SAN IGNACIO. Julio César (20) es cuadripléjico. Desde que nació vive con su madre en una pequeña casa de madera y bolsas de plástico en un terreno a dos cuadras de las Ruinas de esta localidad. El joven pasa los días postrado en una cama precaria, ya que su familia no tiene medios para poder comprar una silla de ruedas especial -conocida como PC- ni una cama ortopédica.Conmovido por su situación, la cual hace años se conoce en el pueblo pero hasta el momento ningún intendente ni funcionario de Desarrollo Social la ha atendido debidamente, Mario Enrique Ramírez, titular de la fundación local “Por una niñez sana y feliz”, remitió una carta al Papa Francisco I en nombre de Julio César: La misma está publicada en el sitio “TN y la Gente” (ver en el recuadro el texto completo).Conmovido“Dentro del dolor, la desesperación que a uno le da, que este chico desde que nació está esperando una silla de ruedas especial, se nos ocurrió escribirle al Papa Francisco I, que según se vio en algunas fotografías, él se preocupó por las personas pobres y también se lo ve lavándole los pies a un cuadripléjico”, señaló Ramírez a PRIMERA EDICIÓN. “No sabemos si el Papa llegará a leer la carta a través de los medios, pero es un tiro al aire, un intento que hacemos porque uno lo ve al chico con tantas ganas de vivir, que pienso que como seres humanos no podemos ser tan insensibles de no ayudarlo”, agregó, haciendo extensivo el pedido de ayuda a los funcionarios municipales, provinciales y nacionales que tienen la obligación de atender las necesidades y derechos de personas en estas condiciones, pero también a las familias y empresarios del medio que tengan posibilidad de colaborar con los elementos requeridos.Vivir en la miseriaAna, la madre de Julio César, recibe una pensión ya que como debe dedicarse 24 horas al día a su hijo, no puede trabajar. Sumada a la de discapacidad que recibe el joven suman apenas unos 2.500 pesos, cifra por demás insuficiente para poder construir una vivienda o equiparla con los elementos básicos, como heladera y cocina -cocina en el piso con leña-, y un baño -tienen una letrina.Tampoco pueden acudir a realizar un tratamiento kinesiológico, ya que no pueden trasladar al joven hasta Posadas, pese a que desde Desarrollo Social de la Nación donaron una camioneta destinada a transporte de personas con discapacidad para estos fines. Odisea mensualCada mes, la mujer debe viajar a Posadas a retirar los pañales y medicamentos que debe tomar Julio César. El trámite, que se realiza en la obra social ProFe, es por demás complicado ya que por lo general no tienen estos insumos en una misma farmacia, con lo que la mujer debe recorrer la ciudad de una punta a otra, perdiendo varias horas. Entre tanto, Julio César queda al cuidado de su hermana. “Según la ley, se debería destinar a un funcionario de la Municipalidad para que actúe como apoderado y vaya a retirar estos insumos a Posadas, para que no sea la madre la que tenga que movilizarse y gastar tanto dinero en ir hasta allá”, indicó Ramírez, un gran conocedor de las leyes que asisten a los niños y a los discapacitados Para completar, hasta hace unos meses, desde el Banco Macro, exigían que para cobrar la pensión, debían llevar al joven hasta el banco, a cuatro cuadras de su casa. “Para llevarlo era todo muy complicado, porque no tiene la silla de ruedas especial”, agregó. “Por ley, si la persona no tiene posibilidad de movilizarse, la autoridad bancaria debe ir hasta el domicilio a constatar su supervivencia”, dijo.Haciendo referencia a las normativas, Ramírez señaló que “el 5% de las casas de los barrios que construye el Iprodha (Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional) deben estar adaptadas para personas con discapacidad. Y las construyen así, pero después se las quedan los funcionarios, mientras chicos como Julio César siguen pasando frío, o le dan un Plan Techo con unas chapas de zinc pero el resto de la casa, sigue siendo de costeros de madera”. La carta de Julio CésarHola Papa Jorge Mario:Soy tu hijo olvidado, uno más de los tantos. Soy cuadripléjico y vivo en la indigencia. Hoy que eres mi Rey, no sólo mi Papa, te suplico me envíes una silla de ruedas para cuadriplégico y una cama ortopédica, y si podés una vivienda digna, ya que vivo en una choza de costeros y bolsas de plástico. Alguien me dijo que somos miles de millones tus hijos y que lo más probable es que no leas mi carta. Yo lo mismo quería que sepas que después de veinte años te sigo amando, Papa Jorge Mario, divino y elegido Hijo de Dios. Ah, me olvidaba por la emoción. Mi nombre es Julio César (…) y nací en tierras jesuíticas, y vivo, si a esto se le puede llamar vida, en las Reducciones Jesuíticas de San Ignacio, Misiones, Argentina. Te envío mis más sinceras felicitaciones a través de estas líneas que le pedí que te escribieran mis amigos de la Fundación “Por una niñez sana y feliz”.





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