ELDORADO. Un niño de cinco años que padece de osteogénesis imperfecta, enfermedad conocida como “huesos de cristal”, no logró ser inscripto para el ciclo lectivo 2015 en el Instituto Católico San Francisco de esta ciudad.Según relataron sus familiares a PRIMERA EDICIÓN, cuando sus padres se presentaron como cualquier otro a proceder a la inscripción del niño, nunca escondieron la enfermedad, sabiendo de las normas vigentes que protegen el derecho del niño a la educación sin discriminación.En el instituto mencionado no presentaron objeciones importantes al principio, aunque todo cambió con el correr de los días, hasta que el periodo de inscripciones finalizó sin que el niño fuera incorporado a la matrícula del establecimiento público de gestión privada.Ante la insistencia de los papás, el San Francisco habría accedido a una incorporación pero “si tenía un tutor en forma permanente, que estuviera con el niño todo el día durante su estadía en el instituto, asignado por obra social. Y más aún, se debía firmar un documento mediante el cual, los familiares eximian de cualquier responsabilidad civil o penal por cualquier lesión que el niño pudiera sufrir en horas de clase como en las actividades extracurriculares”, reveló una fuente de la familia que no ocultó su indignación al ver el cuadro de situación en el que quedaron expuestos por la decisión de las autoridades educativas.Para los padres, las condiciones impuestas no eran comunes y no hacían más que profundizar la discriminación hacia su niño. “Si se caía un ventilador, una ventana o un techo sobre el niño, la responsabilidad de la escuela quedaba nula, cuando la tendría por completo ante un hecho de esta naturaleza”, explicaron.El instituto, a su vez, habría dado intervención a su asesor legal, Raúl Dalmau, quien habría remitido mensajes poco amistosos a la madre del niño, actitud que terminó de motivar que la familia acuda a la Justicia para que resuelva la situación.Según pudo saber este diario, el defensor oficial Hugo Helena preparaba una presentación mientras que la jueza de Familia en Eldorado, Margarita Potschka, ya intervino al hacerse conocido el caso. El lunes pasado, con las inscripciones cerradas, la mamá del niño esperó sin suerte que su teléfono sonara con la alegría de saber que se había logrado superar un conflicto que no hace más que cargar una pesada mochila en los hombros de una familia que ya tiene suficientes problemas en los que ocuparse producto de la enfermedad.





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