OBERÁ. La pequeña Rocío Martínez (10) vive junto a su hermana Paula Arguilar (22) en una precaria casita de madera. La mamá de ambas falleció y entonces Paula se hizo cargo como pudo de su hermana y además de sus dos hijitas de cuatro y ocho años. Rocío padece discapacidad severa, retraso madurativo y epilepsia. No camina y tiene total dependencia de Paula para poder asearse, comer y trasladarse a la escuela especial. Sin agua potable, con apenas algunos alimentos que logra comprar con el magro salario de su marido tarefero (alrededor de 1.500 pesos por mes) así subsisten día a día. Lógicamente no les alcanza para poder comprar la medicación que necesita Rocío.De los cinco remedios diferentes que debe tomar varias veces al día, los más importantes son los indicados para evitar las convulsiones. Cuestan alrededor de 900 pesos y no siempre pueden comprarlos. Además en la farmacia del hospital a veces no hay en stock, entonces la niña queda sin medicación y sufre las convulsiones.Es por ello que Paula comenzó a tramitar la pensión por discapacidad para su hermana, para poder lograr algún medio que le permita comprar los medicamentos que requiere. Hace cinco años su madre había iniciado la gestión pero “ahora me dijeron que extraviaron la carpeta y por eso tengo que iniciar todo de nuevo” contó la joven a PRIMERA EDICIÓN.Traslados dificultososRocío pasa los días en su cama y cuando su hermana necesita trasladarla debe hacerlo llevándola alzada, lo que no resulta sencillo ya que pesa alrededor de 25 kilos.Dos veces por semana una camioneta de la Municipalidad busca a Rocío para llevarla a la escuela especial que queda a unas pocas cuadras. El resto de los días, su hermana la lleva en su silla que no es adecuada para el terreno porque es puro barro y piedras. Por la tarde, lleva a sus hijitas a la escuela (nivel inicial) y debe llevar a su hermana a upa porque no puede dejarla sola en la casa. Lazos solidariosDos meses atrás, por medio de una radio local, Zulma y su marido, quienes residen en inmediaciones del Parque de las Naciones, conocieron el caso de Paula que entonces solicitaba un cochecito o silla de ruedas para trasladar a su hermana. De inmediato se contactaron con ella y Zulma personalmente fue a visitarla en su casa, donde conoció de cerca las condiciones habitacionales en que viven. “Queremos lograr alguna cosa mínima aunque sea, que se le pueda garantizar todos los medicamentos a Rocío y los pañales que son costosos. Y que pueda tener su silla de ruedas especial que sea apta para transitar esos caminos tan feos”, indicó Zulma a PRIMERA EDICIÓN, destacando la preocupación y fortaleza de Paula quien atiende a su hermana y a sus hijitas con afecto intentando que no les falte nada. PrecariedadLa casa en la que vive Paula, sus hijitas y su hermana Rocío es muy precaria, es de madera con una sola habitación dividida apenas por un ropero que le donaron a la familia. Fue construida hace un tiempo para reemplazar a la anterior, que estaba más cerca del arroyo y en una inundación quedó destruida, junto con todas las pocas cosas que esta familia tenía. En la casita tienen una cocina. Tras un ropero está la cama de Rocío y en la otra, Paula, su marido y sus dos hijas. El marido de Paula es tarefero y sus ingresos apenas alcanzan los 1.500 pesos mensuales. No tienen obra social. Metros abajo de la casa está el arroyo, rodeado de basuras y es de allí de donde Paula junta el agua para lavar la ropa a mano y limpiar la casa. Para tomar, saca agua de un pozo.





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