POSADAS. “Simplemente confirmo la peor noticia: es mi hija”, dijo ayer minutos después del mediodía Marcelo Ferrer, con la voz entrecortada por el dolor, al salir de la Morgue Judicial de Posadas. La pesadilla más difícil terminó de hacerse realidad para la familia de Pergamino: tal como se sospechaba, el cuerpo de la joven que murió por las quemaduras recibidas en un pastizal de Candelaria era el de Luciana Inés Ferrer (31).La confirmación despejó las dudas sobre la identidad de la víctima, pero abrió las puertas hacia nuevos interrogantes. ¿Por qué la joven interrumpió su camino rumbo a Río de Janeiro? ¿Cómo llegó al lugar donde fue encontrada mientras agonizaba? Las preguntas se suman a la principal, en la que desde el “día cero” de la investigación trabaja la Justicia: ¿fue un suicidio o alguien mató a Luciana?“Ya hablamos con la Justicia y con la Policía. Nos prometieron investigar hasta las últimas consecuencias para saber qué fue lo que pasó”, aseguró Ferrer en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Para el hombre fue el final de una búsqueda, pero el inicio de un pedido de esclarecimiento.Capítulos paralelosEl procedimiento de identificación fue la estación final de un vía crucis que comenzó días atrás en Rosario y que se resolvió gracias a la difusión en los medios de prensa y redes sociales.Ferrer confirmó que Luciana, su hija, vivía en Pergamino pero que constantemente viajaba a Río de Janeiro, en Brasil, donde vivía su novio. La joven tenía domicilio en la localidad bonaerense pero también firmes intenciones de radicarse en el país vecino. Eso tenía una razón: se había recibido en Diseño Textil e Indumentaria. Era, en otras palabras, diseñadora de moda. El pasado domingo 11 de enero abordó un colectivo de la empresa misionera Crucero del Norte en la terminal de Rosario, al sur de Santa Fe. Se trataba de un nuevo viaje a Brasil, pero no por mucho tiempo. “Ella se iba y en poco tiempo tenía pensado volver a Pergamino para festejar el cumpleaños de una sobrina”, apuntó su progenitor, ingeniero agrónomo del Inta. Luciana abordó ese ómnibus y debía llegar a Río de Janeiro el martes 13 de enero, previo trasbordo en Misiones, no se sabe si en la terminal de Posadas o en la base de la empresa de transportes, en Garupá, mucho más cerca de Candelaria. De una u otra manera, lo cierto es que jamás llegó a destino.Mientras tanto, a las pocas horas, un capítulo paralelo comenzó a tejerse 1.034 kilómetros hacia el norte de Pergamino, sin que nadie supiera aún que se trataba, en realidad, de la misma historia.Cerca de las 2 del miércoles 14 de enero, un vecino de la avenida Amalio Díaz de Candelaria informó sobre el hallazgo de una mujer con el 90% del cuerpo quemado en un malezal a unos 100 metros de la ruta nacional 12. El testigo aseguró que cuando se acercó a auxiliarla vio a un hombre que escapaba. La víctima fue trasladada de urgencia al hospital Madariaga de Posadas y falleció cerca de las 18.50 del jueves 15 de enero. La autopsia no encontró rastros de violencia.Entre las teorías de un suicidio o un crimen, el magistrado César Yaya -a cargo del Juzgado de Instrucción 2 de Posadas- brindó una conferencia de prensa en la que difundió un identikit de la víctima. Las imágenes recorrieron el país mediante las redes sociales, hasta que llegaron a manos de los Ferrer. Ahí todo comenzó a cerrar.El duro trabajo de un padreEl vuelo 2.750 de Austral Líneas Aéreas se posó en la pista del aeropuerto de Posadas a las 8.54 de ayer, proveniente de Buenos Aires. Minutos después, Marcelo Ferrer y uno de sus yernos -tiene otras tres hijas; su esposa murió hace dos años- pisaron suelo misionero.En el salón de pasajeros los esperaban dos efectivos de Investigaciones de la Policía provincial. Tras la presentación, Ferrer y su acompañante se subieron al vehículo que los llevó primero ante el juez Yaya. “Con el juez quedamos en que se va a investigar todo para saber si la atacaron, la mataron o qué pasó”, diría después Marcelo.Cerca de las 11.15, la caravana partió desde el Instrucción 2 hacia la Morgue Judicial de Posadas. En aquel lugar esperaban efectivos de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial. Allí todo terminó de suceder. Y Ferrer, en el que seguramente habrá sido el peor día de su vida, reconoció el cuerpo como el de Luciana, su hija.“Al menos por lo que sabemos nosotros, ella no tenía problemas con nadie, estaba todo perfecto y, de repente, nos encontramos con esto”, dijo luego, visiblemente dolido, tras lo cual agradeció a los medios “porque nos han ayudado”.Después del reconocimiento, Ferrer y su yerno iniciaron los trámites administrativos para el traslado del cuerpo. Tenían previsto regresar a Buenos Aires en el vuelo de la tarde y la intención era, de ser posible, volver a casa con Luciana. Allá lejos, la joven recibirá el último adiós de sus allegados. Acá, sólo queda esperar por las respuestas de la Justicia.





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