“Jefazo” del mundo indígena, adalid de los campesinos, líder del sindicalismo urbano y referente de la izquierda intelectual. Con su habilidad para tejer alianzas, Evo Morales se convirtió en el presidente más popular de Bolivia y del hemisferio.Su propia imagen y discurso son un cóctel de conceptos e identidades en el que reside el secreto de su carisma. Masca coca ancestral y juega al fútbol europeo, viste ropas occidentales con toques tribales, lo mismo cita al rebelde indígena Túpac Katari que al líder cubano Fidel Castro. “Evo Morales es quintaesencia del mestizaje boliviano”, lo definió hace poco el expresidente boliviano Carlos Mesa.Sus defensores lo ensalzan como un presidente humilde y trabajador, que viaja incansable por todos los rincones de la nación sudamericana para inaugurar obras, reunirse con movimientos sociales y escuchar a su pueblo.Pero sus enemigos ven a un caudillo despótico y sectario que amenaza la democracia, y se avergüenzan de sus salidas de tono, como cuando aseguró que las hormonas femeninas de los pollos podían “desviar” a los hombres.Ahora Morales, un exsindicalista cocalero de 54 años, buscará convertirse en el primer boliviano que gobierna tres mandatos consecutivos, impulsado por un “socialismo originario” que generó crecimiento económico, abatió la pobreza y sosegó la inflación.Las últimas encuestas le dan una intención de voto del 60%, luego de que su popularidad se recuperara del caótico manejo de unas recientes inundaciones, las violentas protestas mineras, una insólita huelga militar y algunos escándalos de corrupción que salpicaron a su entorno más cercano.“Antes decían que los indígenas solo servíamos para votar, pero no para gobernar. Casi nueve años y les hemos enseñado cómo se gobierna”, dijo el mandatario en su multitudinario cierre de campaña el miércoles en El Alto. Del campo de fútbol al campo de cocaHijo de campesinos de la empobrecida comunidad aimara de Isallavi, en Orinoca, el joven Evo pasó su infancia pastoreando llamas y fantaseando con debutar en la primera división del fútbol boliviano mientras repelaba las cáscaras de fruta que le arrojaban los viajeros que cruzaban la cordillera andina.Con 13 años, mostró su potencial de liderazgo al fundar el Fraternidad, un equipo del que era entrenador, capitán y árbitro. En su adolescencia se mudó a la ciudad, donde fue ladrillero, panadero y trompetista para pagarse el bachillerato que nunca terminó. También probó, sin suerte, en el fútbol profesional.“No tuve entrenador y, especialmente, (mi problema fue) la alimentación”, se excusó Morales en un reportaje televisivo, comilón confeso y adicto a la sopa.Puede que el fútbol no le diera la fama en los campos del altiplano, pero le abrió las puertas del sindicalismo en los campos de coca del trópico, donde se mudó en la década de 1980 con su familia, arruinados por las heladas.En esa época presenció impotente cómo unos militares borrachos quemaron a un campesino y decidió involucrarse en la vida sindical, pasando en pocos años de secretario deportivo a liderar las poderosas federaciones cocaleras de El Chapare.Al grito de “kausachun cocha, huanuchun yanqui” (viva la coca, muera el yanqui), Morales se convirtió en símbolo de resistencia contra las políticas de “Coca Cero” impuestas por La Paz con el beneplácito de Washington y forjó sus credenciales “antiimperialistas” con cientos de marchas campesinas, bloqueos de carreteras y enfrentamientos con la policía.Su agitada vida lo mantuvo soltero, aunque tuvo dos hijos de dos mujeres distintas. “Alguna vez me dije: tanta gente me quiere, pero no me quiere una mujer. Yo les proponía matrimonio y me decían: ‘No, te van a matar’”, confesaba en un libro el dirigente, acusado de machista y mujeriego.Morales cambió las piedras por los votos y finalmente conquistó la presidencia en 2005 al frente del Movimiento Al Socialismo (MAS), una poderosa alianza de políticos de izquierda, movimientos sociales e indígenas, empresarios y sindicalistas de la que es entrenador, capitán y árbitro.En sus casi 10 años de “revolución democrática”, el presidente ha ganado muchas batallas políticas, como la nacionalización de empresas estratégicas, la aprobación de una nueva Constitución e incluso un conato de separatismo en el oriente del país.También ha perdido otras, como su polémico proyecto de carretera a través de la selva boliviana, la reducción de los subsidios a la gasolina y sus promesas de modernizar la burocracia, la salud y la justicia.Pero hasta ahora, Evo Morales ha sabido regatear el costo político de las derrotas y avanza con paso firme hacia su segunda reelección sabiendo que es más fácil convencer en las urnas que gobernar en palacio.“Eso me molesta”, se quejó en una entrevista sobre las dificultades para mejorar la caótica administración pública. “Porque para mí ganar elecciones es muy sencillo”, sentenció. Más de seis millones de personas convocadas a las urnasLas elecciones generales que celebrará Bolivia hoy estarán marcadas por una serie de aspectos que la diferencian notablemente de procesos anteriores.• Las Fuerzas Armadas de Bolivia desplegarán a 20 mil efectivos para garantizar la seguridad de las elecciones en las que 6.2 millones de ciudadanos podrán elegir nuevas autoridades.• Son los primeros comicios celebrados bajo la ley electoral de 2010 que introdujo varias modificaciones para garantizar la democracia directa, participativa y representativa.• Obligatoriedad del voto desde los 18 años de edad y cada ciudadano recibe un certificado que será válido para realizar cualquier trámite oficial y bancario.• La participación de las mujeres representa el 52% de los aspirantes al Gobierno y a los escaños de la Asamblea Legislativa Plurinacional.• La votación se realizará de forma simultánea en el territorio nacional y en los 33 países donde hay 272.058 bolivianos empadronados, aunque éstos últimos sólo escogerán al futuro presidente y vicepresidente de la nación.• Por primera vez en la historia eleccionaria, solo cinco partidos se disputan el control del Ejecutivo.• La campaña fue la más corta en los medios de comunicación, pues se redujo de 60 a 27 días la propaganda mediática. La propaganda debió respetar los siguientes íte
ms: inclusión social, equidad de género, énfasis programático y responsabilidad social. Las organizaciones políticas fueron las responsables del contenido de los espacios comprado a los medios. Ningún ente público pudo realizar propaganda. La propaganda debió limitarse tanto en redes, canales de televisión y radios a un máximo de diez minutos diarios. En los medios impresos debían llevar como máximo dos páginas diarias y doce páginas tamaño tabloide semanal.• Además del presidente, los ciudadanos escogerán a 36 senadores, cuatro por cada uno de los nueve departamentos de Bolivia.• La votación incluye también la selección de 130 diputados, 63 de ellos en circunscripciones uninominales, 60 en distritos plurinominales y siete en jurisdicciones especiales para los pueblos indígenas.• En todos los casos serán proclamadas ganadoras las candidaturas que obtengan el 50% más uno de los votos válidos o un mínimo de 40% de las papeletas con una diferencia de al menos 10 puntos de ventaja sobre su más cercano seguidor.• Unos 174 observadores internacionales llegaron a Bolivia para hacer seguimiento de las elecciones generales. La misión electoral está integrada por delagados de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Unión Europea (UE), Organización de las Naciones Unidas (Onu), Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), Fundación Carter y otras organizaciones internacionales.




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