POSADAS. Isaco Abitbol, veinte años pasaron ya de su partida, quién lo diría; si su música sigue tan latente en el mundo chamamesero como cuando, bandoneón en mano, trajinó por mil escenarios, festivales, peñas, bailantas, radio y televisión.Conocido como el “Patriarca del Chamamé”, fue considerado uno de los pioneros de este ritmo y la música litoraleña de Argentina. En 1942 formó el cuarteto Santa Ana, junto con Ernesto Montiel, el primer conjunto chamamesero que alcanzó la fama masiva. Luego integró entre otros grupos, como el “Trío de Oro” y el “Trío Pancho Cué”.Es que, desvinculado del Cuarteto Santa Ana, armó su propia agrupación, que en algunas oportunidades fueron tríos, cuartetos y quintetos. Compartió así grabaciones y escenarios con músicos de la calidad artística de Tránsito Cocomarola, Samuel Clauss, Emilio Chamorro, Emeterio Fernandez, Pedro de Ciervi, Antonio Niz, Lorenzo Valenzuela, Rubén Miño, Julio Luján, Alejandro Barrios, Miguel Repiso, Luis Ferreyra, José Cejas, Hermanos Zamudio, Hermanos Navarro, “Nene” Fernández, Pascasio Ubeda, Héctor Chavez, Julio Lorman el Dúo Gómez -Florentín y Roberto Galarza, por sólo nombrar algunos.Además, llevan la firma de Abitbol más de 200 obras registradas, muchas convertidas en clásicos del cancionero popular, como “Paraje Bandera Bajada”, “Tita”, “La taba”, “Bodas de plata”, “La bailanta” y, el más difundido, tal vez, “La Calandria”, la obra con más grabaciones del género litoraleño.Sin nombrarlo, en cualquier rincón del país es sinónimo de Corrientes; principalmente por las características con las que se identificó siempre, humildad, silencio y respeto.Dos décadas pasaron desde que un ángel vino a buscarlo, desde que dejó esta tierra para dedicarse a la música de la eternidad, el 6 de marzo de 1994, el día que entre sollozo y las lágrimas, el llanto de “La Calandria”, esta vez más triste que nunca, ejecutada por la Orquesta Folklórica de la provincia de Corrientes, dirigida por el maestro Fernández Luque, a la que se sumaron otros colegas músicos, acompañaba su partida hacia su última morada, en Alvear, su pueblo natal, para “descansar eternamente en su pueblito”.Todo homenaje es poco para este hombre, muy reconocido por su permanente actitud de bondad y de entrega absoluta en la amistad, de la que hizo un verdadero culto, cuyos temas continúan tan vigentes como el primer día, pues su nombre representa toda una historia dentro de la evolución y el desarrollo de la música correntina.





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