POSADAS. Docentes y alumnos del cuarto y quinto año de la Epet 34 participaron el viernes de una demostración sobre el funcionamiento y las características técnicas de una impresora 3D, a partir de la visión de profesionales de Misiones Software Libre. Los estudiantes pudieron apreciar las posibilidades que tendrán tras la obtención del título de técnico en informática y a lo que pueden llegar en un futuro no muy lejano. “Que sepan que no todo se limita a desarrollo de software, al arreglo de computadoras, sino a la cuestión de la educación a partir de estas impresoras 3D en Misiones”, manifestó el ingeniero informático Henry Kotynski, jefe del Departamento Informática del establecimiento educacional ubicado sobre calle Sebastopol entre Lavalle y Francisco de Haro.Indicó que el encuentro fue el primero de una serie de charlas que se desarrollarán en la Epet 34 durante el año. “Es una de las pocas impresoras que existen en Posadas, por eso traerla fue para nosotros muy importante. La idea es que los chicos la vean en funcionamiento y sepan qué es lo que se puede lograr con ella”, indicó.Sobre una mesa del aula, el formato de la impresora generaba el aspecto como si estuviera desmantelada. Kotynski se apresuró a explicarlo: “Es así porque trabaja con una serie de ejes en forma horizontal, vertical y hacia atrás y adelante. Eso da la posibilidad de generar maquetas de diferentes objetos que se programan en la computadora y luego son enviadas a imprimir. A través de un plástico y la alta temperatura, se generan los objetos”.La impresora modelo Prusa Mendel Reprap fue adquirida en Buenos Aires y está a punto de cumplir dos años. Actualmente su costo ronda los 20 mil pesos. “Tuve la suerte de instalarla y probarla junto al grupo de amigos. Ellos la siguieron usando y les llevó mucho tiempo calibrar la altura y la velocidad de trabajo. Es la tercera que hay en Misiones y sus propietarios la utilizan para desarrollar prototipos de distintos objetos que usan en sus casas o para hacer cosas particulares, pero no tiene una producción ni comercial ni en serie. Es una especie de hobby, la compraron por el simple hecho de probar cosas”, contó el docente, nacido en la localidad de Campo Grande.Señaló que en otros lugares se puede ver que desarrollan por ejemplo prótesis, pero que ese desarrollo depende del modelo y el tamaño de la impresora y de las necesidades. “Es muy costoso en cuanto al tiempo de trabajo desarrollar una prótesis, pero es algo posible, realizable. Para ello se debe tener conocimiento de diseño en 3D e informática”. Confió que en Misiones el público aún no solicita impresiones en 3D. “Creo que hay un desconocimiento del potencial que tienen las impresiones de este tipo en este mercado, por eso son muy pocas las personas que se atreven a preguntar o se acercan a ver de que se trata. Y esta charla es, justamente, para que los chicos vean que hay una impresora, que se la puede usar, que puede llegar a tener un destino práctico en su vida profesional”.El docente admitió que estamos alejados de lo que ocurre en este aspecto en otras partes del mundo, pero “creo que es una cuestión de muy poco tiempo. Las escuelas técnicas cuentan con muchísimos recursos. El Gobierno dispone de mucho dinero para la inversión y es cuestión de que quienes estemos al frente de las aulas simplemente nos animemos. Estas mismas impresoras tienen la gran ventaja de que con ellas mismas se puedan crear otras, porque te permiten crear las piezas que van en otra. A partir de una, se pueden generar otras”. El profesor de técnicas digitales en base de datos insistió en que los medios están y los recursos económicos, también. “Es cuestión de tiempo que alguna escuela técnica pueda llegar a desarrollar una. Nosotros somos nuevos, tenemos dos años como escuela y estamos en un proceso de crecimiento, pero creo que en algunos años se podrá hablar de que las escuelas técnicas en Misiones tengan sus propias impresoras 3D”, se ilusionó.Sostuvo que, por el nivel que tienen las escuelas técnicas en la provincia, “podría decir tranquilamente que cualquier estudiante (la primera promoción de la Epet 34 saldrá en 2016) podrá trabajar con impresoras 3D o tener el acercamiento para desarrollar una sin problemas. Para ese entonces, el mercado estará más consolidado, habrá más oferta y si las escuelas desarrollan alguna, serán accesibles”. A su entender, cualquiera podrá tener acceso al desarrollo de modelos de prótesis para personas con capacidades diferentes o la creación de repuestos: “No hay que pensar en producciones en serie. Son producciones pequeñas, costosas. En el caso de repuestos, son los que no se consiguen en el mercado y se los puede imprimir sin inconvenientes en una impresora 3D. La impresión en serie se puede dar, pero lleva mucho tiempo, no es rápida. Pero, a partir de una impresora, se pueden crear otras, esto permitirá la producción en serie o en paralelo de más cosas”, insistió.Cuestión de “locura”Pedro José Pezzarini es desarrollador de software. Presentó la máquina “de primera generación” y aclaró que es de las primeras que surgieron del movimiento de lo que fue “empezar a fabricar las propias cosas”. Tiene hardware libre, una placa RAM 1,4, un arduino mega, basada en tecnología por extrusión, una cama caliente de 800 watts y cinco motores nema de alto torque. Está hecha de hierros y plásticos que otra impresora imprimió, todo basado en software libre. La adquirió “por una cuestión de locura. Nos preguntamos por qué no tenemos una impresora 3D. La compré como hobby y mi esposa casi me echa de casa. Y terminó siendo un desarrollo mucho más grande. Nos trajo más desafíos a nosotros que los que le tiramos a la máquina”, recordó entre risas. Su esposa es profesora de educación especial y con ella trabaja sobre adaptaciones para sus alumnos, tanto para tomar un lápiz como para abrir botellas. Las primeras piezas fueron llaveros, juguetes y soportes para estantes y notebooks. Tardaron casi tres meses en configurarla y aprender cómo funcionaba. Objeto de estudioJavier Dávalos es diseñador. Contó que cuando su amigo trajo la máquina, comenzaron a incursionar acerca de lo que era la impresión en 3D. “Comencé a conocer el programa, fui entrando en tema y vi que es un espectro bastante amplio para hacer cosas y entran muchas disciplinas, porque no hay una carrera o licenciatura que diga que podés usar una máquina 3D. Es más que nada un poco de lógica, de capaci
tación y mucha creatividad, porque se puede hacer muchas cosas. Hay distintos materiales y distintos tipos de formas”. “Me metí por una cuestión de amistad, pero hay mucho por hacer. Acá no se conoce, se está expectante por lo que es o qué hace. En otros países se está usando como algo integrador dentro de la sociedad. Esto es como un estudio”, dijo.





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