POSADAS. Para Aníbal Medera el 16 de abril de 2012 era un día especial. Su familia se iba a agrandar, pues era la fecha esperada e indicada por los médicos para la cesárea programada para su esposa. No obstante, aquel día se convirtió en una pesadilla. Mejor dicho, fue el comienzo de un verdadero calvario para el protagonista de esta historia. En una extensa charla con PRIMERA EDICIÓN, Aníbal Medera relató cómo su vida cambió a partir de ser acusado falsamente de estafa, de cómo fue prácticamente expulsado de su pueblo por parte de un grupo de policías, de cómo fue maltratado por algunos efectivos que lo consideran su “enemigo número uno” en la zona y por animarse a denunciar. Además, relató de que se tratan las numerosas denuncias que ya radicó ante la Justicia por apremios ilegales, por el robo del motor del automóvil que los mismos uniformados le incautaron y por el largo peregrinar que tuvo en diversos juzgados y tribunales para poder probar que era inocente. A todo esto, Medera perdió un año y medio de su vida buscando evidencias que lo absolvieran, como finalmente sucedió y quedó asentado legalmente. Además padeció daños que salpicaron a su familia: teniendo en cuenta que su esposa, quien es integrante de la Policía de Misiones, fue perseguida e incluso sumariada por sus pares sin ningún tipo de prueba que lo avalara. Medera finalmente puede caminar tranquilo y denunció ante este Diario a numerosos policías que lo acusaron e incluso agredieron físicamente (pese a ser discapacitado), quienes de acuerdo a su palabra, cargan con antecedentes muy graves, vinculados con corrupción y otros delitos.De puño y letraA mediados de abril del año pasado Medera adquirió un Fiat 600, sin embargo, y según contó “lo hice por 5 mil pesos y cometí el error de hacerlo, a pedido del vendedor, a través de un recibo o boleto de compra venta que él mismo escribió, confeccionó y firmó. Poco después me denunció ante la comisaría de Campo Grande por supuestamente llevarme el vehículo y no devolverlo. Pero la Justicia peritó el mencionado documento y estableció mediante pruebas caligráficas que la letra pertenecía a la persona que hizo el trato conmigo. Ocurre que yo de buena fe acepté hacer ese intercambio sin escribano porque faltaba el 08, documentación que el vendedor me dijo que iba a buscar para formalizar los trámites. Pero resulta que poco después me denuncia por hurto automotor. Paralelamente, en la jurisdicción donde yo me domiciliaba existen al menos tres policías a los cuales conozco sus antecedentes, que no son nada buenos, y a partir de esta causa comenzaron a perseguirme y acusarme de delitos que no cometí y probé fehacientemente que no estoy vinculado. El primero de los hechos por el cual me investigaron y me detuvieron fue la denuncia por el supuesto hurto automotor. Posteriormente me involucraron, también falsamente en un robo calificado perpetrado en Salto Encantado, donde me enteré que indujeron a la víctima a reconocerme exhibiéndole una foto mía en un teléfono celular (de uno de los policías), y donde le preguntaban insistentemente si era yo el asaltante. Luego me sindicaron como integrante de una banda que roba automóviles en Buenos Aires y lo trae a la provincia. Todo porque me vieron movilizarme en una camioneta alquilada (en Posadas) y a mi esposa en un Fiat Palio que le pertenece al padre y la autorizó legalmente a conducirlo. En esa investigación acusaron a mi pareja solamente por manejar el vehículo de su padre. Ella fue la primera mujer policía en la dependencia de Campo Grande, pero le iniciaron un sumario por una acusación o sospecha interna de la Policía que carecía totalmente de fundamentos y que también llevamos a la Justicia, estableciéndose que jamás fue siquiera sospechada de ilícito alguno. Pero lo del Fiat 600, cuando comenzó esta irracional persecución hacia mi persona no terminó ahí. Fui detenido por dos policías mientras estaba esperando que atiendan a mi esposa en una clínica de Campo Grande. Dos policías me llamaron, me esposaron y me llevaron a la dependencia sin notificarme en ningún momento el motivo de detención. Luego de seis horas recuperé la libertad. En esos momentos desconocía que la pesadilla recién comenzaba. Que iba a perder no solamente el motor de mi automóvil, sino también mucho de dignidad. No me quedó otra opción que luchar y probar mi inocencia”. Más de un mes tras las rejasMedera, luego de ser acusado por hurto automotor y por la misma persona que le ven dio el Fiat 600 por 5 mil pesos, sorpresivamente fue acusado por la policía de participar en un asalto y de integrar una banda de robacoches. “Estuve 37 días detenido en Aristóbulo del Valle. Pero fue parte de la persecución policial que tuve desde el día en que me asenté en Campo Grande, allá por junio de 2011 y porque muchos uniformados sabían que yo los conocía de Bernardo de Irigoyen, donde me crié. Uno de ellos es el jefe de la comisaría de Campo Grande, el oficial principal Gilberto Sequeira Da Silva, quien fue investigado por la desaparición de marihuana durante un operativo. El otro es el actual jefe de Toxicomanía de la Unidad Regional XI de Aristóbulo del Valle, Ricardo Karasec, quien estuvo investigado en el marco de una causa relacionada con contrabando de caballos, en 2003. Este uniformado tiene otra particularidad, siempre se presenta como ‘oficial’, siendo que ese no es su grado y está incurriendo en un delito al mentir sobre su rango. Un tercer efectivo que me perjudicó moralmente es el jefe de la Brigada de la citada unidad de Aristóbulo, Pascual Acevedo, quien tiene una foto mia en un teléfono celular y la exhibe a las víctimas de hechos delictivos en la zona preguntándoles si el autor del hecho se parece a mí. Por si fuera poco, apenas llegué a Campo Grande me enteré que vecinos del lugar vinculados a una empresa de seguridad privada le compraban chalecos antibala de Gendarmería Nacional, esposas, una radio portátil con frecuencia policial y un arma de fuego a los efectivos de la jurisdicción. Si bien esos elementos fueron incautados en una ocasión, la causa fue llamativamente cajoneada, más que nada porque los sospechosos son ‘colaboradores de la policía’. Justamente y con el objetivo de informarle de la situación que se vive en la zona le envié recientemente una carta documento al Comisario General Héctor Munaretto, Jefe de la Policía, dando cuenta que denuncié a parte
del personal de la comisaría de Campo Grande por abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario público y hurto. Esa presentación fue ante la Fiscalía de Instrucción 2 de Misiones. Le pido encarecidamente a las autoridades correspondientes, que investiguen el accionar de ese personal en Campo Grande, como ser Asuntos Internos de la Policía. Esto debe llegar a oídos de la sociedad en general para que tomen cartas en el asunto ya sea el mismo jefe de la policía, el ministro de gobierno o de seguridad de la provincia”, precisó Aníbal Medera. ¿Y el motor?Poco después de haber sido detenido bajo sospecha de robar el auto que compré legalmente, obviamente que fui a buscarlo a la comisaría, donde lo habían llevado tras incautarlo. Pero grande fue mi sorpresa cuando, ante presencia de escribano público, se estableció que le faltaba el motor, como así también numerosos accesorios. El jefe de comisaría (Sequeira Da Silva), cuando fui a reclamar, no me atendió y se retiró rápidamente de la dependencia. Poco después ese mismo efectivo, sabiendo de mis denuncias, me dijo que quería que yo me vaya del pueblo porque ellos ‘tenían la solución si no me iba’. Eso lo interpreté como una amenaza de muerte. Insisto en que pese a que me acusaron en varias ocasiones y tuve que demostrar mi inocencia, está a entera disposición de la Justicia mi dirección real y actual en Oberá. Figura en la comisaría Primera de Oberá, en el Juzgado de Instrucción y en el Tribunal Penal de Eldorado. Por si fuera poco, le di mi dirección al jefe de Policía, ante cualquier cuestión que me solicite. Reitero el pedido a las autoridades para que investiguen al grupo de efectivos de la comisaría de Campo Grande que denuncié, que sigue perjudicando a algunas personas en la comunidad y que sufren al no tener respuesta sus denuncias. Asimismo, que de alguna manera revisen sus hojas de vida o antecedentes, para que vean que no me equivoco. Asuntos internos también debería investigar los ingresos del jefe de esa comisaría, ya que se moviliza en un auto de alta gama y tiene propiedades muy caras, cuando hay jefes de comisarías que llegan a fin de mes haciendo adicionales. Por último quiero decir que denuncié la inacción del Juzgado Penal de Oberá porque me cajonean las causas, y esta presentación la radiqué ante El Superior Tribunal de Justicia y Derechos Humanos de la provincia.




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