POSADAS. El relato del horror en primera persona. Así debería calificarse lo que fue la apertura de la etapa de testimoniales en el juicio por la Tragedia del Paraná. Federico Solé Masés (26), quien participó como piragüero en la fatídica prueba del cruce del río, acompañando justamente a su hermano Fernando Solé Masés (12), describió el momento del hecho como “muy rápido, imposible de evitar, porque ocurrió a los diez minutos de producida la largada y tras recorrer 1.500 metros. Cuando vimos la barcaza y al notar como nos succionaba, parecía que un edificio se nos venía encima. Fue una ‘máquina de picar carne’. El agua no mata, porque de no haber estado allí ese ‘monstruo’, que fue una verdadera trampa mortal, nada de esto hubiera ocurrido. O tal vez si alguien nos hubiera avisado que las barcazas estaban allí”, se lamentó el joven conocido por sus logros en actividades náuticas y que actualmente es abogado. “Me salvé de milagro porque hice ‘buceo’ bajo la barcaza una vez que me succionó, creo que contuve la respiración por unos 60 metros y mucho tenía que ver mi entrenamiento deportivo en ese entonces. Logré ver un haz de luz y salí a la superficie, como otros nadadores, sin embargo mi hermanito fue uno de los que no pudo salir. Jamás se acercó una lancha de Prefectura Naval a rescatarnos en esos segundos de caos. Nadie se percató del peligro antes de la largada, apenas hubo una breve charla técnica dirigida a los competidores. Primero a cargo de Hugo Alfonso (uno de los imputados), pero como no se entendió mucho, Mauro Bacigalupi tomó un megáfono y se hizo cargo de brindar algunas instrucciones”, expresó. En medio de un clima de tristeza y consternación que invadió la sala de audiencias, llegó después el turno de Luis Solé Masés (51), padre del pequeño Fernando, quien también hizo una cronología de la jornada de aquel sábado 16 de enero de 2010. “Me tocó ser piragüero y acompañar a una nadadora. El clima estaba despejado y me pareció llamativo que estaban como apurados por decretar la largada. No sé si tuvieron que ver los funcionarios que estaban por entregar un reconocimiento al finalizar el evento a uno de los competidores. Cuando nos aproximamos a la barcaza, doce minutos después de salir de la costa paraguaya (club Pacú Cuá), escuché claramente que muchos nadadores gritaban ‘paren el barco, paren el barco’, para tener una dimensión de la fuerza e intensidad con la que succionaba la formación”. “La última vez que vi a Fernando fue cuando su hermano lo sostenía. Yo le arrojé un salvavidas a la nadadora que me tocó acompañar, ella se salvó al impulsarse fuera del área de succión, al igual que lo hice yo. Igualmente seguí flotando y observé que una lancha particular fue la primera en llegar al lugar donde se estaba produciendo el desastre. Prefectura no acudió. No entiendo, y jamás lo voy a entender, por qué las embarcaciones de Prefectura se fueron aguas abajo y no actuaron en la escena”, agregó. Finalmente, evaluó que “creo que una ráfaga de viento cruzó la formación y ésta, que se encontraba perpendicular al puente internacional y fue amarrada al borneo, es decir que estaba sujetada por la proa a un ancla, hizo un movimiento que capturó al menos a treinta o cuarenta nadadores, sólo siete competidores evitaron el impacto. Ocho salieron sin vida y los demás fueron rescatados o se salvaron por milagro. Una hora y media después de estar en el agua me enteré de que uno de mis hijos estaba desaparecido. Lo fuimos a buscar junto a mi hijo Federico en un gomón (con motor). Al otro día hallaron el cuerpo de Fernando. Tenía un golpe en la cabeza y tuvimos que reconocerlo en la morgue”, contó Solé Masés, casi quebrado al recordar los trágicos y tristes acontecimientos de hace casi cinco años. “Cualquier declaración, en Paraguay; acá no”Luis Solé Masés no quiso pasar por alto uno de los tantos recuerdos que quedaron sellados a fuego en su memoria con respecto al trágico día del hecho: “Señores del Tribunal, hasta hoy me indigna recordar lo que me dijo quien era en ese momento el fiscal federal de turno en Posadas, pese a que no se identificó como tal. Me refiero a Juan Carlos Tesoriero, quien me expresó que “cualquier declaración por el hecho la hagamos en Paraguay, acá no, que no hablemos ni con la Policía. Este funcionario judicial no hizo ninguna pericia por el caso, incluso dejaron que una especie de tractor remolcara las barcazas, llevándose la escena de la causa. Nadie hizo nada por preservar estas evidencias”. Cabe agregar que tanto Luis como Federico Solé Masés, padre y hermano respectivamente de una de las ocho víctimas, coincidieron en afirmar que “no existió estrategia alguna por parte de los nadadores a la hora de seguir una ruta o itinerario. Eso es algo exclusivo de los deportistas de élite”. También afirmaron que Prefectura los dejó “prácticamente solos y que si alguien avisaba del enorme riesgo que implicaban las barcazas, que no estaban señalizadas con indicadores o boyas, nada de esto hubiera ocurrido”. Ambos testigos explicaron con precisos detalles los pormenores técnicos mediante dibujos en una pizarra, que fueron fotografiados como elementos de prueba. Pese a la coherencia del relato, el abogado Juan Carlos Maggi, defensor del prefecturiano, solicitó al tribunal un careo entre Luis y Federico Solé Masés, ya que a su entender incurrieron en contradicciones. Ausencias y maltratosTambién brindó testimonio Luciana Bacigalupi (36), hermana de otra víctima, Mauro Bacigalupi, quien hizo hincapié en el presunto “maltrato” por parte de algunos efectivos de Prefectura a familiares de las víctimas tras el hecho, así como en la ausencia de lanchas de esa fuerza federal en los puntos donde se produjeron las “succiones de la barcaza”.





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