BUENOS AIRES (Medios digitales). Los investigadores del crimen de Carlos Irigoyen, encontrado degollado hace nueve días en la ciudad de Ayacucho, creen que la esposa de la víctima, detenida por el caso junto a un hijo suyo, contrató a tres hombres para cometer el homicidio pero éstos finalmente no lo hicieron. Fuentes judiciales informaron ayer a Télam que así se desprende de la declaración de esos tres testigos, que admitieron que la sospechosa les pagó 22 mil pesos pero que ellos se quedaron con el dinero sin cumplir con lo acordado. Por su parte, la esposa de Irigoyen, de 43 años, y su hijo de 19 y de un matrimonio anterior, se negaron a declarar al ser indagados en las últimas horas ante el fiscal de la causa, Diego Bensi, quien les imputó el delito de “homicidio agravado”. Según las fuentes, los dos sospechosos fueron detenidos el viernes luego de una serie de elementos y declaraciones testimoniales que los comprometieron, junto a contradicciones de la propia mujer. De hecho, un vocero judicial señaló que tras quedar bajo custodia, ambos acusados habrían reconocido su participación en el hecho, aunque esos dichos no tiene validez para la causa si no los ratifican o rectifican ante la Justicia. La fuente consultada explicó que las sospechas sobre la esposa de la víctima surgieron dos días después de descubierto el crimen, cuando se presentaron a declarar ante los investigadores tres hombres residentes en Villa Gesell, uno de los cuales había estado preso con el hermano de la mujer, actualmente detenido por homicidio. Este hombre dijo al fiscal Bensi que conocía a la mujer de haberla visto en las visitas a la cárcel y que ella “siempre decía quería hacer desaparecer al marido”. Las fuentes señalaron que, de acuerdo a la versión de estos tres testigos, la mujer los contrató para que mataran a Irigoyen y que el viernes anterior al hallazgo del cadáver de la víctima fueron a Ayacucho donde la acusada les pagó los 22 mil pesos que, justamente, su esposo tenía previsto utilizar para la compra de un automóvil. Estos testigos declararon que en vez de cometer el crimen regresaron a Villa Gesell con el dinero y que recién decidieron contar lo ocurrido cuando se enteraron del homicidio y no quisieron quedar “pegados” al hecho. Ante estos dichos, el fiscal Bensi ordenó una serie de diligencias que acreditó que estos tres hombres no pudieron haber matado a Irigoyen. El cuerpo de la víctima apareció degollado en un descampado de las afueras de Ayacucho. Cuando le preguntaron a su mujer qué había pasado, esta contestó que un grupo de delincuentes entró a robar a su casa y la incendió. Sin embargo, las pericias echaron por tierra esta teoría y ahora la esposa y uno de sus hijos parecen “acorralados” por la evidencia obtenida por los investigadores.





Discussion about this post