ALBA POSSE. Se llama Graciela Cantero, tiene 42 años y habría trabajado durante diez años para el intendente renovador de esta localidad, Nelson Carvalho. Hace unos días, junto a otros vecinos, firmó una nota acompañando el reclamo de familias damnificadas por las severas inundaciones sufridas por la creciente del río Uruguay durante el pasado junio, que -se dicen- fueron similares a las de 1983 por su impacto y magnitud.No es novedad que en Alba Posse muchas familias vieron pasar como el agua del río la ayuda por sus narices, pero nunca se la entregaron. Al punto que, durante un acto del gobernador Maurice Closs con el ministro del Interior de la Nación en esta localidad para “entregar” asistencia provincial y nacional al municipio, las familias sin ayuda se expresaron con pancartas en el polideportivo, por lo que fueron amenazados con el desalojo del acto por la medida de protesta.En el caso de Cantero, el haber acompañado el reclamo de justicia habría sido la causa por la que quedó sin su fuente laboral.Según relató la mujer, trabajaba en negro desde que asumió el actual jefe comunal. Su tarea era juntar basura, barrer cordones y plazas durante la mañana en una zona determinada de la localidad, tareas por las que percibiría una orden de compra mensual por valor de 500 pesos y era controlada por uno de los funcionarios municipales.“Empecé cobrando 20 pesos, pero con el tiempo fue aumentando el valor y hace un tiempo la orden era por 500”, contó en declaraciones a PRIMERA EDICIÓN. Eso sucedió hasta que “acompañó” al intendente. “Pero los otros días me propusieron firmar una nota reclamando la ayuda que nunca llegó a los inundados y si bien a mi familia no le pasó nada, tengo otros familiares afectados, por eso firmé. El intendente me llamó a su despacho y me insultó. Tenía una copia de la nota, me mostró mi firma y me dijo: así me pagás que di de comer a tu familia por diez años. A partir de ahora ya no trabajás conmigo”, relató con lágrimas en sus ojos y la deseperación de no tener cómo llevar el pan para su familia.Graciela Cantero es casada. Su marido es changarín. Tienen cinco hijos, todos estudian. “Tratamos de dar lo mejor a nuestros hijos, la mayor va a la facultad y los otros a la escuela, además de ese trabajo también soy empleada doméstica o lo que pueda hacer. Todos los vecinos me conocen y saben que trabajaba para el intendente”.Graciela habría pedido al jefe comunal que reconsidere su decisión. “Me humillé, le pedí por favor que no me deje sin trabajo y él se enojó más. Me preguntó cómo yo tenía cara de pedirle eso después de lo que había hecho”.Otro de los vecinos manifestó estar cansado por ese tipo de actitudes de parte de Carvalho, quien “se cree dueño del pueblo. La gente es pacífica y por eso no reacciona, pero siempre está provocando a la gente ostentando poder”.





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