POSADAS. La capital provincial está circundada por arroyos que desembocan en el bravo y majestuoso río Paraná. Sin embargo, la explosión demográfica de los últimos años y el poco cuidado de los cursos de agua hacen casi imposible que en ellos exista vida alguna.Atendiendo a esta realidad, desde hace un tiempo se observa una excepción a la regla en el arroyo Antonica, más precisamente en la chacra 159, ubicada entre las avenidas Vivanco, Centenario, Jauretche y Tambor de Tacuarí. Muy cerca de su desembocadura en el Paraná, este arroyo creó un atractivo e interesante espacio natural. Allí, los pocos vecinos que pueblan sus inmediaciones pueden ver de un tiempo a esta parte, varias especies que no se observaban desde hace años en varios sectores de la capital provincial, como garzas, martines pescadores, nutrias, tortugas, carpinchos, patos silvestres, víboras y varios tipos de peces.Ramón Benítez, habitante del lugar, dialogó con PRIMERA EDICIÓN y comentó que “es algo hermoso ver a las mañanas o a las tardes a las aves. Además, hay carpinchos y tortugas en esta parte del arroyo”.A lo que agregó: “Nosotros queremos que esto se mantenga, que los animales puedan vivir tranquilos aquí. Cuidamos para que no se acerquen, sobre todo los chicos con hondas o (escopetas de) aire comprimido a cazar; algunos adultos también vinieron con armas con intención de cazar y los disuadimos de la idea”.Opinión autorizadaEste diario recurrió a la opinión del profesional y experto Roberto Stetson, licenciado en Genética, docente universitario, jefe del programa de monitoreo ambiental del Ministerio de Salud Pública, con más de 30 años trabajando en la materia ambiental y animal en la región.Al ser consultado sobre la población y el ambiente natural creado en esa franja del arroyo Antonica, comentó que “las últimas crecientes, sobre todo del río Paraná, hicieron de transporte a través de los camalotes y ramas a estas aves que seguro así ingresaron a esta parte del arroyo Antonica. Después, tomaron como suyo el lugar”.En cuanto a la aparición de carpinchos, nutrias, tortugas y víboras, argumentó que “este lugar es un espacio de aguas tranquilas, especial para este tipo de animales y con abundante vegetación, la cual es su alimento diario. Entonces también habrán adoptado el lugar como propio al ver esas facilidades a su alcance”. “Vale decir que las tortugas o los carpinchos también pudieron haber sido arrastrados por las últimas crecientes. Por eso su reciente aparición”, apuntó.Por último, el profesor Stetson sentenció: “Este lugar, al igual que el que se encuentra sobre el arroyo Itá en su desembocadura con el Paraná, sobre la avenida Urquiza, es uno de los últimos bastiones naturales que están quedando en la capital provincial”.





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