POSADAS. David Gómez (18) jamás regresó de su fiesta de colación: apareció “colgado” de un árbol en Puerto Libertad. También así fue encontrado Ricardo Sosa (28), aunque dentro de una celda de la Decimotercera. Sandro Ortiz (17) se salvó de morir, pero recibió una golpiza feroz. Y Guirula (30), el último de una larga lista, fue rodeado y asesinado a patadas.Esos nombres tienen algo en común: fueron víctimas de la violencia policial en Misiones. Ayer, junto a los familiares del albañil ultimado hace unas tres semanas, realizaron una marcha por las calles del centro posadeño en reclamo de justicia. Pidieron cambios en la formación de los uniformados y hasta avanzaron con la creación de una asociación de víctimas de la violencia en manos de las fuerzas de seguridad.“Estamos conformes porque sentimos el apoyo de mucha gente que está acá con nosotros, aunque pienso que como misioneros tendríamos que ser muchísimos más; la muerte de mi hermano tiene que marcar un antes y un después”, le dijo María a PRIMERA EDICIÓN segundos antes de emprender la movilización rumbo a la plaza 9 de Julio.Del dolor a la acciónUna treintena de personas se dio cita en la plazoleta del mástil, sobre avenida Mitre y Uruguay, alrededor de las 8 de ayer, convocados por María y el resto de sus familiares. A la escena llegaron allegados de otras tantas víctimas de la violencia de Estado, cada uno con su reclamo particular, pero todos con un sólo pedido: nunca más.“Desgraciadamente tuvo que morir mi hermano para que hoy estemos acá, pidiendo que las cosas cambien, como tenía que haber sucedido hace mucho tiempo”, indicó María Guirula, quien explicó que la marcha fue para “mostrar que el de mi hermano no es el único caso, que hay muchos y que todos los familiares estamos unidos”.La unión hace la fuerza. Los Guirula y el resto lo tienen claro. Por eso ya comenzaron a organizarse y la idea de crear una asociación civil de familiares de la violencia policial está más que avanzada. “Esa es nuestra idea, nos vamos a reunir en los próximos días y esperamos a todos los que hoy no pudieron estar; necesitamos de la ayuda de todos, porque esto es para todos, para que nunca más suceda algo así”, sintetizó.La joven dijo que la primera acción de esa organización sería la de entregar un acta a las autoridades provinciales con cada uno de los casos registrados. “En ese documento cada familiar va a escribir lo que pasó, cómo está la causa, si hubo o no resultados, o en qué quedó. Todo para que ellos lo tengan en cuenta. Al menos eso”, sintetizó.El tiempo no lo cura todoCalixto Gómez tiene 52 años, pero no es el mismo de antes. Desde 2006, su vida cambió para siempre: David, su hijo, jamás regresó de su fiesta de colación. Desapareció después de participar en una fiesta con música alta a la que llegó la Policía. Apareció varios días después colgado en un pinal de Puerto Libertad, a 40 kilómetros de su casa en Puerto Iguazú. Todas las sospechas apuntaron a la fuerza, pero la causa nunca avanzó.“Vine desde Iguazú porque este caso es similar al de mi hijo y lamentablemente cada vez somos más los familiares de víctimas. Por eso creo que ahora es el momento de exigirle al poder político que cambie la metodología de la Policía provincial, porque esto viene sucediendo sistemáticamente y hay gente muy humilde que no tiene la posibilidad de reclamar”, sostuvo Calixto.Gómez sintetizó tanto dolor y tanta espera por justicia en una sola frase: “esto no da para más”. Apuntó directamente contra la preparación de los uniformados. “Mientras no cambie el programa de educación de los cadetes de Policía, esto no va a cambiar. Ellos tienen la misma continuidad de aplicar lo que se aplicaba en la época de la dictadura; si un joven cae preso en un calabozo tiene los mismos signos de tortura que cuando estaban los militares”, apuntó.Otro caso similarBastante parecido es el caso de Ricardo Sosa (28), casualmente también en la comisaría seccional Decimotercera de Posadas, adonde Guirula llegó muerto en la madrugada del sábado 19 de julio de 2014.Sosa fue demorado en un procedimiento policial y trasladado a esa dependencia el sábado 5 de octubre del año pasado. A las pocas horas apareció sin vida, colgado de la puerta del calabozo en el que se encontraba.“Estamos acá para apoyarnos entre todos los familiares. El tema de Ricardo nos pegó mucho y hasta ahora seguimos sin poder recuperarnos. Cuando nos enteramos lo de Guirula volvimos a recordar todo lo que pasamos”, le dijo a este diario Carla Sosa (27), hermana de la víctima. La joven aseguró que advirtió a las autoridades en su momento, pero nadie la escuchó. “Todo esto se pudo haber evitado, tuvo que pasar otra desgracia para que se den cuenta”, esbozó.Presencia desde Buenos AiresLa marcha de los Guirula tomó aún más fuerza con la presencia de Carola Cerda (44), nada más y nada menos que la tía de Ezequiel Demonty (18), el joven golpeado en un procedimiento policial que murió luego de que uniformados lo obligaran a saltar a las aguas del Riachuelo, en Capital Federal.Sucedió en septiembre de 2002 y el caso marcó la agenda mediática nacional. Significó claramente un antes y un después. “Hoy venimos a acompañar a Mary con la causa de Carlos; los policías que debían cuidarlo parece que aprendieron todo de la época de la dictadura”, acusó la mujer.Cerda dijo que en Misiones hay muchos casos más, pero la gente “tiene miedo de hablar”. Por eso aseguró que “les decimos a todos que para tocar a un familiar más nos van a tener que tocar a todas las madres, de Capital Federal, de Misiones o de donde sea, porque hoy somos todas una sola”.Junto a Gumercinda Giménez (51), quien perdió una hija de 16 años en manos de un efectivo de Gendarmería Nacional que le disparó a la cabeza porque se negó a salir con él, Cerda explicó que vinieron exclusivamente a Misiones “para que las autoridades sepan que María no está sola”. Arribaron minutos antes del inicio de la marcha y tenían previsto regresar a Capital Federal anoche.Sobre la marchaLa movilización se largó cerca de las 9.30 de ayer y recorrió las calles del microcentro posadeño, hasta que llegó al frente de la Casa de Gobierno. Después de unas breves palabras de Calixto
Gómez, los familiares de Guirula caminaron hasta la catedral posadeña, donde protagonizaron un momento de reflexión y oración.Antes de entrar, conmovida y con lágrimas en sus ojos, la madre de Guirula habló con este diario y dijo algunas palabras que sirven para describir el dolor que la mueve, a ella y sus allegados. “Es algo tan triste saber que no lo voy a ver nunca más. Es tan duro. Siempre me pregunto por qué me pasó esto a mí, por qué la Policía me sacó un hijo”, dijo emocionada. Una pregunta que nunca más una madre misionera debería hacerse.




Discussion about this post