CAMPO GRANDE. Con el objetivo claro y concreto de ayudar. Así nació Corazones y manos solidarias, una asociación sin fines de lucro que ya tiene tres años y colabora especialmente con localidades del interior de Misiones como Campo Grande y Ruiz de Montoya.Conformada en marzo del 2012, ha llegado a Misiones en varias oportunidades. “La asociación se forma, en un principio, con los padres de ‘Ramirito’, un compañero de la escuela de mi hijo que falleció tras luchar contra un cáncer durante 17 meses”, contó a PRIMERA EDICIÓN Silvia Orlando, trabajadora social que dio comienzo a la iniciativa. Sucede que Silvia fue diagnosticada con cáncer, pero benigno, al mismo tiempo que Ramirito y vio de cerca el sufrimiento de los padres que perdieron a su hijo. “Cuando los vi así, destruidos, les ofrecí buscar la manera de canalizar su dolor a través de la ayuda, así fue que realizamos donaciones en el hospital Posadas del partido de Morón, en Buenos Aires, donde estuvo internado Ramirito”, explicó. Muchas veces el dolor y el sufrimiento son semillas que permiten germinar buenas acciones. Tras esa colaboración en el Posadas, Silvia se contactó con José Viana, un conocido de la localidad de Campo Grande, padrino de la Escuela 40. “La primera donación la hicimos desde Buenos Aires”, aseguró la profesional. Recién en enero del 2013 realizaron su primer viaje a la localidad y “ahí me di cuenta que no bastaba con entregar las donaciones, había que acompañar y capacitar. Entonces en octubre de ese mismo año regresamos”.“Necesitamos profesionales de la salud”Al regreso, vinieron con la idea de quedarse mucho más tiempo. “Estuvimos dos días en la colonia con todas las familias, hicimos talleres y fuimos a conocer al aula satélite que hay en el lugar”, manifestó Silvia. “También tuvimos la oportunidad de conocer cómo trabajan en el CEP 30 de Ruiz de Montoya, llegamos el Día de la Diversidad Cultural (12 de octubre) y allí concurren jóvenes de todas las aldeas de la zona. Cuando llegamos a la escuela nos dimos cuenta de la situación en la que estaban, porque ni siquiera entendían qué les decíamos. El cacique nos miraba desconfiado, hasta que le explicamos porqué habíamos llegado hasta ahí y cuáles eran nuestras intenciones. Pedimos permiso para sacar fotos, para que los voluntarios colaboren y prometimos volver. A los cuatro meses, para febrero del 2014, regresamos con un camión repleto de cosas para las aldeas”, aseguró.Ni bien llegaron, “sus miradas cambiaron, entonces les pregunté qué necesitaban concretamente. La respuesta del cacique fue: ‘Nos morimos, necesitamos profesionales de la salud’”, indicó Silvia. Entonces, se inició la búsqueda de otro tipo de ayuda y en junio de ese mismo año llegó a Misiones un grupo de 16 personas, entre ellos pediatras, médicos clínicos, odontólogos, nutricionistas y trabajadoras sociales. “En ese tiempo estuvimos dos días, realizamos entrevistas para hacer un relevamiento de la situación y durante el año se llevaron tres camiones más”. El último viaje“Corazones y manos solidarias” volvió a Misiones en marzo pasado, “esta vez llegaron dos nutricionistas, dos asistentes sociales, un electricista, un enfermero, un cocinero, una familia de herreros, entre otros”. Pasa que la última vez, en una de las donaciones, habían traído semillas y descubrieron que las mismas no habían sido plantadas, “nos dimos cuenta de que debíamos enseñarle”, asumió Silvia. Otra de las preocupaciones para la comunidad era el embarazo de las niñas. “En una charla telefónica, el cacique me planteó la necesidad de llevar algunos DIU. Entonces, este tema fue uno de los tratados en este viaje. También la nutricionista dio una charla sobre la restitución de la leche, el lavado de las manos, etcétera. Se hicieron talleres de cocina con los más pequeños y los herreros enseñaron y acompañaron en el armado de treinta camas. Recién en ese momento sentí que ellos se distendieron y comenzaron a hablar y a opinar. Sentí que comenzamos a trabajar”. Sin ayuda de nadieTodos los viajes que se realizan son planificados con mucha antelación por los tiempos y por las personas que se suman a la propuesta. Sin embargo, todo se hace sin ayuda de ningún tipo más que la colaboración de los corazones caritativos. “No recibimos recursos de ningún lado y eso es un impedimento, porque tenemos que conseguir gente con buena onda, que le guste la movida pero que tiene que pagar. Ese es un tema terrible”, explicó.El próximo viaje “será el próximo año”, se lamentó Silvia y agregó “la gente de Campo Grande nos recibe tan bien que cada vez que estamos en Misiones los vamos a visitar. No queremos irnos más. Desde que trabajamos en la aldea unificamos las familias y almorzamos todos juntos”. La esperanza se renueva cada vez que Corazones y manos solidarias pisa tierra colorada. “Me genera mucha emoción hablar de ellos y ver que no todo está perdido. Podemos colaborar y acompañarlos para que puedan mejorar un poquito su calidad de vida”, finalizó.





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