PUERTO RICO. “Proteger vidas y salvar bienes”. Bajo esa misión fundamental trabajan los Bomberos Voluntarios de esta ciudad, un cuerpo creado por iniciativa de los vecinos en 2009. Previo a esta fecha, la localidad no poseía un cuerpo de voluntarios y sólo contaba con el Cuerpo de Bomberos de la Policía. Entonces, se buscó retomar un proyecto de principios de la década de 1970, cuando el cuerpo de voluntarios local pasó a depender de la Provincia y finalmente se constituyó sólo por efectivos policiales. El 11 de marzo de 2011 se consiguió la aprobación del estatuto de la nueva Asociación de Bomberos Voluntarios de Puerto Rico. Su presidente, Sergio Stang, designó al ingeniero Roberto Tarnowski como jefe del Cuerpo Activo, por su amplia experiencia como bombero voluntario en el Gran Buenos Aires. “Pudimos volcar conocimientos y aplicaciones aquí en el municipio”, comentó Tarnowski en dialogo con PRIMERA EDICIÓN. Hoy son quince bomberos y 25 aspirantes. “Todos trabajan ad honorem, desde el jefe hasta el último cadete. Participan de manera voluntaria, capacitándose como profesionales. Porque son profesionales pese a que su trabajo no sea rentado”, afirmó Tarnowski. El comienzo de las actividadesFue en febrero pasado cuando comenzaron a trabajar. No lo habían hecho antes porque no contaban con unidades para enfrentar los siniestros. Pero gracias a la gestión del sacerdote Walter Waldchutz y su trabajo con la Fundación Beato Adolfo Kolping, llegaron desde Alemania dos unidades con su correspondiente equipamiento. “Gracias a ellos, ya pudimos asistir a varios casos de incendios. Realizamos intervenciones como rescate de animales, por ejemplo. Además contamos con la colaboración de los voluntarios de Garuhapé y Ruiz de Montoya, entre otras localidades. Compartimos material, nos equilibramos para que nuestras fuerzas se complementen. Buscamos tener una dotación amplia en especializaciones”, explicó el jefe del grupo.Antes de la llegada de los móviles, se realizaban capacitaciones: se formó a quienes estaban inscriptos para que cuando llegaran los móviles ya estuvieran entrenados para enfrentar siniestros de todo tipo. Los voluntarios son empleados metalúrgicos, de cooperativas eléctricas o de servicios y de distintas empresas privadas de la zona. Algunos son autónomos y hay estudiantes terciarios y universitarios. “El abanico de participantes es amplio. Se busca formar personas responsables, porque para nosotros las cosas tienen una forma de trabajarse, una disciplina que ayuda a alcanzar resultados positivos. Vamos armando así una familia. Organizamos eventos para recaudar fondos, se hacen trabajos de capacitación y de simulacro de incendios. Mientras, se cumplen las guardias y se hace trabajo interno de mantenimiento y acondicionamiento del material”, resumió Tarnowski, quien insistió en que “hay un compromiso muy fuerte. Porque si vamos a hacer las cosas, las vamos a hacer bien. Es la única manera”.





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