BUENOS AIRES (Medios digitales). El padre Grassi armó una revolución en la cárcel de Campana, donde está detenido desde septiembre pasado. Es el hombre más famoso de la unidad y con sus contactos consiguió un pesebre tamaño natural que le cambió la cara al penal. El cura, condenado a quince años de prisión por corrupción de menores, superó el período de adaptación a la vida carcelaria. Se recuperó de una crisis depresiva que lo afectó durante los primeros días y ahora enfrenta su presente con múltiples actividades. Gracias a él la Unidad Penitenciaria Nº 41 cuenta ahora con un pesebre tamaño natural, que fue donado por Fernando Pugliese, escultor y creador de “Tierra Santa”. Según publica el diario Perfil, el pesebre, similar al que fue montado en la Plaza de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, fue ubicado en uno de los accesos a la cárcel para que las visitas puedan sacarse fotos. “Lo hemos donado para que los presos y sus familias tengan un refresco espiritual”, confiesa Pugliese a Perfil. La gestión fue iniciada desde la cárcel por el propio Grassi, quien se puso en contacto con Pugliese y le trasladó su idea. Desde el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) explicaron que el pesebre fue inaugurado el viernes 13 de diciembre pasado, aunque aclararon que el sacerdote detenido no puede acceder al sector donde fue colocado. Grassi también tomó el control de las tareas de beneficencia que se realizan en la unidad donde está detenido junto a otros presos tristemente célebres, como el caso del viudo Carlos Carrascosa, condenado a prisión perpetua por el crimen de María Marta García Belsunce. Entre otras cosas, el cura se encarga de seleccionar y repartir la ropa que envía Cáritas a la cárcel.





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