COLONIA AURORA. La pesadilla de Luciana Müller no tiene fin. Primero, perdió su vivienda de madera por las inundaciones que sufrió la zona en junio de año pasado. Tras eso, vivió de prestado en la casa de una familia vecina. En el trayecto, dos de sus tres hijos debieron irse a vivir con su padre a Córdoba porque donde ella vivía no había lugar para los tres.Denunció la falta de sensibilidad por parte de la Municipalidad local y así logró que el Estado se hiciera cargo de la construcción de una vivienda en donde podría vivir con sus tres hijos. La intención era esa, lo que pasa en realidad difiere notablemente.“Están en plena construcción de una casa de 5 por 3, a la que ni siquiera se la puede llamar ‘casa’, porque es una pieza con un baño. Ni siquiera tengo una cocina. Entonces lo llamé al ingeniero del Iprodha (Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional) encargado de la construcción pero me dijo que está de vacaciones y me pasó un número para que hable con alguien que está a cargo pero esta persona no atiende. Mientras, seguimos en la espera”, le relató Luciana a PRIMERA EDICIÓN. Justamente fue este Diario el que hizo pública su situación y el abandono que sentía frente a los funcionarios del pequeño pueblo donde vive.“Como no terminan la casa que me prometieron, comencé con la limpieza de mi casita de madera. Limpié lo que más pude, la pinté un poco, pero no deja de caer tierra del cielorraso y de entre las paredes, porque con las inundaciones las mismas quedaron llenas de barro. Lo peor de todo es que esa situación ya afecta a mi hija”, aseguró. Una “casa” sin cocinaUno de los principales problemas es que a esta vivienda le hace falta una cocina. “Soy agradecida por lo que me dan, pero necesito un lugar donde poder cocinar y no sé a quién recurrir para pedirlo, el ingeniero del Iprodha está de vacaciones y aparentemente el inspector también porque le he enviado mensajes con algunas preguntas con respecto a la obra y no contesta”, señaló la mujer. A su vez, contó que con su dinero construyó un piso como para hacer la cocina, pero “no estoy en condiciones económicas de hacer más. Quizás tenga que ahorrar todo el año como para levantar las paredes ya que tengo muchas deudas por el arreglo de la casita de madera. Pero si no lo hacía, hoy no tenía más lugar donde vivir”. La cuestión es que la obra quedó a la mitad y nadie se hace cargo: no le indican en que fecha debería terminar, tampoco cuando llegarán los materiales -que debe proveer la empresa Artec- y donde cocinará la merienda de su hija o el almuerzo para sus nenes cuando regresen de la escuela. “Yo ni siquiera sé los nombres de estas personas del Iprodha, sólo tengo sus números del teléfono. Sí o sí necesito la cocina”, pidió.Además, contó que aún falta el piso del baño, el cielorraso, los techos y toda la instalación eléctrica. “Me gustaría ponerme en contacto con alguien a cargo para plantearle estas necesidades. Va a ser imposible hacer todo en una habitación. No sé con quien hablar ni a quien recurrir, tampoco puedo dirigirme a la Municipalidad de acá porque ellos no nos ayudan en nada”, aseguró. La obra cumple un mes exactamente hoy 16 de enero. Pero está por la mitad y comenzó después de seis meses de reclamos y desaires. Hasta el momento, sólo las paredes, no son una solución.





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