ELDORADO. Las autoridades penitenciarias desconocen aún los motivos del mortal ataque. A primera hora de la mañana de ayer, el interno Juan Carlos Almeida (38) se dirigió desde su pabellón hacia el baño, cuando fue interceptado por Orlando Nacimiento (23), quien sin mediar palabras le aplicó un certero puntazo en el pecho con un cuchillo de fabricación casera conocido en la jerga carcelaria como “chuza”. La víctima fue auxiliada y trasladada a un centro asistencial y, pese a ser intervenida quirúrgicamente, se produjo su fallecimiento. El crimen fue perpetrado en la Unidad Penal III de Eldorado y dicen los encargados del lugar que poco y nada pudieron hacer los celadores o guardias para impedir el salvaje y feroz ataque. “Fue todo en cuestión de segundos, prácticamente una emboscada por parte del autor del hecho”, señalaron las fuentes. Al percatarse del altercado, ingresó al predio el inspector de vigilancia, quien observó una herida sangrante en Almeida, por lo que éste fue trasladado de manera urgente primero al sector enfermería del penal, donde fue asistido, y luego, de emergencia, al hospital Samic de Eldorado. Tras ser intervenido quirúrgicamente en dicho nosocomio, y pese a la atención médica recibida, poco después del mediodía se produjo el fallecimiento de Almeida.Personal policial acudió a la escena del sangriento episodio, procediendo a realizar las pericias de rigor. En ese sentido se supo que fue incautada el arma presuntamente utilizada, un cuchillo de fabricación casera, con una madera como mango y una especie de clavo o punta afilada de metal como hoja. Desde la Unidad Regional III, con asiento en Eldorado, informaron que el parte médico oficial daba cuenta de que la víctima ingresó al hospital de esa ciudad con una “lesión punzo cortante en zona toráxica con compromiso de aorta”. No obstante, la Justicia Penal en turno de esa ciudad ordenó la autopsia para establecer en forma fehaciente el motivo del deceso. Iban a recuperar la libertad Ambos involucrados en el hecho tenían bastante en común. Estaban tras las rejas desde hace cuatro años luego de ser condenados por cometer sendos homicidios, uno en la Zona Centro (Nacimiento) y el otro en cercanías de Bernardo de Irigoyen (Almeida). Fueron sentenciados a nueve años de prisión y estaban purgando sus respectivas penas. Lo llamativo es que les faltaba poco para recuperar la libertad a través de los beneficios que les otorga la Ley por buen comportamiento. Por si fuera poco, convivían juntos en esa llamada fase de confianza en el mismo pabellón. De acuerdo a sus expedientes personales, gozaban de buena conducta, sin incidentes previos con otros reclusos y además sin registros de rivalidad entre sí o con otros reos. La fecha de libertad condicional fijada para la víctima era el 21 de junio del año entrante, mientras que para el acusado era el 14 de marzo de 2016. Para este último seguramente habrá una nueva pena a cumplir, ya que la Justicia deberá resolver su situación con respecto a este nuevo homicidio. Cabe aclarar que el fallecido tenía un pedido de extradición emanado de un Juzgado Federal de São Miguel do Oeste (Brasil), aunque no se informó si fue aprobado por la Justicia Federal local. El efecto negativo de las Fiestas El director general del Servicio Penitenciario Provincial, alcaide general Miguel Ángel Maidana, señaló a este diario que tras el homicidio ocurrido en el interior del penal “se llevarán adelante las actuaciones administrativas de rigor para esclarecer el caso, en tanto que el interno Nacimiento -acusado- fue alojado preventivamente en una celda individual, para su resguardo. Precisó además que, si bien no se puede establecer aún el motivo del crimen, “se deben descartar cuestiones de liderazgo, puesto que los involucrados estaban en un sector separado del grueso de los presos, ya que en el pabellón donde convivían está afectado a internos en fase avanzada de confianza, paso previo a la libertad condicional. También se descarta que ocurrió en un contexto de consumo de drogas y lo más probable es que fue una discusión del momento, tal vez porque estamos en la etapa del año más vulnerable en el sistema penitenciario, dada las proximidades de las tradicionales fiestas de fin de año, donde la mayoría de los internos se muestra reacia al acatamiento de los normas y la convivencia se vuelve más complicada de lo habitual”. Requisas que anunciaban lo peorEn numerosas ocasiones, a través de requisas, los guardias incautaron armas blancas -algunas de fabricación casera- en la Unidad Penal III. Quizás era un anuncio o un mal presagio, ya que es una realidad que estos elementos cortantes circulaban por los pabellones de la cárcel. Tal como publicó en exclusiva este diario, recientemente hubo una investigación de la Justicia que puso bajo la lupa a las autoridades y a guardias de dicha penitenciaría, en un contexto de presunto ingreso de drogas (marihuana y psicofármacos) para su consumo en dicha cárcel, también de la entrada de prostitutas para que reclusos “vip” pudieran tener encuentros íntimos en carpas montadas en distintos puntos del presidio, a cualquier hora y fuera de los días y horarios de visita. Además se investigaba presunta corrupción al detectarse una supuesta salida irregular de presos, venta de teléfonos celulares y además el desvío de partidas de mercaderías y víveres para su comercialización en el exterior de la prisión, cuando iban destinadas a satisfacer la demanda de la población carcelaria. “El culo del caballo”El hombre asesinado ayer, Juan Carlos Almeida, era oriundo de San Pedro y electricista. Fue condenado a nueve años y seis meses de prisión por un homicidio ocurrido en 2009 en el paraje Dos Hermanas (Bernardo de Irigoyen), donde ultimó de cuatro disparos al propietario de un caballo que dio su vida antes de ver cómo baleaban al animal. Almeida le dijo al dueño del equino, Ramón “Sito” Leites, que “si le tiraba al culo del caballo”, que estaba afuera del negocio, a varios metros, “no le erraría”. El dueño se interpuso y pagó con su vida.





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