POSADAS. No será martes 13, sino jueves 13 para Clínica 13. No se acallan los ecos de la fenomenal sexta entrega comandada por el mucho más que bajista Javier Malosetti, y Villa Cabello se prepara ya para recibir a un músico muy popular, la banda que timonea junto a su fiel copiloto Mono ha pulverizado las barreras de cientos de miles de millones de barrios de toda la Argentina, siendo una de las bandas más populares de la actualidad. Mikel, guitarrista de Kapanga, se meterá a las 15.30 en el Salón Comunitario Delegación Municipal Villa Cabello. Pero antes, a las 10.30 atenderá medios y fans en la conferencia de prensa en MPM (Entre Ríos casi Buenos Aires).Coproducidas y llevadas adelante por el Ministerio de Desarrollo Social y Músicos Populares Misioneros, Clínica 13 ya esparció, como las semillas que se tiran al voleo, la experiencia de músicos consagrados en Itaembé, en Tajamar, en el histórico Club Sarmiento de Villa Sarita, en el salón parroquial de Santa Rita, en uno de los pocos lugares que tienen las bandas para tocar, La Bionda Pub e inició el fuego en el A4. Aquí llegó Juanchi Baleirón, y luego a esos barrios posadeños los que enriquecieron el bocho de los pibes fueron Palo Pandolfo, Andrea Álvarez, Eddie Walker, Leo García y últimamente Javier Malosetti.Música versátilKapanga, que además toma para sí al cruel personaje de Misiones que explota mensúes, tareferos, es una banda poderosísima, de letras brillantes narrando historias adornadas por un ritmo enloquecedor, para bailar y bailar, y quizás, por haber sido encasillada como una banda de rock fiestera, se ha perdido el enfoque musical, que es riquísimo y que fusiona desde reggae a hardcore, pasando por dosis de heavy metal, punk y cuarteto. Y los que les sale muy bien es la parodia al mismo mundo en el que circulan, el rock. En realidad, varias parodias son homenajes. Todo ese mboyeré requiere músicos versátiles.Así como Martín “Mono” Fabio toma el rol de frontman carismático, Mikel, con sus Fender y Gibson, más las múltiples pedaleras, es pilar fundamental de la banda. Y son los dos que van al frente. Traerá todo ese bagaje, el que da haber pisado escenarios ante audiencias híper multitudinarias, se meterá en el salón comunitario de la Delegación de Villa Cabello y lo entregará de primera mano, además de cerrar con un mini recital con músicos locales.Cuenta el sitio oficial, que los orígenes de Kapanga se remontan a 1989 en Quilmes, cuando Martín “Mono” Fabio y Marcelo “Balde” Spósito forman Kapanga y sus Yacarés, en honor a “Kapanga el Misionero”, un personaje de los “Titanes en el Ring” de Martín Karadagián.El proyecto, nacido como una necesidad más festiva que musical, brindó algunos shows caóticos y se desarmó. Hasta que finalmente en 1995 quedaría conformada la primera formación de Kapanga con temas propios y un sonido más cercano al hardcore envuelto en la velocidad única del cuarteto. El carisma especial de cada uno de sus integrantes lentamente se metería al público en el bolsillo, hasta lograr la identificación que hoy cada kapanguero siente con cualquiera de los músicos: Martín “Mono” Fabio (voz), Marcelo “Balde” Spósito (bajo y coros), Miguel “Maikel” De Luna Campos (guitarras y voz), Claudio Maffia (batería y coros) y Mariano “Príncipe” Arjones (teclados).Tras los pasos de MalosettiYa todos saben que Javier Malosetti es un copado y con una calidez y calidad humana tan grandes como esas Pony número 49 que calza, pero siempre es regocijante comprobarlo una vez más. Llegó y se encargó de conectar tranquilo su pedalera de efectos, despotricó levemente contra un cable poco dócil, puso a cargar el celular, saludó a la concurrencia (lleno total) y arrancó con una vieja tonada francesa a modo de sound-check. Problemas técnicos poco frecuentes en estrellas de su magnitud (esa pedalera rebelde que metía tantos ruidos como efectos el maestro le hacia sacar) sólo demostraron que, efectivamente y aunque muchos lo tengan en otro plano, Javier Malosetti es humano.Juega con su pedalera, graba una pista, la llena de efectos y sigue tocando sobre ella con la maestría de un niño que conoce de memoria a su rompecabezas favorito. Su bajo Schecter rojo brilla como una coupé Maserati y sus manos grandes como leñador lo tratarán con una potencia sólo comparable con la suavidad con la que le extrae las notas. Claro, sólo hasta que pisa el pedal de distorsión y el bajo suena afilado como guitarra de death metal (cabe aclarar que partes de su bajo tienen piezas de guitarras del más extremo metal). Definitivamente, todo en Malosetti es único.Con absoluta cordialidad, respondió todas y cada una de las preguntas de la concurrencia, incluso tomándose con extrema simpatía los dichos de un muchacho algo arrogante que se pretendió más virtuoso que el maestro al que todos concurrieron a disfrutar. Abundante data técnica, muchas anécdotas y frases célebres como para llenar varias páginas, marcaron una tarde amena y enriquecedora como pocas.Previamente, en situación de la conferencia brindada en la sede de los Músicos Populares Misioneros (organizadores de Clínica 13 en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social), Malosetti dejó algunos conceptos más que interesantes.





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