SANTIAGO DEL ESTERO (Medios digitales). En lo que los investigadores califican como macabro, espeluznante e inédito en la historia criminal de las redes de trata de personas, en la localidad de La Banda, en la provincia de Santiago del Estero, decenas de prostitutas fueron sometidas durante años a insospechados tipos de análisis químicos y físicos en un tétrico “laboratorio” que había sido montado exclusivamente por sus secuestradores para determinar si realmente eran “aptas” para trabajar como esclavas sexuales.La extraordinaria revelación surge del escalofriante relato de una de las mujeres que permaneció secuestrada y obligada a prostituirse en una de las tantas “whiskerías” instaladas en La Banda que, hace poco tiempo, fue definitivamente clausurada por la Justicia y donde permaneció raptada durante varios meses hasta que fue rescatada por distintas fuerzas de seguridad.El siniestro predio, ubicado en un barrio de ese municipio santiagueño, fue descubierto luego de que una mujer oriunda de Misiones de 35 años, sometida a esclavitud sexual, develara a las fuerzas de seguridad la existencia de este “laboratorio” donde los efectivos encontraron distintos documentos médicos y bioquímicos “dignos de una organización delictiva de gran magnitud”.El fantasma de los nazisComo en los archivos más negros de la historia de la humanidad, las mujeres eran discriminadas en las fichas por color de piel, ojos, cabellos, estatura e imagen facial, y luego de ser sometidas a insospechadas “pruebas”, eran calificadas como “aptas o no aptas” según los resultados, aunque no se llegó a determinar cuál era el destino de aquellas mujeres que no pasaban los exámenes. La misionera es considerada como una heroína por la prensa de Santiago del Estero, pues gracias a su valentía y arrojo no sólo logró escapar de sus captores, sino que también salvó a sus hijas de ser secuestradas por esta red de trata de personas, de la que pudo escapar y dar aviso a la policía de esa provincia, con lo que se pudo iniciar la investigación y desbaratar esta organización delictiva. Precisamente, la protagonista de esta historia, tal como publicó PRIMERA EDICIÓN en su momento, es una mujer de 35 años, con dos hijas adolescentes -de 15 y 16 años-, quien armó sus valijas en Jardín América y viajó a La Banda bajo engaños, pues le habían hecho una oferta de trabajo a la cual no podía decir que no, ya que sus hijas debían seguir estudiando y necesitaban dinero para subsistir. La vil mentira, que había sido armada por una poderosa red de trata de personas, había calado hondo en la mujer por lo que decidió viajar a La Banda, donde permaneció cautiva en un burdel, que en la actualidad está clausurado, donde sufrió tormentos, vivió en condiciones infrahumanas y fue obligada a ejercer la prostitución. No conformes con tenerla trabajando como esclava sexual para ellos, los captores decidieron que iban a secuestrar a las hijas de la misionera, por lo que idearon otra mentira. Le dijeron que viajarían a Misiones para que se “reencontrara con su familia y vieran que ella estaba bien y ganando dinero”. La mujer aceptó regresar a Jardín América; sin embargo, se enteró de las verdaderas y ocultas intenciones de los delincuentes: iban a raptar a sus hijas y tendrían el peor de los destinos. En un descuido de sus captores, salió corriendo hacia la comisaría local y denunció que una banda criminal la tenía secuestrada, aportando a la Policía datos fundamentales.





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