POSADAS. Tiempos violentos. Tiempos en que la respuesta violenta, el grito, el empujón, el golpe son casi el código a utilizar con el extraño con el que nos cruzamos en la calle. En la cancha, en la escuela, en las marchas, en los hogares, el golpe parece reemplazar a la palabra.Lejos de caer en pesimismos y augurar un futuro catastrófico en que los argentinos nos autodestruiremos a golpes de puños, desde este espacio buscamos aportar alguna reflexión sobre este modo de comportarnos, de sentir y de relacionarnos en comunidad, en situaciones tan cotidianas como trasladarnos por la ciudad.Golpe que lastimó más que el roceEn septiembre del año pasado un ciclista de 19 años casi embistió a un joven de 16 que iba a pie por avenida Andresito de Posadas. Ante la situación, el más joven respondió con golpes y patadas de karate que terminaron quebrándole la pierna al ciclista. El padre del de 16 los terminó separando y los vecinos llamaron a la ambulancia, que trasladó al joven que hoy recién deberá está recuperándose de la fractura.Pudo haberse tratado de una infracción o distracción del que manejaba el vehículo, pero vale considerar que la forma de reclamarlo, es decir, los gritos y golpes, no son la manera de resolverlos, ni de reflexionar ni de aprender nada.¿Prioridad del peatón?Dos hombres, de unos 40 y de unos 70 años se disponían a cruzar la calle, a mitad de cuadra, frente al sanatorio de la calle Buenos Aires. Un auto que venía frenando para detenerse porque el semáforo estaba en rojo quedó delante de ellos, dificultándoles el paso. Al cruzar por detrás del auto, el mayor de los hombres le pegó un puñetazo a la chapa. A lo que el conductor del auto que viajaba junto a su pareja reaccionó gritando. El hombre más joven que aún no había cruzado le dijo “la prioridad es del peatón, paraste el auto acá”. Continuaron los gritos y el peatón le dijo “bajá, bajá”, y se colocó en postura de boxeo con las manos en alto y en forma de puño, como invitándolo a disputar un round ante la vista de todos los que pasaban por el lugar. “Porqué me golpeás el auto, hijo de p…., la c… de tu madre”, recriminó el otro mientras abría la puerta del auto.No llegaron a los golpes, pero la mujer que estaba en el auto también intervino desde dentro “porqué golpeás, viejo cornudo”. Finalmente, un agente de la policía provincial que justo pasaba por el lugar intervino y consultó a los protagonistas qué había ocurrido.Pura ira. Como si con gritos y posibles golpes alguna de las partes intentara colocar a su favor las normas de tránsito, que basadas en la experimentación y las leyes de la física establecen pautas de comportamiento objetivas, es decir, que deben ser cumplidas independientemente de los deseos, enojos, apuro u otras circunstancias de cada ciudadano. Y son para todos por igual.Peatones: ¿qué dice la Ley de Tránsito?En su espíritu y dado que la persona que va a pie siempre está más expuesta, la Ley Nacional de Tránsito 24.449 señala que la prioridad de paso es del peatón. Pero esto es en las esquinas o sobre la senda peatonal. Este no era el caso, ya que estaban cruzando por mitad de cuadra. Si bien como peatón uno puede arrogarse la prioridad de paso, lo cierto es que al menos en nuestra región, eso se cumple a duras penas en estos lugares señalizados (esquinas con semáforos, o sendas peatonales por ejemplo en la costanera). Es decir que cruzar a pie por mitad de cuadra, representa un riesgo porque el automovilista no puede prever la aparición de una persona y frenar, sobre todo porque el mandato supremo de quienes van en vehículos es siempre uno: avanzar y que sea lo más rápido posible. Casi al hospital Por Lara [email protected] La semana pasada iba planificando esta página (por lo general mis mejores reflexiones e ideas para notas aparecen cuando camino) mientras caminaba por calle Santiago del Estero sobre la vereda de la derecha, llegando a la esquina de Ayacucho. El semáforo estaba rojo para los autos de Ayacucho, y entonces comencé a avanzar sobre la senda peatonal. Dos autos esperaban detrás de ella, detenidos. Cuando llegaba a la línea de tachas que divide los carriles para autos del carril para colectivos, veo que a mitad de cuadra viene avanzando una camioneta 4×4 a una velocidad que no aparentaba ser una frenada, sino que era algo más rápido. Me detuve en el límite del carril y volví a mirar, para cerciorarme de que el semáforo seguía rojo. Y así lo fue.Cuando vuelvo la vista, la camioneta había frenado, pero no detrás de la senda, sino sobre ella, cortándome el paso. Es decir que si yo no me hubiese detenido, tranquilamente la camioneta habría terminado sobre mi pierna, mi cadera, y minutos después, en el hospital, con lo cual no habría estado escribiendo esta columna para la edición de hoy sino que me estarían esperando varios meses de rehabilitación. Y todo por un instante. Gracias a Dios y a los ángeles que a una lo cuidan, esto no ocurrió pero la imagen del posible suceso me acompañó el resto de mi trayecto y una gran angustia me invadió: imaginar meses de internación y cirugías para una recuperación que nunca será del 100% -secuelas siempre quedan- soportar horas de dolor que parecen no cesar nunca, toda mi familia angustiada, estar lejos de mi hijo, mil cosas.En cuanto a la reacción que tuve en el momento en que la camioneta con toda una familia arriba casi se me vino encima, me dejó asombrada. Por lo general, me causa mucha indignación sentirme avasallada por los vehículos, pero esta vez lejos de gritar o enojarme, con una sonrisa, tal vez irónica, dije al conductor de unos 60 años “está en rojo” -seguro no me escuchó porque tenía los vidrios cerrados. Con otra sonrisa como de disculpas el hombre me miró y dijo “no lo vi”. Cuando vi el auto frenado y me animé a pasar, le dirigía un “casi me mata”. El vehículo esperó el verde y dobló a la derecha completando la infracción, ya que como bien se ha informado hasta el cansancio en las calles Junín y Ayacucho de Posadas los carriles son exclusivos para colectivos y los autos no pueden ingresar ni tampoco doblar a la derecha porque invaden la vía que es para vehículos públicos. ¿Final feliz? De momento podríamos decir que sí. Pero me quedo pensando: cuántas decenas de situaciones como estas, pequeños toques,
pequeños roces, puertas de autos que se abren y derriban ciclistas, conductores que no ven semáforos y no frenan, otros conductores que circulan por el carril prohibido -el de colectivos- y doblan a la derecha, peatones que se largan en la mitad de cuadra, etcétera etcétera ocurren todos los días y “mandan al hospital” a decenas de personas.Las cifras de muertos en siniestros de tránsito son sólo la punta del iceberg de una problemática que es diaria y que podemos empeorar o mejorar entre todos.





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