La mañana del sábado sorprendió a Marcelo Machado y Sabrina Müller sentados frente a su casa, contemplando cómo el agua comenzaba a bajar. Él sentado en una silla que rescató del agua sucia y ella sobre el pasto, recostada sobre un arbusto. Se trata de una pareja joven, al igual que la mayoría de su barrio, el Chivilcoy, que sufrió la inundación de su casa. Marcelo trabaja como tapicero y Sabrina es ama de casa. Viven en una vivienda que les dejó el padre de la mujer, a unos 150 metros del arroyo que pasa por el centro de la ciudad. “Tuvimos que sacar todas las cosas y llevar a la casa de unos parientes. Desde que estamos acá, no hace mucho tiempo, nunca tuvimos una crecida del arroyito como para que nos afecte de esta manera. Pero dicen que en el año 83 llegó hasta donde está nuestra casa”, dijeron señalando el terreno y haciendo pausas como tragando palabras por la angustia. “Nosotros nos ayudamos entre parientes para evacuarnos. Nos llamaron por teléfono para contarnos que el río iba a subir y que el barrio sería el más afectado. También las radios locales reiteraban hasta el cansancio la noticia que se venía una crecida grande y cuando comenzó a subir el agua comenzamos a ayudarnos unos a otros”, comentó la pareja, con un dejo de nostalgia, graficando la situación que les tocó vivir tan de cerca.“Veíamos a un vecino que le estaba llegando el agua e íbamos a ayudar entre todos. Después a otro y por ahí nos pedía un pariente que vayamos a su casa en el otro barrio, y corríamos para socorrerle”, agregaron, como despertando de una pesadilla. Contaron que los que transcurrieron fueron dos días muy cansadores porque “no podíamos parar de correr y acarrear cosas. Estamos exhaustos y desesperados. Por suerte la gente se solidarizó con los que se inundaron y prestaban el techo para colocar sus pertenencias. Venían con el auto y no preguntaban de quién eran las cosas, lo cargaban y ahí pedían indicaciones sobre a dónde tenían que llevarlas, y salían. Al rato llegaba otro y seguía llevando cosas y nosotros seguíamos sacando lo que podíamos”, destacaron. Afortunadamente, “nosotros no perdimos nada pero hay gente que su casa quedó bajo el agua y pudo sacar muy poco o nada en algunos casos. Perdieron todo lo que tenían adentro y todavía no saben si cuando baje el agua podrán encontrar algo que sirva. Eso es muy triste”.Comentaron que la Municipalidad de El Soberbio también ayudó mucho disponiendo de los empleados y de los vehículos. Lo mismo pasó con Gendarmería Nacional y la Policía de Misiones, cuyos efectivos estuvieron desde el primer momento con su gente y sus autos llevando las cosas. Pero parece que para Machado y Müller el momento del regreso será la parte más complicada. “No será fácil volver a casa”, reiteran con insistencia. “No perdimos nuestras cosas pero vivienda quedó destruida, estábamos mirando adentro y parece que la furia con la que vino el agua movió parte del piso”.





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