MONTECARLO. Lía Scherer es la médica que desde hace dos años tiene a su cargo el cuidado de la salud de los cerca de mil aborígenes que residen en las ocho comunidades del Área Programática XIII, que depende del hospital de Montecarlo. En 2013, con su residencia en Medicina General y Familiar recién terminada, Lía aceptó convertirse en la médica de los mbya. Cada aldea la visita dos veces al mes, a menos que la lluvia le impida ingresar a los caminos de tierra. En Misiones hay 116 aldeas guaraníes distribuidas en las regiones central y norte de la provincia y en 96 de esas comunidades hay un promotor de salud aborigen. “Son comunidades muy dependientes de la ayuda social. Es gente muy callada, introvertida. Hacen una comida al día, comen lo que hay, cazan, pescan. Permanentemente estamos controlando a las mamás para ver si tienen anemia, porque ello además tiene impacto en la salud de los hijos”, señaló la joven, quien reconoció que “no todos se acercan a la consulta”.Lía es nieta de inmigrantes alemanes y ucranianos que se radicaron en la zona central y oriental de Misiones a comienzos del siglo XX. “Mi abuelo me contaba que cuando llegaron no había nadie” en el monte misionero, recuerda. Los guaraníes tienen una cultura nómade, pero hoy se han establecido en asentamientos, la mayoría de ellos alejados de los centros urbanos.Todavía hay casos de sífilis En cuanto a las enfermedades más comunes en estas comunidades, la médica comentó que “la parasitosis, dermatitis, afecciones de las vías respiratorias, diarreas” son lo que más suele verse, aunque también hay casos de sífilis (la enfermedad de transmisión sexual que llegó a América con los españoles). “Muchas mujeres sufren infecciones urinarias. Viven en malas condiciones de higiene, la mayoría suele estar descalza y así es como se lastiman o se infectan con parásitos”. Para realizar su trabajo la joven médica cuenta con el apoyo de dos promotoras de salud, Karina y Graciela, y de Gustavo, el chofer del móvil, una camioneta 4×4 que a veces debe lidiar con caminos que se vuelven muy difíciles de transitar. Este equipo recorre cientos de kilómetros para llevar atención primaria a las aldeas de Ko Kue Poty, Guabirami, Isla, Pasarela, Arroyo Tarumá, El Doradito, Y-Aka Porá y Perutti, situadas en medio de la selva.Médica todo terreno “Visitamos a las comunidades más alejadas, más aisladas y más inaccesibles de Misiones, ubicadas en medio de potreros o chacras, a orillas de arroyos, sin energía eléctrica ni agua potable. Hay aldeas en las que no tenemos una sala para atender y la improvisamos debajo de un gran árbol, en una choza que nos ceden o simplemente en la parte trasera de la camioneta”, relató. “Junto a los promotores de salud aborígenes, llevamos adelante los controles. Se hacen las mediciones de peso, talla, la vacunación, entrega de leche y medicamentos, y yo me encargo de los controles médicos a niños, adultos y embarazadas”, apuntó Lía. Los promotores aborígenes, que reciben capacitación para su área, “son una gran ayuda, nos facilitan el trabajo”, destacó luego de recordar que ellos son aliados ideales para superar las barreras culturales. “Ellos son quienes guardan todas las libretas sanitarias de los niños y las historias clínicas, las planillas de control sanitario de las embarazadas, de modo de asegurarnos que no se pierdan”. Lamenta que las embarazadas sean renuentes a hacerse controles mientras llevan adelante la gestación: “Si nosotros no vamos a las aldeas, ellas no se acercan al hospital. Me ha pasado el haberme cruzado con una paciente frente al hospital a la que le recordé que viniera a hacer un control y luego no vino. Por eso, no damos por concluidas las visitas a las aldeas hasta que no estamos seguros de haber visto a todos los pacientes y hecho todos los controles”, remarca la profesional, al tiempo que reconoce que esa actitud de las embarazadas responde a una cuestión cultural.En este aspecto, “los promotores aborígenes nos están ayudando mucho, sobre todo en las aldeas que están más aisladas y por tanto tienen menos contacto con otras comunidades. Siguen a las chicas para que vengan a la consulta y gracias a los registros que ellos realizan tenemos controlada la marcha de la gestación. Cuando llegan a las 37 o 38 semanas de embarazo, las trasladamos al hospital y las internamos hasta que nazca el bebé”, relató la médica.En lo que respecta a las curaciones, para los guaraníes “el yuyo es fundamental, en especial para evitar la infección por heridas en la piel: se lavan con una infusión que ha pasado a llamarse ‘la hoja de la penicilina’ y es muy popular”, contó Lía.





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