KIEV, Ucrania (AFP-NA). Los retratos del presidente ruso Vladimir Putin abundan en Kiev, pero en papel higiénico, en felpudos o en camisetas con leyendas obscenas.Los rollos de papel higiénico se venden con el rostro del líder del Kremlin por 20 hrvynas (1,5 dólares) en las tiendas de regalos de Kiev. No es una sorpresa que el mandatario ruso sea odiado en Ucrania, luego de enviar a tropas para anexar Crimea en marzo y de apoyar una rebelión separatista en otra región.Sin embargo, el odio a Putin es tan sólo un pequeño aspecto de esta ruptura historia y quizás irrevocable entre los dos países vecinos.Putin esperaba mantener a Ucrania en la órbita rusa, pero ha logrado exactamente lo opuesto, dicen los ucranianos, un movimiento patriótico que ha transformado para siempre la forma en que se ven a sí mismos.“Es la única cosa buena que Putin ha hecho por Ucrania”, declaró a la AFP el filósofo Myroslav Popovych. Vínculos antiguosLas relaciones entre Rusia y Ucrania han estado sometidas a una fuerte tensión desde el levantamiento popular prooccidental de 2004 llamado la Revolución Naranja. Pero la guerra actual, en la cual al menos 4.000 personas perdieron la vida, hubiera sido considerada imposible hace menos de un año.Los dos países no sólo comparten una frontera de 1.944 km o -hasta la crisis- economías bien integradas.También tienen idiomas estrechamente relacionados, la mayoría de sus habitantes adhiere a la Iglesia Cristiana Ortodoxa, y similitudes culturales que van mucho más allá del entusiasmo por la vodka.En realidad, como la Rus de Kiev, un antiguo estado que introdujo el cristianismo en la región, estas tierras en el extremo oriental de Europa fueron la cuna tanto de la Ucrania moderna como de Rusia.Sin embargo, los ucranianos afirman que el sentimiento patriótico actual se estaba gestando desde hacía tiempo.También señalan que esas relaciones de hermandad estaban basadas en la tragedia, especialmente en el Holomodor (también conocido como el Genocidio Ucraniano), el nombre que se dio a la hambruna que mató a millones de campesinos durante la colectivización forzosa de la agricultura ordenada en los años 1930 por el dictador soviético Josef Stalin.El daño a la identidad ucraniana durante largas décadas de rusificación -una política cultural y lingüística aplicada en toda la Unión Soviética- fue menos dramático pero más generalizado.En 1991, Ucrania declaró la independencia de la Unión Soviética, que se derrumbó poco tiempo después. Sin embargo, la Revolución Naranja y la dramática batalla de los ucranianos para incluir a su país en un futuro proeuropeo fueron lo que desencadenó la crisis actual.





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