POSADAS. “El jazz, como las artes se explica a sí mismo, y sólo la experiencia de su audición permite comprenderlo”, supo decir Adhemar Bosco Demarchi, un impulsor del arte y apasionado del jazz de época. Hoy se cumplen dos años de su partida, y el recuerdo de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo sigue latente. Con mucho cariño y respeto, Josefina, su esposa compartió parte de una vida donde se conjuga el respeto y la pasión sobre todas las cosas. De carácter alegre, incansable, noble y conceptos claros: ese era Adhemar, el hombre de radio que coleccionaba discos, libros e incansables recortes referido al jazz de los 30’, 40’ y 50’.Sus primeros años de vida en Santa FeNació en Santa Fe, en una localidad pequeña llamada Bustinza. Donde sus abuelos, venidos de Italia, se habían instalado desde su arribo al país, adquiriendo un extenso campo para dedicarse a la agricultura. Según se comentaba, primero había venido el abuelo- “nono” para los italianos y meses después la “nona”-, que al llegar tuvo la ingrata sorpresa de que nadie la esperaba. Tuvo que alojarse por más de una semana en el hotel de los inmigrantes en la ciudad de Buenos Aires. Sus padres eran argentinos y la infancia de Adhemar fue disfrutada en el campo que su madre había heredado de la familia. Parte de su infancia la pasó con los tíos Mingo y Elsita, en Haedo. De allí su gran afecto con ese tío de quien heredó sus inquietudes artísticas, el gusto por los libros, por el cine, por la música, que más adelante se definió concretamente por el jazz. Lo que no impedía que tuviera un gran cariño por el tango y el baile. Viviendo muy cerca de Rosario, con sus amigos, recorrían los pueblos los fines de semana para bailar en clubes. Siempre tuvo un espíritu inquieto y curioso, quería recorrer todo, conocer todo. Ya en MisionesCuando llegó a Misiones, por razones de trabajo, se radicó en Apóstoles. Pero como le encantó la provincia hubo que recorrerla totalmente, visitando todos los saltos, hasta los que estaban escondidos en la selva.Ya viviendo en Posadas, hizo un curso de teatro con un profesor de Buenos Aires. Con ese equipo de teatro, realizó sus primeras actuaciones en un unipersonal y después, en una obra que fue representada con éxito. Más adelante se integró al grupo de amigos con los que trabajaba Maruja Ledesma, que presidía la Asociación Civil “Amigos del Arte”. Era una asociación cultural que proyectaba películas en el Cine Sarmiento los domingos en horas de la mañana; tenía una Biblioteca Circulante con excelentes libros que se prestaban a los asociados; una vez a la semana se hacía teatro leído en el Palacio del Mate, con la participación del grupo de amigos que habitualmente se reunían en el domicilio de Maruja. Adhemar siempre fue un entusiasta de todo este tipo de actividades y participaba de buen grado. Más adelante fue designado vicepresidente de esa asociación.El teatro, parte de su vidaPero posiblemente, lo mejor que realizaron, fue la presentación de una obra para niños. La obra tenía muchos personajes conocidos por los chicos, los que aparecían caracterizados debidamente, como para que no quedaran dudas de a quienes representaban. Tenían un diálogo definido y se hablaba sobre el fondo del mar, estando presente una sirena, ataviada con total elegancia. Lo hacía Norma Tabia. La hormiguita viajera vestida totalmente de negro, era Titita Sodá, el pirata de pata de palo representado por Adhemar, el pintor a quien llamaban Simbita, Manuel Goires, otros actores más que completaban el equipo. Se representó a sala llena de niños, en varias oportunidades, en el Teatro Español. Los niños seguían los diálogos y gritaban muy entusiastas. Cuando esta Asociación pasó a ser dirigida por otra comisión, se conformó otra Asociación Cultural llamada “Artium”, en la que participaron algunos de los antiguos miembros de Amigos del Arte. Maruja Ledesma había sido designada Directora de Cultura de la Provincia, adonde evidenció una vez más sus condiciones artísticas.“Artium” se reunía semanalmente en el domicilio de Raúl Saqueri, cuya esposa era la presidente de la Asociación. Se trabajó con mucho entusiasmo ofreciendo al público de la ciudad una variedad de espectáculos. Charlas, conferencias, actuación de artistas locales y nacionales. Incluso se ofreció la actuación de los ocho solistas de la Camerata Bariloche, cuyo director era el eximio violinista Elías Kayat, lo que permitió disfrutar de un importante acontecimiento musical.Difundir la música: “una inquietud natural”Ya hacía un tiempo que Adhemar había empezado con su pasión por la música de jazz, a la vez que iba nutriendo su discoteca con grabaciones de los ejecutantes que eran de su predilección. Pero no era solo conocer y escuchar jazz en forma permanente, sino sentía la necesidad de difundir esta música que no tenía muchos adeptos en esa época, o quizás lo inspiraba un deseo de compartirla con el mayor número de personas. Fue así que comenzó a hacer programas radiales, comentando el origen del jazz y sus más destacados ejecutantes. Lo que en principio fue una inquietud se convirtió en algo habitual, a lo largo de cuarenta y seis años de difusión en casi todas las emisoras de la ciudad. De hecho, no era su medio de vida, sino su inquietud natural: difundir la música que era su pasión. “Jazz en Universidad”Cuando se creó Radio Universidad fue invitado a irradiar su programa desde esa emisora, prácticamente desde que la misma salió al aire. Su programa “Jazz en Universidad”, fue distinguido en tres oportunidades por la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentina, como Programa Musical Educativo, lo que le permitió participar en los festejos realizados en Mar del Plata, Mendoza y Formosa.En una de las actuaciones del grupo de teatro leído, “La hermosa gente”, de pronto se hizo un silencio y desde el fondo del salón sonó armoniosamente una trompeta. Para Adhemar fue toda una sorpresa. De hecho, apenas concluyó la música se acercó al trompetista. Así conoció a un destacado músico de gran trayectoria en la Capital Federal, llamado Mauricio Rol. Eran dos fanáticos del jazz y se hicieron muy amigos. Mauricio integraba un conjunto desde hací
;a tiempo y tenía varios temas de jazz de su autoría. Viendo que en Posadas no se contaba con conjuntos de jazz, decidieron convocar a un grupo de músicos, para ver si podían formar un pequeño conjunto que sería dirigido por Mauricio. Los músicos que fueron invitados no tuvieron inconveniente en sumarse al proyecto. Entre otros, estaban “Cabezón” Segovia, Luisito Ríos, Vallejos, “Bili” Vernal y otros. Ensayaban en la cocina de la casa de Adhemar. Y ya armado el conjunto, tuvieron varias exitosas actuaciones.El impulso que dio la formación del conjunto de jazz, los animó a crear el Jazz Club Posadas que poco a poco fue motivando a amigos que disfrutaban ese tipo de música. Además, crearon un lucido banderín, muy bien diseñado que se distribuyo entre la gente amiga. Estos hechos le dieron mucho entusiasmo, por la circunstancia de ser el primer movimiento jazzistico en la ciudad y en la provincia.Paralelamente iba creciendo la colección de discos de los ejecutantes de su predilección que seguramente llegaron a más de 1500, al margen de los compac, cassetes, libros de jazz y videos. Hoy todo muy bien cuidado por su querida esposa, Josefina.Imposible olvidar cuando formó el Jazz Club Misiones para traer a los mejores exponentes del género desde Buenos Aires: Mono Villegas, La Caoba Jazz Band, la Medical Jazz , y otros influyentes en la historia del jazz argentino o las charlas con el otro grande, nuestro Panchito Dartois (amigos duendes seria la definición). “Se fue el Bosco a descansar su figura de cabellos blancos y esa sonrisa, quienes estamos aquí en el recuerdo como los hermanos Escalada, Cacho, Mario, el Dr. Flores, Quique Mayol y sus pernods cuando festejábamos los fin de año en la radio, tantos amigos, Bosco amigo, nuestro más cálido recuerdo.- siempre estará en nuestros oídos, Toma Cinco, tu preferida”, escribían hace un año el periodista Esteban Abad y Miguel Angel Ferreira.Seguramente en una lejana “jam session” estará sentado Adhemar disfrutando de esa exquisita pasión, que apasionó a sus oyentes, conocidos, amigos y familiares. Por siempre estará en el dial del corazón de quienes hoy lo recuerdan con mucha nostalgia.





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