POSADAS. El atardecer sucumbe antes las luces que se encienden en la ciudad y, en una esquina del centro de la capital, se comienzan a escuchar los acordes de guitarra interpretados por Luciano Baglietto, un ciclista oriundo de Castelar, provincia de Buenos Aires.Luciano llegó en bicicleta hace dos semanas a la tierra colorada para conocer la idiosincrasia del litoral y ejecuta algunas melodías para ganarse el sustento diario.Baglietto comenta que su pasión por viajar comenzó en 2012 y que lo llevó a recorrer 11 mil kilómetros a lo largo de los cuales visitó ocho países de Latinoamérica.También navegó por el río Amazonas, uniendo Perú y Brasil, en una travesía que llevó más de una semana en distintas embarcaciones. Luego recorrió la extensa sabana venezolana hasta la isla Margarita, recorriendo el Caribe colombiano y venezolano.Al llegar a Barranquilla (Colombia) conoció a su actual mujer, con quien continuó su travesía hasta Ecuador donde él siguió el viaje y ella volvió a Colombia, donde lo esperaría.Este año, Luciano lleva dos meses de viaje por la Mesopotamia, autosustentándose, como él lo define. Salió de Buenos Aires sin ahorro previo y tan sólo con 3.000 pesos como prueba de que se puede viajar sin espónsor. Además, tiene la oportunidad de dar charlas en colegios primarios y secundarios donde incentiva a los chicos a la utilización de la bicicleta como medio de transporte ecológico, orientando a los jóvenes hacia el deporte y así alejarlos de las drogas. Comenta que lleva una vida completamente natural y sana. Le gusta hacer deportes, no fuma ni toma alcohol ni tampoco usa drogas, comenta. “Me gusta ser dueño de mi vida, me encanta levantarme por las mañanas y saber que soy el dueño absoluto de mis horarios y de lo que quiero hacer y eso no lo paga ningún empleo”.Baglietto comenta que trabajó diez años en oficina, que se dedicaba a la serigrafía, realizaba trabajos de impresión y preimpresión gráfica de gran formato. Eso, además de viajar en el tren Sarmiento todos los días, se convirtió en una rutina que le sirvió para darse cuenta de que no era lo suyo y de que la libertad para él era algo muy espiritual.Al consultarle sobre las dificultades que debe afrontar en el viaje, Baglietto explica: “Esta disciplina se llama cicloturismo, donde cualquier inconveniente en ruta hay que resolverlo. Traigo todas las herramientas para arreglar pinchaduras o cosas sencillas, y cuando llueve tengo mis impermeables. Justamente entré a Misiones bajo una gran cantidad de lluvia”. Para las noches, “mi bicicleta está equipada con luces con recarga solares”, cuenta antes de apuntar que “he pedaleado a 4.800 metros de altura y en todo tipo de terreno”.Imaginando el número de anécdotas que debe tener, simplemente se le puede preguntar: ¿Qué es lo más lindo de viajar? Y la respuesta es: “Lo más lindo de viajar no son sólo los paisajes, tampoco la bicicleta (a pesar de que me gusta), sino la gente, conocerla. Día a día me encuentro con personas solidarias que me iluminan y me dan ganas de seguir adelante”.Entonces cuenta una de esas anécdotas: “Fui a una casa de guitarras para averiguar el sostén de una guitarra criolla, la cual toco para mi comida. Entonces el muchacho que me atendía me vio con la bicicleta, empezamos a charlar y sin que le dijera nada me regaló el sostén. La solidaridad de las personas creo que se devuelve un poco cuando ellos reflejan sus sueños en los míos, a ellos les gustaría hacer lo que hago yo, es como un ida y vuelta. Creo que dejo algo siempre a la gente, un mensaje, sencillo y cortito: se puede vivir de esta manera, se puede lograr lo que uno sueña, y esas personas me regalan un momento para compartir”. Tras dos semanas en Posadas, “el viernes me voy a San Ignacio a ver un festival. Quiero aprovechar todo lo que es el chamamé acá, toca el Chango Spasiuk y no me lo quiero perder. Después me voy para Oberá y El Soberbio. No tengo tiempos ni límites, me gustaría conocer de punta a punta Misiones y obviamente pasar por las Cataratas del Iguazú”, concluyó.





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