Un mismo espíritu une a los hombres que el 6 de junio de 1944 se lanzaron a la playa de Omaha Beach para liberar Europa de la Alemania nazi, y a los hombres y mujeres que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 se alistaron a las fuerzas armadas de Estados Unidos para luchar en Irak y Afganistán.En un discurso para conmemorar los setenta años del desembarco en Normandía, el presidente de EEUU, Barack Obama, conectó el viernes a la llamada “gran generación”, que derrotó a Hitler y después regresó para levantar el país en la mayor era de prosperidad de la historia, con los muchachos y muchachas que ahora regresa de guerras menos heroicas y en un país con perspectivas económicas inciertas.En 1944 se llamaban Colwell, Kulkowitz o Merritt, por citar los nombres de algunos veteranos que Obama mencionó en su discurso en Omaha Beach. Ahora se llaman Melvin Cedillo-Martín -nacido en Honduras, nacionalizado norteamericano, alistado a un ejército que le llevó a Irak y Afganistán paracaidista- o Jannise Rodríguez, apellidos que reflejan el rostro cambiante de este país y de sus militares.“Los de esta generación, la generación de los miembros del servicio militar del 11-S, también sintieron que algo les empujaba, respondieron a una llamada, dijeron: ‘Yo voy’”, dijo Obama en un ceremonia junto al presidente francés, François Hollande. “Ellos también decidieron servir una causa más grande que ellos mismos. Muchos, incluso al saber que les mandarían donde a los lugares más peligrosos. Y durante más de una década, han resistido despliegue tras despliegue”.Los discursos en Normandía son un clásico de la retórica presidencial norteamericana. Cada presidente, al hablar de la historia y recordar el que probablemente la última guerra heroica de EEUU -después de la Segunda Guerra Mundial llegó el empate de Corea, la humillación de Vietnam, la abrumadora victoria ante un débil Sadam Hussein en Kuwait, el fiasco de Irak…, habla de su tiempo.





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