POSADAS. “La cuestión social más apremiante y que evangélicamente clama al cielo es la trata de personas, donde hay quienes hacen negocios utilizando niños y niñas como si fueran mercancías. Eso es signo de una sociedad prostituyente, que deja a los niños a la intemperie, no los custodia ni protege”. El sacerdote jesuita Pablo Ferreiro, como muchas otras personas, ha decidido escuchar este “clamor que se siente en el alma cuando vemos que en las esquinas de Posadas, Iguazú y tantas otras localidades de Misiones hay niñas que están siendo explotadas sexualmente”. A modo de ejemplo, mencionó el terrible caso de la camioneta azul estacionada en avenida Espora y Uruguay, a sólo pasos de la iglesia Itatí, donde a toda hora explotaban sexualmente a tres niñas de 12, 14 y 15 años. Ferreiro, quien entre 2009 y marzo pasado vivía en la casa parroquial junto a dicha iglesia, colaboró en la investigación de este delito. Ese año creó y actualmente preside la Fundación para la Educación Integral en Misiones (Feim), que integra la Coalición de ONG Alto a la trata y Explotación Sexual. Para abordar la “insoportable situación que viven niños y niñas”, estas ONG desarrollaron el Refugio Mburucuyá (sobre calle Quiroga, entre Juncal y Los Helechos, en el barrio Ñu Porá de Garupá) que será presentado en sociedad hoy a las 10 y se inaugurará en septiembre. “Este refugio busca ser una intervención modelo que permita la reinserción y rehabilitación social de estas víctimas de explotación sexual y trata de personas de Misiones y de la región”, señaló Ferreiro a PRIMERA EDICIÓN, destacando que para su funcionamiento realizan un sistema de membresía para que la comunidad pueda colaborar como voluntariado en distintas tareas o con aportes económicos.¿Qué significa la rehabilitación social de las víctimas?Esta rehabilitación es un trabajo realizado con intervención de equipos interdisciplinarios y busca que las niñas puedan sanar su historia de violencia, de injusticia, reconciliarse con su historia personal, lograr tener confianza en sí mismas y en sus capacidades, aprender actividades que les permitan una inserción laboral o crear un emprendimiento propio. Y también brindarles herramientas para una vinculación sana con la comunidad y que puedan comprender que hay otros adultos en los que sí pueden confiar; y si es posible, que puedan reintegrarse en su círculo familiar.¿En qué consiste el sistema de membresía?La iniciativa del Refugio Mburucuyá es hacer partícipe a la comunidad de esta iniciativa de la Coalición. Llamamos a todos a participar del proyecto que estaremos presentando en sociedad el viernes (por hoy). Vamos a implementar un sistema de voluntariado de personas que puedan colaborar con el refugio, por ejemplo yendo a cocinar o a brindar algún servicio concreto. También apoyo profesional de médicos y psicólogos que quieran atender a las niñas, contadores, abogados que puedan colaborar con la administración… Creamos un sistema de membresía con colaboración económica para el mantenimiento operativo del hogar que puede ser una cuota mensual o un aporte único. El hogar fue construido con aportes de la Fundación Bemberg de Buenos Aires y ya está terminado. Sólo resta equiparlo y en eso también requerimos la colaboración de la comunidad porque necesitamos camas y muebles, heladeras, cocinas, entre otros. En varias intervenciones, el papa Francisco ha manifestado su preocupación por la trata de personas. ¿Eso los alienta a profundizar el trabajo?Mi experiencia personal parte de la fe. Como jesuita, la misión es no solamente transmitir el Evangelio, sino atender las situaciones de injusticia en el mundo y responder a ellas para construir un mundo más justo. Personalmente me motiva que el papa Francisco está interesado y comprometido en esta lucha contra la trata. Hay varias intervenciones del Papa para denunciar este tema, a nivel mundial. Él se pregunta cuál es la causa de la demanda creciente de explotación y también pregunta qué es lo que estamos haciendo como sociedad para responder a este tema, que es muy grave y ya no podemos tolerar más.A pesar de eso, hay quienes conocen del problema pero está tan naturalizado que creen que nunca se podrá cambiar y no vale la pena luchar ¿Qué opina?El trabajo que realizamos con la Coalición no sé si será una solución definitiva o si es una gota en el océano, pero queremos que sea un hogar modelo en el que puedan involucrarse todas aquellas personas a las que les duela la situación de tantas niñas y niños. Creemos que es necesario no sólo lamentarse, sino que con este refugio la sociedad de la provincia, la región y a nivel nacional puede dar una mano para que las víctimas vivan una vida mejor y para que se pueda evitar que siga habiendo niñas y niños abusados y explotados.¿En la zona de la Iglesia Itatí ha cambiado algo en relación a si sigue habiendo niñas que son explotadas sexualmente? En toda esta zona de Espora, Uruguay y Lavalle lamentablemente se sigue viendo a niñas y adolescentes que están siendo explotadas. En situaciones como las de esa combi que tomó trascendencia mediática, se hacen operativos durante algunos días en la zona, pero luego estas redes siguen operando con total impunidad. Hace pocos días me enteré de que liberaron a todos los acusados de ese caso. También en mi trabajo durante los años que viví en Posadas, en los barrios San Jorge y San Lorenzo, se han acercado niñas para contar una historia de seis años de abusos de sus propios abuelos, padres, padrastros u otros familiares.Situaciones muy traumáticas…La primera reacción al escuchar estos relatos es de impacto, no saber qué decir ni qué hacer. Cuentan una historia de mucho dolor y sufrimiento, pero luego está la posibilidad de activar mecanismos de instituciones educativas y la Justicia para poder rehabilitar a estas personas y activar instrumentos jurídicos para que se pueda sancionar a los explotadores.Hace algunos años se implementaron iniciativas como “Whiskerías cero”. ¿Le parece que han funcionado?Me da la impresión de que algo más falta, porque con la ley “whiskerías cero” aún no se llegó a las causas estructurales de la explotación sexual. Me gustaría tener una ley de “clientes cero” o “proxenetas cero”. Es necesario que la sociedad sancione moralmente a estos delinc
uentes, pero hay una invisibilización y naturalización de esta explotación sexual.También cabe preguntarse ¿por qué crece la demanda?Yo tengo una interpretación más bien psicoanalítica: me da la impresión de que es una especie de “aprovechamiento incestuoso”. Porque los “clientes” son hombres de unos 50 años y, por las edades, estas mujeres explotadas podrían ser sus hijas o nietas. Ellos compran los cuerpos de estas nenas, que están atravesados por injusticias, una situación horrorosa, insostenible que no podemos seguir tolerando como sociedad.





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