quienes primero deben establecer un lazo de confianza con la víctima que permita dialogar con la misma. En este momento es importante dejar de lado los prejuicios, reproches y cuestionamientos. A su vez, se debe pedir ayuda a un profesional de la salud mental, que pueda contener a la víctima y asesorarla sobre cómo continuar con su vida de una manera saludable”, agregó. La mujer que sufre alguna situación de violencia puede comunicarse con la línea 137 o la 102. Además, puede contactar a la Comisaría de la Mujer o a la dependencia policial más cercana. Para finalizar, Mingo consideró “importante remarcar que cuando existe un interés y cariño sincero siempre se buscará el bien de la otra persona. El respeto y la confianza son valores que deben estar presentes en todas las relaciones de pareja. Si tu pareja te humilla, te pega, te desvaloriza, te controla o te grita… eso no es amor, es violencia”. “Las víctimas contra las violencias”Ese es el nombre del programa que lleva adelante la Línea 137. “Ese nombre tiene una razón de ser, porque nuestro objetivo es que esa mujer que ha sido víctima tome un posicionamiento activo frente a la situación y decida”, explicó María José Arrúa, licenciada en psicología y parte del equipo de la línea. “Nuestro mayor objetivo es que, en la contención, logremos que ella tenga toda la información necesaria para ver la situación que vive como un delito que es lo que es. Que sepa que tiene derechos, porque la gran mayoría no sabe, etcétera. Tienen que pararse contra la violencia, entenderla como un delito y desde ese posicionamiento, saber que van a poder salir de ahí”, manifestaron las profesionales. Indicadores de violencia- En público te llama de forma que te disgusta, poniéndote apodos humillantes.- Controla tus actividades, horarios, con quién salís, revisa tu celular.- Quiere contraseñas de las redes sociales, invadiendo así aspectos de tu intimidad.- Controla permanentemente tu forma de vestir y de maquillarte.- Controla tu comportamiento, criticándote todo el tiempo.- Controla las relaciones con amigos y familiares.- Busca aislarte poco a poco de tus seres queridos, argumentando que son “malas influencias”.- Se burla o habla groseramente hacia las mujeres en general.- Te hace sentir culpable o te descalifica con comentarios inapropiados del tipo: “no servís para nada”, “otra seguro lo haría mejor que vos”.- En ocasiones te ha amenazado con dejarte o pegarte; te dio empujones o cachetazos leves. – Te insulta.- Ha intentado forzarte a tener relaciones sexuales.- Cuando tu pareja reacciona de forma exagerada a situaciones de celos, chantajes, o situaciones de la vida cotidiana.- Ha destruido alguna posesión tuya (cartas, regalos, celulares).





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