POSADAS. Según el Indec, en el tercer trimestre de 2014, el porcentaje de empleados en relación de dependencia que no está registrado se redujo al 33,6% respecto al 35,5% observado en el año 2012 y el 34,6% en el año 2013. Llama la atención esta caída de la informalidad cuando el contexto productivo es adverso: la economía muestra síntomas de estancamiento y esto repercute en una baja tasa de creación de empleos asalariados registrados.¿Cómo se explica esta reducción en el trabajo asalariado informal en un contexto económico poco propicio para la generación de empleos de calidad? La respuesta aparece cuando se analiza todo el mercado de trabajo, es decir, no sólo el empleo asalariado sino también el empleo no asalariado o por cuenta propia.Los especialistas del Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino) analizaron los datos del Indec en los grandes conglomerados urbanos y llegaron a la conclusión de que: 1) en el año 2012 se estima que había tres millones de asalariados no registrados y 2,4 millones de cuentapropistas; 2) en el año 2013 había 2,9 millones de asalariados no registrados y 2,5 millones de cuentapropistas; y 3) en el año 2014 se contabilizan 2,8 millones de asalariados no registrados y 2,6 millones de cuentapropistas.“Estos datos muestran que mientras disminuye el empleo asalariado no registrado aumenta el cuentapropismo. Si bien el Indec no publica información sobre la calidad de estos empleos, se estima que más del 80% son no profesionales, que en su mayoría no cumplen regularmente con los aportes a la seguridad social debido a que son puestos de muy baja productividad. Quiere decir que, ante el estancamiento productivo y la insuficiente generación de empleos de calidad, la gente está apelando más al trabajo como cuenta propia que al empleo como asalariado ‘en negro’. No se reduce la informalidad sino que cambia su fisonomía. El cuentapropismo tiende a desplazar al empleo asalariado no registrado como forma precaria de inserción laboral”, revela el informe publicado la semana pasada.Añade que “el leve aumento en la tasa de desempleo (que pasó de 6,8% al 7,5% de la población activa entre los terceros trimestres de los años 2013 y 2014) refleja sólo una parte del problema, ya que el grueso de la gente con dificultades para conseguir empleo optó por la inactividad laboral (la tasa de actividad laboral cayó de 46,1% a 44,7% de la población total en el mismo período)”.Se consolida una tendencia en la que los déficits laborales no se manifiestan a través del desempleo abierto y la informalidad asalariada sino a través de mayor inactividad laboral e informalidad en el cuentapropismo. Frente a este panorama, se tiende a caer en el simplismo de considerar que los problemas laborales se solucionarán mejorando la macroeconomía. Se pasa por alto que la alta inactividad e informalidad -en sus dos versiones, tanto asalariada como en el cuentapropismo- son problemas endémicos asociados a instituciones laborales arcaicas. Altas cargas sociales y regulaciones complejas y litigiosas hacen que las personas con baja formación para el empleo sean condenadas a trabajar en pequeñas empresas que no cumplen con las normas o por cuenta propia.





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