POSADAS. “Se llevaron hasta la alarma y, como no tienen nada más que robar, ahora ocasionan destrozos. Yan van 34 veces que ingresaron a la escuela en menos de un año, esta situación desborda a todos por igual. Perjudica a los alumnos, docentes, padres, psicopedagogos e incluso a la misma Policía, que pese a los patrullajes no puede contener a los delincuentes. En varias ocasiones solicitamos algún tipo de solución, que puede llegar desde el Ministerio de Educación, a partir de asistencia de profesionales, algunas refacciones y reforzar la seguridad en el predio”. El pedido de alguna respuesta, con indignación e impotencia, lo formuló ayer a través de PRIMERA EDICIÓN Pedro Mattos, director de la Escuela 809 del barrio “Nueva Esperanza”, emplazado en el corazón del barrio A-4 de la capital provincial. El directivo aclaró que, si bien los uniformados investigan los casos (el último ilícito fue perpetrado ayer de madrugada), “nosotros tenemos sospechas e indicios de que el o los delincuentes son alumnos del establecimiento educativo”. No obstante, “seguimos adelante, no vamos a dejar que un grupo de diez o quince vándalos perjudique al resto del alumnado, que en total se eleva a 800 menores, quienes están cursando la primaria en turno mañana y tarde”, explicó. Por eso “una labor difícil pero que me corresponde hacer como director es tratar de elevar el espíritu a los demás docentes, quienes ya fueron despojados de casi todos sus elementos para dar clases y están como decepcionados de esta situación. Hablamos de computadoras, elementos de laboratorio como el microscopio, equipos audiovisuales, armarios que fueron destrozados, libros, útiles, materiales didácticos en general, entre otros numerosos objetos” enumeró Mattos. El docente planteó que “sabemos que son alumnos de la escuela los autores de los robos, pero no los tenemos plenamente identificados. Lo lamentable es que tal vez reincidan, porque al tratarse de menores, si los demoran recuperan la libertad casi de inmediato. La Policía patrulla, pero ellos están vigilando y cuando el móvil da la vuelta a la esquina ellos ingresan a la escuela”. El flagelo de las drogasMattos expresó que “en el predio educativo no detectamos presencia de drogas, no obstante es frecuente observar que muchos menores y adolescentes rondan la escuela y se reúnen en plazoletas a fumar marihuana o a consumir otras sustancias. Creemos que muchos de estos jóvenes forman bandas que por las noches se agazapan a la espera de ingresar al predio, que ya no cuenta prácticamente con cercos perimetrales”. “Estos chicos viven en la marginalidad porque lamentablemente no pueden contar con la presencia de sus padres, ya que los adultos se ausentan casi todo el día por cuestiones laborales”, puntualizó el directivo.





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