POSADAS. Guiados por el corazón y fuertemente comprometidos con recuperar a niños en situación de calle, la Fundación Tupá Rendá de esta ciudad, trabaja sin descanso.Si bien aún no cumplió un año de su creación, la labor de voluntariado que realizan sus integrantes es muy importante, y lo mejor de todo: cada día contagia ganas de ayudar.Esta entidad acompaña la labor iniciada en marzo de 2011 por el Padre Alberto Barros y Rogelio Peralta con el hogar de noche para adultos San José Obrero.Según relatan, “el mismo trabajo nos fue guiando y marcando los nuevos pasos a dar. Fue así que en diciembre de 2011 abrieron el hogar de mujeres, y en junio de 2012 el de niños, que tiene una sede en Posadas y otra en Santa Ana, inaugurada hace 25 días” (ver recuadro). Si bien esta actividad se basa fundamentalmente en el trabajo voluntario de más de 30 personas, estudiantes universitarios, madres jubilados, profesionales de la salud, etcétera, para poder dar abasto con el funcionamiento de los cuatro hogares, requieren un gasto de 50 mil pesos por mes.Para poder reunir al meno su 20% de la suma, se encuentran ofreciendo una rifa que venden de mano en mano. Asimismo, han habilitado una cuenta bancaria para que quienes lo deseen colaboren con este trabajo, cuyos logros son realmente para destacar: en casi tres años de dar refugio a hombres en una casona de Villa Sarita, han permitido que decenas de ellos puedan rehacer sus vidas, reencontrarse con sus familias, conseguir trabajo, dejar el alcohol. Asimismo, han logrado que ocho niños de entre 9 y 14 años que estaban en situación de calle y en extrema vulnerabilidad, se estén recuperando.Se hace camino al andar“Me parece increíble todo lo que el padre Beto (Barros)y Rogelio hicieron en poco más de dos años. Yo me sumé con un poco de miedo, pero con todo lo que hemos logrado, puedo asegurar que Dios juega en nuestro equipo y es el delantero”, señaló en una entrevista con PRIMERA EDICIÓN Neni Valdez, secretaria académica de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (FCEQyN-UNaM) y presidenta de Tupá Rendá.“Empecé cocinando con otras mujeres en el San José Obrero, después se abrió el hogar de mujeres y después el de niños (llamado Padre Mugica). Y cada vez hicieron falta más fondos, así que ahí nos encontramos con la necesidad de conformar una fundación”, agregó. La presentación formal de la misma se realizó en la FCEQyN el 4 de agosto de 2012.Un compromiso verdaderoRogelio Peralta es quien coordina el funcionamiento de los cuatro hogares. José Luis y Javier son otros dos coordinadores que pernoctan durante la semana en ellos para hacer la tarea de acompañamiento, atender las tareas de cocina, actividades recreativas, etc., y son relevados en sus francos por Peralta. “En el hogar Mugica hemos abierto una puerta, casi la última oportunidad que estos chicos tenían, porque en todos los hogares de Posadas ya habían sido etiquetados como con mala conducta, que robaban, que rompían todo. Nosotros decidimos no quedarnos con esos preconceptos y los recibimos, y poco a poco estamos viendo como detrás de la coraza que traían hay seres humanos cariñosos y con ganas de crecer, de aprender”, señaló Peralta.El hombre destacó que en conversación con uno de los dos que actualmente vive en la sede de Santa Ana, le señaló que quisiera trabajar en el hogar, ser un agente de calle que pueda detectar los niños en situación de vulnerabilidad para poder ayudarlos a dejar las drogas y poder recuperarse. “Eso es muy valioso, porque de alguna forma él está diciendo lo agradecido que está y las ganas de colaborar en un campo, un submundo que el conoce muy bien y nosotros no, y nos puede ayudar mucho en esta tarea”.Un submundoAdultos en situación de calle pero también “hombres de saco y corbata con autos de alta gama” son quienes se aprovechan de la situación de extrema vulnerabilidad de los niños para ofrecerles droga, enviciarlos y luego lograr que sean vendedores. O para ofrecerles mucho dinero a cambio de un paseo, que implica someterlos a violencia sexual y violación. “Marihuana, pegamento, psicotrópicos como clonazepán y cocaína son las drogas más comunes a las que están expuestos”, señalaron desde la fundación.La adicción a los mismos son la otra cara de la misma moneda: buscan encontrar en esas sustancias un consuelo, una libertad y una posibilidad de soñar al menos por un rato, la cual no encuentran en sus vidas reales ya que en las casas de las que se han fugado han sido víctima de abuso sexual, golpes, y viven condiciones de hacinamiento y promiscuidad extremas.El amor y los milagros“Siempre decimos que la violencia engendra más violencia, y no sirve para nada”, dijo Valdez, con la convicción de que a muchos policías de Misiones les haría buena falta reflexionar al respecto. “Pero el amor todo lo puede. Estos chicos, aprendieron el lenguaje de la violencia desde muy chicos, pero con paciencia y cariño fueron aprendiendo el lenguaje del amor, y en sólo dos meses se ven los cambios”, agregó.Ambos entrevistados señalaron con emoción lo que describen como un milagro. “Uno de los chicos era tan arisco, no hablaba, no le podíamos tocar ni el hombro, nada, era agresivo y robaba. Ahora es lo más cariñoso. Nos siente llegar al hogar y sale corriendo a abrazarnos.El se crió en la calle, de hecho dice “cuando yo vivía en la calle”, y pasaron apenas dos meses y es otra persona, el cambio es impresionante, y eso nos renueva la fe y nos da más ganas de seguir trabajando”, explicaron.Además de la gran satisfacción que tienen los voluntarios de saber que ocho de los quince niños en situación de vulnerabilidad extrema -“al borde del abismo”, lo denominan- en solo dos meses se han recuperado y están encaminando sus vidas y proyectando estudiar y trabajar, sostienen que “la tarea de ayudar y participar como voluntario también es sanadora”. Valdez destacó que “muchas mujeres jubiladas cuando empezaron a colaborar estaban depresivas, con achaques, y hoy, no las para nadie. Se ha formado un grupo muy hermoso”. Los hogares integran una red interinstitucional con algunos organismos del Estado, como el Consejo de Minoridad, El Juzgado de Menores, el Ministerio de Derechos Humanos. La historiaLos primeros pasos de estos voluntarios se remontan a 2011, cuando por iniciativa del padre Alberto Barros, ex párroco de la Catedral, se inauguró el hogar de noche para adultos “San José Obrero”, ubicado en la calle Troazzi de Villa Sarita.Allí brindan cama y comida a
hombres en situación de calle. Desde diciembre de 2011, también reciben a mujeres en situación de vulnerabilidad, en el hogar María Madre de los Pobres, ubicado en el fondo de la casona. En 2012 se inauguró el hogar Padre Mugica, desde el cual brindan acompañamiento a los niños de entre 9 y 15 años. Se inauguró una segunda sede en una casa de Santa Ana a principio de junio.La fundación se conformó el 4 de agosto de 2012 y cuenta con unos 30 voluntarios, entre personas que se ocupan de la limpieza, de la cocina y de acompañar a los niños los días que permanecen internados para hacerse estudios en el hospital.





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