POSADAS. “El arroyo Antonica, al igual que el que se encuentra sobre el arroyo Itá en su desembocadura con el Paraná, sobre la avenida Urquiza, es uno de los últimos bastiones naturales que están quedando en la capital provincial”. Lo aseguraba hace poco más de un mes Roberto Stetson, licenciado en Genética, docente universitario, jefe del programa de monitoreo ambiental del Ministerio de Salud Pública, con más de 30 años trabajando en materia ambiental y animal en la región. El comentario lo realizó tras el descubrimiento del nuevo espacio natural que se estaba gestando en el Antonica. Garzas, ejemplares de martín pescador, nutrias, tortugas, carpinchos, patos silvestres, víboras y varios tipos de peces habían adoptado a este nuevo arroyo como su lugar de vida tras las crecientes del río Paraná, para armar, sin querer, una nueva reserva natural. Un hecho admirado por los especialistas. Sin embargo, el jueves pasado, los mismos profesionales se acercaron a hacer un relevamiento a la zona para corroborar el estado en que vive la fauna y los resultados fueron desesperanzadores. “Hicimos un trabajo de monitoreo ambiental, con el apoyo del Ministerio de Salud Pública y la Entidad Binacioanl Yacyretá (EBY) y se pudo evidenciar una importante contaminación. El agua está negra, muy oscura y tiene un fuerte olor a materia fecal. Y esto sucede justo a la altura de la desembocadura con el Paraná. Esta agua llega sin filtro al río”, indicó el profesional.La zona, que se encuentra en la chacra 159, ubicada entre las avenidas Vivanco, Centenario, Jauretche y Tambor de Tacuarí, se convirtió en una cloaca a cielo abierto. Desechos como materia fecal, basura y otros contaminantes flotan en el agua que tiene poca profundidad y generan un olor pestilente. “Hay días en que no podemos soportarlo, no podemos vivir así”, aseguró Alfredo, un vecino de la zona. En la misma línea, Lorena, otra habitante del lugar, indicó que “vemos ratas de todos los tamaños y algunos aseguran haber visto víboras y también hay mosquitos. En verano es mucho peor”.La preocupación de Stetson es que al borde del arroyo se encuentran asentamientos y las personas del lugar podrían sufrir las consecuencias de vivir en un ambiente tan contaminado. “Es impresionante, hay mucho olor nauseabundo. Se necesita intervención urgente pensando en la salud de la gente porque es imposible acercarse al arroyo. También habría que controlar a los asentamientos precarios, porque también contaminan”, indicó y agregó “una de las tareas que tendría que realizarse es que la materia fecal no llegue al arroyo, tenemos que preservar la fauna que ha adoptado a este lugar como propio”.Para llevar adelante este objetivo, el profesional propone “crear una reserva municipal sobre el arroyo Antonica”, y como ejemplo puso al arroyo Itá – sobre avenida Urquiza-, un ambiente saneado y limpio que “es una reserva muy conservada. Algo así deberían hacer con el Antonica para preservar la flora y la fauna del lugar”. Otra de las tareas que hay que realizar es la “erradicación de la vegetación en los márgenes, porque incrementa el basural”.“Quien sea que corresponda se tiene que hacer cargo y limpiar el lugar, no sólo por el bienestar de la fauna que vive allí, también por la gente que habita a la vera del arroyo, y más que nada porque desemboca en el Paraná”, insistió Stetson. La contaminación ambiental amenaza con hacer desaparecer de la ciudad uno de los últimos bastiones naturales. Hay que hacer algo antes que deje de respirar.





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