POSADAS. La historia, como tantas otras cosas, se hereda. Son pocos los que saben reconocer esa cronología previa, entendiendo su valor a posteriori. Es el caso de los coleccionistas. Los que perpetúan esa historia hecha billete, en este caso. Miguel y Cecilia no tienen relación de parentesco alguna. Miguel es estudiante y docente, enseña inglés y tiene 26 años. Cecilia es médica y ya apagó 52 velitas en su pasado cumpleaños.Pero ambos tienen una pasión que los une. Que los juntó en esas charlas cuando uno se encuentra con un grupo de gente que le otorga el mismo valor a las cosas que uno valora. Ambos son coleccionistas de billetes, de la historia detrás de ese papel que tiene valor, valor como para comprar un chicle o una casa, dependiendo de la cantidad que se tenga. La historia de MiguelMiguel Ángel Pacheco (26), estudiante y profesor de inglés, siempre supo que había algo en las monedas y billetes que le llamaba la atención y como esas cosas se heredan, recibió de su mamá algunas monedas que evidentemente ella había juntando previamente. “Era un hobbie para mí, tenía algunas y lo hacíamos con un vecino y un amigo, pero fue eso nada más, un pasatiempo”. Con la llegada del 2012 también comenzó su real gusto por la numismática, el arte de coleccionar monedas y billetes. “En ese momento un par de personas me fueron regalando monedas y fue ahí cuando comencé a engancharme realmente. Junté lo que me dieron con lo que yo tenía guardado y me empecé a dedicar nuevamente”, aseguró en una charla con PRIMERA EDICIÓN.“Al comenzar tenía monedas mayormente argentinas, después fui sumando paraguayas y brasileras. Todas de países limítrofes en una primera instancia. Con el tiempo pude conseguir algunas de Alemania y España, pero cosas muy comunes”, sostuvo sobre los inicios de su colección. “Las monedas más viejas son las más fáciles de conseguir, contrariamente a lo que se cree no es muy complicado obtenerlas. Varios coleccionistas de Posadas las tienen y entre todos nos ayudamos, o también pasa con gente de Encarnación, Corrientes e incluso Chaco”, afirmó mientras sostenía una carpeta de folios, pesada, que en su interior contenía monedas de todas las formas y colores, y billetes de distinta denominación y con varios próceres con la misma mirada hacia ese futuro promisorio. “La más vieja de las monedas que tengo es una de 1890. Se la compré a un vendedor de la ciudad por diez pesos, porque aunque sea viejo no significa que valga mucho. Son otros los factores que disparan el precio como por ejemplo, la escasez”, indicó. Miró su colección para seguir la explicación y habló de que en 1897 aparecieron los níqueles en tres valores: cinco, diez y veinte centavos, que anduvieron en circulación hasta aproximadamente 1940, cuando se introdujo la de cincuenta centavos, “después cambiaron las monedas, si incluso hubo monedas de cincuenta pesos, que hoy serían centavos”.Entre las más curiosas dentro de su colección está la de ½ centavo, “es la moneda de menos valor, porque no llega ni a un centavo. Es bastante simpática y curiosa, a mí me gusta por el valor que para los de nuestra generación es desconocido y por el hornero como animal que tiene detrás”. Cuando dio vuelta la página aparecieron los billetes, “que aún me faltan algunos para completar mi colección, de a poco los voy consiguiendo”.Cecilia y su colecciónCecilia Fia (52), médica, comenzó su colección desde muy pequeña, cuando ya reconocía del valor que tienen y que tendrían algún día. “Yo comencé a coleccionar a los diez años y empecé con las monedas, en ese momento, actuales: eran las que tenían al caballito, la fragata y eran muy bonitas. Entonces las iba coleccionando una cada año que salía. Esa era mi colección, las iba agregando”, contó sobre las monedas que tiene. Esa pasión de chica por algo que le resultaba “bonito” se apagó cuando comenzó la hora de estudiar. Pero sorpresivamente nació otra. “De grande comencé con las estampillas, que también me gustan mucho, y siempre van de la mano con los billetes. Después comencé con algún billete que estaba dando vuelta o alguna moneda que la guardaba porque el que sabe valorarlo no quiere que esté tirado. Con el tiempo comencé a tener varias, a organizarlas, ordenarlas, y de a poco, hace aproximadamente cuatro años, me estoy dedicando más”, aseguró. La colección los unióLos coleccionistas de distintas cosas comenzaron a reunirse esporádicamente para contarse anécdotas y generar espacios de encuentro donde darle rienda suelta al interés que tienen en común. “Los conocí porque en el 2012 una amiga me tiró la información de que se reunían en la Sociedad Italiana. Me había contado que ya se habían reunido varias veces. Yo fui solamente a observar, porque no tenía nada. Allí hice contacto con Cecilia y casualmente es la mamá de una colega profesora de inglés, a quien conozco”, relató Miguel. Ambos comenzaron a contarse sobre qué billete o moneda tenían, e incluso en una exposición organizada los primeros días de julio pasado, se presentaron juntos. Cómo mantener a salvo la colección“La humedad es el mayor problema para un coleccionista de billetes. Es de lo que más tenemos que cuidar, incluso más por esta provincia en que vivimos con este tipo de clima complicado, porque la humedad deteriora. Para guardarlos hay que esperar a un día bien seco, los acomodás en el folio y de alguna manera queda hermético. Quizás cada tanto habrá que asolearlos o ventilarlos”, manifestó Cecilia. Miguel, por su parte, aseguró que “los billetes se deterioran mucho más fácil que las monedas, obviamente, pero los ponés en folios o carpetas y te podés quedar tranquilo. Es más, conozco una manera de lavarlos. Se utiliza agua tibia o alcohol y luego los planchás. El agua tibia saca la mugre que tiene el billete, y luego los colocás en los folios, aunque a veces éstos también son dañinos porque tienen químicos que a la larga pueden dañar al billete o a la moneda, pero básicamente es esa la única manera de mantenerlos”. Los materiales, tanto fo
lios como carpetas, hay que pedirlos a Buenos Aires. Esa es la vida de los amantes de los billetes y las monedas, el arte de la numismática. ¿Qué necesita un hombre para quedar inmortalizado en un billete?En la Argentina se ha homenajeado a próceres y políticos de todas las maneras imaginadas. Se dieron sus nombres a calles, autopistas, escuelas, hospitales, barrios y cualquier cosa que necesitara de una denominación. Sin ir más lejos, una vez fallecido el expresidente Néstor Kirchner, sus compañeros de partido nombraron y renombraron todo lo que pudieron con el apellido y nombre de quien fue su máximo representante. Pero, ¿qué tiene que hacer un político o un prócer para quedar inmortalizado en un homenaje, que tiende a ser eterno? “Yo creo que habría que preguntarle a quienes deciden, el porqué de la disposición, no hay detrás de ella más que una clara y fuerte ideología”, así lo entiende Felipe Pigna, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. La historia en los australes no es muy diferente. “La emisión excesiva de la moneda, debido a la constante y galopante inflación hizo que varios presidentes, por el sólo hecho de serlo, hayan aparecido en los billetes. Tenemos a presidentes homenajeados de esa manera, algunos incluso muy paradójicos, como es el caso de Bernardino Rivadavia, que se encontraba en el billete de 1 austral, que en aquel momento, valía más que un dólar, porque valía 89 centavos de dólar, cuando fue por su iniciativa que el Gobierno contrató, en 1824, un empréstito con la firma inglesa Baring Brothers por un millón de libras. Descontadas las comisiones de los gestores, los gastos de emisión y varias cuotas adelantadas, llegaron a Buenos Aires sólo 570 mil. Pero la deuda se asumía por el total: 1 millón de libras”, sostiene Pigna. Ninguna libra fue utilizada en su objetivo inicial, es más, se dilapidó en gastos improductivos. Ese fue el puntapié inicial de la deuda externa argentina. Miguel Juárez Celman fue un presidente que “llevó adelante una política económica liberal fomentando la privatización de todos los servicios públicos. Esto dio lugar a grandes negociados y generalizó la corrupción en la administración estatal. Es más, su alocada política privatista permitió la sanción, por decreto, de una “Ley de Bancos Garantidos” que autorizaba a los bancos privados a emitir papel moneda de curso legal. Esto incrementó descontroladamente la circulación monetaria y generó una notable inflación”. ¿Será por eso que fue el rostro visible en el billete de cinco mil australes? Luis Sáenz Peña llegó a la presidencia en 1892, “tras las elecciones donde se perpetró un fraude monumental e incluso debió renunciar en 1895, acuciado por la falta de legitimidad de su gobierno”, indicó Pigna, y agregó, “pero no se lo debe confundir con su hijo, Roque Sáenz Peña, quien puede ser considerado el autor de la ley electoral sancionada en 1912 que puso fin a décadas de fraude y exclusión política de buena parte de la población argentina”. Luis aparece en el billete de 50 mil australes. Santiago Derqui aparece en los diez australes tras una fugaz presidencia de aproximadamente 18 meses entre 1860 y 1861, sólo por citar algunos ejemplos. “Los homenajes son llamativos, en este caso por el solo hecho de ser presidentes aparecían en billetes, lo que no debiera ser una condición única. ¿Imaginan a Fernando De La Rúa en un billete?, finalizó Pigna.





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