APARICIO CUÉ, San Ignacio. A siete kilómetros de la ruta nacional 12, en el corazón del paraje rural Aparició Cué, se levanta el obraje y las obras concernientes a la Estación Transformadora Roca, enmarcadas en el Programa de transmisión eléctrica del Norte Grande (Ministerio de Planificación de la Nación). Las empresas contratistas que vienen llevando a cabo los trabajos son Tel 3 S.A y Proyección Electroluz, e intervienen en distintos niveles del emprendimiento, la Entidad Binacional Yacyretá y Electricidad de Misiones Sociedad Anónima. Para encarar la obra, y con anuencia de la propia Municipalidad de San Ignacio e incluso utilizando a la fuerza policial local, las contratistas expropiaron – por la fuerza y sin consentimiento de los propietarios, según denunciaron- varias hectáreas de pequeños productores de la zona. Estos vecinos, ante la falta de respuestas de las instituciones involucradas, decidieron llevar a la Justicia el caso y hacer pública la situación a través de PRIMERA EDICIÓN. Denuncian que la EBY se niega a indemnizarlos por las pérdidas, señalan que la planta podría ser cancerígena, pero que a ellos les mostraron estudios ambientales “dibujados”, temen por su salud y la de sus animales, y al mismo tiempo dan cuenta de los severos daños ambientales que esta obra ya viene produciendo en la zona, a partir de desmontes – incluyendo destrucción de especies nativas supuestamente protegidas por ley- y la afectación directa a un importante cuenco hídrico fundamental en el lugar. AtropellosManuel Pereyra (58) es camionero jubilado, nacido y criado en Aparicio Cué. Su padre se instaló en esa chacra de doce hectáreas y media en el año 1929. En este terruño, continuando con la tradición familiar, Pereyra se dedica a la plantación de yerba mate y la ganadería a pequeña escala. Además, Pereyra montó una despensa en el frente de su casa, donde vende de todo un poco. Desde hace un año y medio la tranquilidad colonial que caracteriza la vida en este paraje se desmoronó totalmente con la irrupción de la obra correspondiente a la Estación Transformadora Roca. “Acá llegaron sin pedirnos permiso a los dueños, vinieron con la policía enviados por la EBY, me reventaron el alambrado y se instaló el obraje allí sin mi consentimiento, y sin la más mínima indemnización, todo fue un atropello desde el principio. Se apropiaron de dos hectáreas, tumbaron todo con la topadora y no quieren indemnizarnos”, cuenta Pereyra. Otro vecino, Jorge Wrubleski, también pequeño productor, denuncia que “en mi caso fue una hectárea y media la expropiada, y de la misma manera, nunca dimos permiso, pero entraron y destruyeron todo, ahora ya marcaron todo con mojones para tirar abajo casi cien metros más de monte. No respetaron nada”. ¿Inocua?La estación transformadora estará ubicada a 80 metros de la casa de los Pereyra, y casi a igual distancia de la casa de Wrubleski. Desde hace un año y medio que se vienen realizando obras, sin embargo los vecinos del paraje no han sido notificados formalmente ni se le ha brindado detalles acerca de la potencial afectación para la salud humana que subyace a este tipo de emprendimientos eléctricos. “Ellos dicen que tienen estudios que aseguran que no hay riesgo, pero por otro lado sabemos perfectamente que este tipo de plantas transformadoras pueden ser cancerígenas si se está en contacto diario y cercano, tendríamos que ser reubicados para no exponernos”, sostiene Pereyra. “Van a tapar la principal fuente de agua”En la zona expropiada se encuentra una vertiente milenaria, que para los vecinos representa la principal fuente de agua, tanto para consumo humano como para el ganado. El destino de esta vertiente, es quedar taponada bajo hormigón. “Esta vertiente no se secó ni en las peores sequías de la historia, siempre abasteció y es muy importante para nosotros, pero ahora la van a tapar”, dice Wrubleski. Desmonte de especies¿protegidas?La llegada de PRIMERA EDICIÓN a la zona de obraje coincide con el paso de una topadora sobre el remanente de monte nativo que sobrevive en la zona. Yacen árboles centenarios al costado del camino y se observa además la marca de lo que aún falta desmontar: un trazado de casi cien metros de puro monte. Ya se han destruido, y se piensa seguir destruyendo, un sinnúmeros de ejemplares de especies nativas, incluyendo entre ellas el lapacho, especie supuestamente protegida por ley. “Acá hay lapacho, guayubira, anyico, cedro, todas especies nativas. Los colonos sabemos bien que si tocábamos esos árboles nos corría una multa, pero parece que para estas empresas tirar hectáreas de monte nativo no es ningún delito, por más que estén en propiedad ajena”, cuentan los colonos. Aseguran, que en ningún momento se hizo presente funcionario alguno del Ministerio de Ecología para controlar la depredación de especie nativas que se viene llevando a cabo en el lugar.





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