ELDORADO. El acusado había peleado con su concubina, que se refugió en lo de su madre. Horas después, al parecer alcoholizado, llegó y ultimó a su suegra de tres certeros cuchillazos. De acuerdo a la investigación y los testimonios, se supo que la infortunada mujer intentó correr por su vida, pero el joven fue más rápido y terminó asestándole las estocadas mortales por la espalda. Por si fuera poco, también hirió a un hermano de la víctima. No se trata de una película de terror guionada por un imaginativo director de cine: el escalofriante crimen ocurrió en la vida real y fue perpetrado en Colonia Tarumá, en el municipio de Montecarlo, el jueves 18 de julio del año pasado. El acusado fue ubicado horas después del hecho a bordo de una motocicleta, con la luz apagada y a unos cinco kilómetros de la escena del homicidio. Al percatarse de que había sido descubierto, intentó darse a la fuga, pero enseguida fue reducido y detenido. Lo alojaron en la seccional de Caraguatay (por jurisdicción), situada a unos nueve kilómetros de la citada colonia.Pasó el tiempo y finalmente aceptó su autoría ante el Tribunal Penal 1 de Eldorado. Ahora fue condenado a 19 años de prisión mediante un juicio abreviado. Dicha medida judicial se cumplimentó el lunes entre las partes (abogado defensor del imputado y fiscalía) y el próximo paso será que la condena quede finalmente homologada por el cuerpo tribunalicio. Parecía una discusión másSegún lo comunicado por la Policía en su momento, el imputado, quien en ese entonces tenía 19 años, vivía una tormentosa relación con su concubina, de la misma edad, con la cual tenían dos hijos menores. Residían bajo el mismo techo en una humilde vivienda ubicada en colonia Tarumá, un paraje de poco más de 600 habitantes emplazado en cercanías de Caraguatay, sobre la ruta provincial 212, unos pocos kilómetros al sur de Montecarlo.La mañana de ese jueves la pareja mantuvo un nuevo altercado. Gritos y amenazas, todo frente a sus pequeños hijos de uno y tres años. Debido a los antecedentes violentos de su concubino, la muchacha decidió abandonar el lugar y refugiarse en lo de su madre.Todo parecía indicar que se trataba de un nuevo pleito, pero nada más. Sin embargo, por la noche, aquella discusión tendría un desenlace impensado.DemencialA las 21.30 del mismo día, el joven, que aparentemente estaba en estado de ebriedad, irrumpió en la casa de su suegra, ubicada en la misma colonia. Portaba, según dichos de testigos, una escopeta, aunque esto no se pudo probar fehacientemente durante la etapa de instrucción, ya que nunca hallaron el arma de fuego. Luego de disparar varias veces al aire, de manera prepotente el joven pateó la puerta de la vivienda y logró ingresar. Allí se topó con la dueña de casa, Norma Beatriz Ramírez (53). Aunque jamás se pudo dilucidar el motivo, el agresor no utilizó el arma de fuego que supuestamente llevaba, sino que extrajo un cuchillo de importantes dimensiones. Con ese elemento de filo, agredió al menos tres veces a Ramírez, aparentemente cuando intentaba escaparle a la muerte: los tres puntazos fueron en la espalda.El salvaje ataque le afectó órganos vitales y la indefensa mujer apenas alcanzó a caminar algunos metros por el pasillo y se desplomó. En ese lugar, sobre un charco de sangre, sería encontrada más tarde por la Policía. Al percatarse de lo que sucedía, uno de los hermanos de la mujer, de 52 años, salió en su defensa, pero también fue alcanzado por los puntazos, que le afectaron el abdomen y un brazo. Luego del crimen, el sospechoso se dio a la fuga, pero no llegó lejos. En el lugar del hecho los criminalistas secuestraron un cuchillo de mango negro. Lamentablemente, el trágico desenlace no fue un hecho aislado, sino el corolario de una serie de amenazas y agresiones violentas del ahora confeso homicida sobre su concubina y la madre de ésta, y que habían sido denunciadas por la víctima en su momento.





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