PARAJE ENSANCHE ESTE, Colonia Apóstoles. Unos quince kilómetros separan al Paraje Ensanche Este del casco urbano de la ciudad de Apóstoles. En el corazón de esta colonia rural se encuentra la Escuela 625 (ex 80), establecimiento que empezó el ciclo lectivo 2013 con una matrícula de 45 alumnos, todos provenientes de la zona. “Algunos caminan hasta ocho kilómetros para llegar, muchos arriban en caballo y, los que tienen, en bicicleta”, contó a PRIMERA EDICIÓN la directora, Luz Cabrera. De esos 45 niños, a la primera semana de clase asistieron solo 30. Los 15 restantes no pudieron empezar porque sus padres aún no habían percibido sus salarios y no tenían lo mínimo necesario para enviarlos a la escuela. La coyuntura socioeconómica que envuelve a la comunidad escolar es compleja. Los alumnos, en muchos casos son niños acostumbrados al trabajo infantil, que cuando no están acompañando a sus padres en yerbales u olerías se quedan al cuidado de sus hermanitos menores. “Hay muchos casos de alumnos que sabemos que trabajan desde chicos. Por eso a veces faltan durante alguna temporada. Es una realidad muy difícil”, señaló la directora. En tanto, los docentes deben gastar diariamente en remises, ya que a la zona no acuden colectivos. A todo ello, se suma el inadmisible estado edilicio de la escuela, motivado por una desinversión estatal que data de largos años, pero que en octubre de 2012 alcanzó su pico máximo con un derrumbe del techo que, milagrosamente, no terminó en tragedia. Dos aulas debieron ser directamente clausuradas por el riesgoso estado del cielorraso, mientras que la caída de techo en distintos sectores de la escuela se tornó una constante. Además, las filtraciones de agua y la falta de una debida revisión del sistema eléctrico exponen a un serio riesgo a toda la comunidad escolar. Días atrás, la portera de la escuela recibió una descarga eléctrica al manipular el freezer, en lo que pudo haber sido también una tragedia. En este contexto de riesgo extremo, la directora presentó varias notas a los organismos educativos de la provincia, en las que además de solicitar de manera urgente las refacciones, se deslinda de las responsabilidades por posibles accidentes. La comunidad recibe ayuda por parte de la Municipalidad de Apóstoles, en cuanto al mantenimiento básico y otras cuestiones, pero a estas alturas -señalan- se necesita corregir el problema de fondo con urgencia. A pesar de todo, los docentes explican que “acá nunca hicimos un paro, y no porque no estemos de acuerdo con lo que se reclama, sino que no podemos darnos el lujo de que nuestros chicos se queden sin comedor, o sin un día de clases después de caminar kilómetros para llegar, para nosotros ellos están por encima de todo lo demás”. Oídos sordosDesde la institución escolar reiteran desde el año pasado envían notificaciones al Consejo General de Educación y al Ministerio de Educación para solucionar el problema edilicio. Sin embargo, la vuelta a clases no trajo novedad alguna: persiste el riesgo. Incluso, los alumnos y docentes llegaron a filmar un video casero, en el que se aprecia un dictado de clases en un día de lluvia, con el agua cayendo como una cascada desde el techo, adentro del aula. Parte de estos registros le fueron entregados al ministro de Educación, Luis Jacobo, el año pasado, junto a una misiva en la que se expresaba “la necesidad imperiosa de soluciones concretas a pedidos que se vienen realizando con respecto a esta problemática desde el año 2005 y la preocupación de padres y docentes de esta casa de estudios por la integridad y seguridad de los alumnos y personal que asistimos diariamente a la escuela”.ComplicacionesLas aulas de la escuela no tienen ventiladores. Tampoco hay calefacción, y cuando llueve se inundan. Así, cualquier desafío climático convierte un día de clases en una complicación. “Cuando hace frío, los chicos llegan con las manos duras, algunos temblando, por eso encendemos la cocina a leña y nos quedamos un rato al lado del fuego, para que se calienten antes de entrar al aula”, contó la maestra de nivel inicial, Marisa Okraine. Cuando llueve, aportó la directora, “directamente cortamos la luz por el riesgo de descargas”. El libro de actas de la escuela cuenta que la misma fue inaugurada -siendo entonces la escuela 80- en 1897. Cien años después, en 1997, fue reinaugurada con varias refacciones en el edificio original. Desde entonces, prácticamente no ha existido inversión estatal en materia edilicia y los resultados están a la vista. El funcionario Julio Ortiz, coordinador de Infraestructura en el Ministerio de Educación, enterado de las condiciones y el riesgo de vida existente en la Escuela 625, le dijo a los docentes que “no era redituable invertir en una escuela con apenas cuarenta alumnos”. Decálogo del niño ruralDedicación, paciencia y amor por el alumnado, son las virtudes que destacan a los tres docentes que trabajan en esta escuela en la que, a pesar de las enormes dificultades edilicias, se realiza un trabajo pedagógico esmerado, se concretan valiosos proyectos y se enfoca la enseñanza atendiendo la particularidad del contexto, donde se entremezcla la ruralidad con el trabajo infantil, la falta de recursos con la abundancia de voluntad. Cuando se ingresa a la escuela, lo primero que se ve es un gran cartel colgado en la pared de entrada que contiene el Decálogo del Niño Rural, elaborado en el establecimiento. • No te enojes conmigo por mis tardanzas; he recorrido muchos kilómetros para llegar a la escuela. • En las frías mañanas de invierno, déjame calentar mis manos y pies: siento frío y tengo hambre. • No te enojes por mis alpargatas sucias, están mojadas por el roció de la picada.• Déjame jugar, cantar y reír en la escuela, me espera mucho trabajo después. • No te enojes si no sé usar el lápiz, es liviano y estoy acostumbrado a herramientas pesadas. • Enséñame a cantar el Himno Nacional y a lucir escarapela, por más que sé poquito, soy argentino. • No te enojes si falto a clases una semana o más: tuve que trabajar. • Háblame de mis plantas y animales, después enséñame lo que tú conoces. • No te enojes porque no tengo cuaderno, el patrón no pagó y no pude vender mis pollitos. • Ven a casa a visitarme, mi perro no te hará nada, él sabe que me quieres.





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