POSADAS. La fe en la Virgen de Itatí y pasión por el ciclismo se complementan en vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción. La peregrinación sobre ruedas reúne año a año a cientos de peregrinos. Y si bien los pioneros fueron los hombres, en los últimos tiempos la iniciativa sumó a muchas mujeres. Juan Rubén Haurech (68) y Mario Pereyra (66) son amigos y comparten esta devoción desde hace más de diez años. Desde hace algunas semanas se limitan a planificar el viaje hasta su llegada a la Basílica de Nuestra Señora de Itatí, en la homónima localidad correntina. Haurech proviene de una familia de ciclistas y hace 18 años que comenzó a participar de la travesía. “Nos enorgullece y nos da mucha satisfacción, significa para nosotros algo muy importante”, dijo, y agregó que “el hecho de vestirnos, salir en una bicicleta y saludar a nuestra madre en La Rotonda para iniciar el viaje, es muy placentero. Lo hacemos con todo gusto. Nos mueven muchas cosas. A veces vamos para pedir, otras a agradecer. Estos dos objetivos son los motores de esta peregrinación”.Recordó que la preparación se inicia cuatro meses antes del reto por el solo hecho “de llegar un poco más enteros. No hay que olvidar que son 270 kilómetros y se torna un poco difícil más que nada porque estamos en verano. Muchas veces nos toca viento en contra y otras, lluvias o granizada”.Durante una pausa en la tarea de reparar y vender bicicletas, en un local de avenida Rademacher, recordó que hubo viajes “en los que salimos con lluvia y llegamos bajo las mismas condiciones. En una ocasión pedalear con lluvia hasta Itá Ibaté donde pusimos a secar la ropa. Pensamos que el buen tiempo iba a continuar al día siguiente, pero las condiciones adversas nos volvieron a sorprender. Sin embargo, cuando estábamos a unos cinco kilómetros de la basílica, el sol iluminó el paisaje como algo que nos estaba esperando”.Como la travesía se completa desde hace 34 años, los participantes están preparados en cuando a su aspecto físico. Pero cuentan con asistencia de ambulancia, control por parte de la Policía de Misiones y de Corrientes y efectivos de Gendarmería Nacional (GN) que acompañan con las motocicletas. “Tenemos apoyo en lo que significa seguridad y asistencia médica para gente que se cae o se desmaya y es trasladada al centro asistencial más próximo. Esto nos genera confianza. Además, siempre hay grupos de apoyo, con elementos, frutas y agua. La manifestación solidaria está presente. Constantemente estamos asistidos en la ruta”. De toda la vidaHaurech se describe como un corredor de bicicletas “de toda mi vida”. Es que a los 14 años comenzó a correr pero por razones de trabajo debió abandonar la provincia por varios años. “Cuando me afinqué, hace 18 años, empezamos con ésta peregrinación que mantenemos”. En cada momento, destacó el apoyo de la familia. “Ellos lo viven a la par nuestra. Ya forman parte de la peregrinación”, acotó.Pareciera que vive más de cerca la situación por su trabajo en la bicicletería. Prepara los rodados para quienes tienen ganas de sumarse, lo que lo obliga a formar parte de las charlas y los comentarios, antes y después del esperado evento. “Compartimos, revivimos experiencias y se genera un ambiente de entusiasmo generalizado. El que viene lo hace contento, con ganas, pareciera que hay una motivación especial y muy cargada de afecto”, expresó. Confió que la mayoría de los que viajaban antes eran hombres y buscaban una rodado 28. Pero desde hace unos años se empezaron a incorporar las damas, totalizando un 20%, lo que generó la participación de las todo terreno con manubrios de paseo. Ver a las mujeres pedaleando, da la pauta de sacrificio, de esfuerzo, la voluntad que tienen. “Creo que por una condición natural la mujer se cansa un poquito más, pero se observa la entereza en ese viaje tan largo. Tienen mucho apoyo de los varones. A veces se rompe un cambio, un freno y sobresale la solidaridad. A todos los mueve el afán de ver a la Madre y todos ayudan a todos”. También se observa un importante número de motos que hace diez años no existía. Como entendedor del tema, opinó que para la bicicleta recorrer 270 kilómetros es como si la persona caminara tres kilómetros. “No la siente pero no obstante es menester que la bicicleta tenga las cosas elementales en buenas condiciones, los tres rodamientos que son los dos ejes y la caja, más las cubiertas, las cámara y el freno. Como se conduce en pelotón, el frenado es constante. Hay paradas, accidentes, entonces se produce el frenado brusco y deben estar en buen estado”.En todos estos años, Haurech pudo ver cosas que solamente tienen explicación desde la fe. “Hay gente que no se entrena mucho, sin embargo sale, y a los quince kilómetros reconoce que no está en condiciones de llegar pero con la constancia y el aliento de los demás, puede ver coronado su esfuerzo. Ahí uno ve lo que significa nuestra madre para todos nosotros”, señaló.Como buen deportista trata de inculcar la práctica de cualquier disciplina. “Muchas veces dejamos de pedalear cuatro o cinco días y hay algo que nos empieza a hincar, y es la bicicleta. Creo que con los demás deportes pasa algo similar. Esas ganas y ese deseo se trasuntan al subir a la bicicleta. Una vez sobre ella, andando una o dos horas, vuelve un placer y una satisfacción personal muy grande”, dijo, y aseguró que a toda persona “incentivo el uso de la bicicleta porque se sobre sus resultados, como se beneficia uno”. Alegó que “antes teníamos que salir a la ruta con el consiguiente peligro, ahora que tenemos la costanera. Todo está al alcance de la mano, entonces el que no hace, es porque no quiere”, enfatizó.Inevitablemente recordó a su mamá, Ofelia, que fue su incentivo, además de practicarle masajes y prepararle mate cocido dulce (en lugar de energizantes) para ingerir en las competencias.Bajó de peso pedaleandoMario Pereyra está a punto de jubilarse y en esta oportunidad cumplirá su decimosegundo viaje consecutivo hasta la basílica. Para dar cuenta de su estado, el domingo pasado pedaleó hasta el Centro de Espiritualidad de Loreto y planifica una escapada hasta San Carlos (Corrientes) donde el 30 de noviembre rendirán homenaje a Santa Catalina, como sucede hace cuatro años.Diariamente, cuando el reloj marca las 4.45, Pereyra abandona el descanso y empieza a pedalear sobre la costanera. Mantiene el ritmo hasta las 7, que es cuando vuelve a casa, para ocuparse de las cosas del hogar y los animali
tos. Por la tarde, cumple la rutina de caminata “para estirar las piernas”. Aseguró que pedalear le hace bien. Prueba de ello son los kilogramos que bajó mediante esta práctica. “Estaba con 115 kilogramos y ahora tengo 80. Los bajé pedaleando. Eso me hace muy bien”, reiteró, como poniendo énfasis en el mensaje que busca transmitir.“Voy a Itatí porque me gusta y para agradecer siempre a la virgencita, porque soy devoto. Lo hago mientras puedo y de paso, acompaño a mis amigos. Ahora compré una bicicleta nueva aunque no sé si la voy a utilizar en este viaje porque quería completar las doce vueltas con la vieja. Todavía no estoy decidido. Estoy analizando. La que estoy estrenando es mucho más liviana pero falta adaptarme a algunas cosas. No es fácil en las subidas pero entre ida y vuelta a Loreto, con la nueva hice 112 kilómetros”, manifestó.Esta iniciativa también implica gastos. Por ejemplo, para tener dos cubiertas se debe gastar 600 pesos, mientras que una cámara vale 120 pesos, sin contar el dinero que se debe disponer para algún gasto. Lo demás, se comparte. “Siempre se hace una comida, un asadito. La gente de da una mano, en todas partes, en el camino, con agua y frutas, sobre todo”.Pereyra comentó que “durante toda la vida fui ciclista” y a pesar que siempre lo invitaban “nunca quería ir porque no me sentía preparado. Haurech me dijo que practicara y salíamos a recorrer la ruta. Desde ese entonces, siempre vamos juntos pero nuestro grupo se compone de entre diez y doce”.Puso de manifiesto el acompañamiento de su familia y la intención de su hijo Marcos Rafael, de seguir su legado. “Empezó a pedalear, está en forma y, quizás, el año que viene se engancha. La bicicleta es saludable. A mí me ayudó muchísimo”.Este exchofer de aserradero, pide siempre por la salud de su esposa, sus dos hijos y sus seis nietos que “gracias a Dios, están bien y tienen trabajo”. Como su compañero de ruta, también se asombra de lo que la fe puede provocar. “Veo a personas y me pregunto cómo pueden pedalear y, sin embargo, lo hacen y llegan. Hay un discapacitado que pedalea mientras a ambos lados es acompañado por otros ciclistas para que no se caiga, y llega”, relata. Y se emociona. No puede contener el llanto. Agregó que “mucha gente pierde la vista y la recupera; hay mujeres que piden quedar embarazadas y lo logran. Se escuchan muchas cosas”. Para ratificar su devoción, pretende traer una imagen de la Virgen de Itatí para entronizarla en el patio de su casa. Por ahora, se limita a traer estampitas y repartirlas. PreparadosLos ciclistas saldrán hacia Itatí el sábado 6 de diciembre, a las 4.30, desde La Rotonda de acceso a Posadas. Tras la celebración de la palabra, los grupos comenzarán el recorrido a un promedio de 20 kilómetros por hora. Luego pararán a desayunar a la altura de la ruta 20 (ex38). El almuerzo será a la altura de Villa Olivari. Se completa el trayecto hasta Itá Ibaté y allí se pasa la noche. Muchos prefieren acampar a la vera del río Paraná. Al día siguiente, a primera hora, se iniciará la travesía hacia Itatí. Almorzarán en el Paraje Corsa Cué. Al llegar al cruce, se esperará la llegada de todos los grupos para avanzar todos juntos a los pie de la virgen. Una vez en el lugar, darán una vuelta alrededor de la plaza, participarán de la santa misa, y se desconcentrarán. Algunos participan de actividades recreativas y regresan en la jornada, mientras que otros permanecerán por varios días.





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