POSADAS. Se conoció en las últimas horas que las pericias toxicológicas al cuerpo del empresario Jorge Manfredi, asesinado el 15 de enero pasado, no hallaron vestigios de alcohol ni drogas en el organismo. El resultado, en ese contexto, descarta de plano la teoría de un accidente en la muerte del reconocido comerciante del rubro avícola.El cadáver del empresario fue encontrado 24 horas después en aguas del río Paraná. Sin embargo, la autopsia descartó de que hubiera muerto ahogado porque no tenía agua en los pulmones.Los forenses detectaron tres golpes en la parte interna del cráneo pero ninguno de entidad suficiente para, al menos en forma separada, causarle el fallecimiento.Para los investigadores Manfredi conocía a su verdugo y no se esperaba la agresión. Los tres golpes, al parecer, fueron efectuados con un objeto contundente pero flexible.Por esa razón, quizás, no tenía cortes, heridas ni huellas en el cuero cabelludo.A un mes del homicidio, se desconocían las causas que llevaron a la muerte a Manfredi. Ahora, con el resultado toxicológico al menos quedó descartado, de cuajo, la hipótesis de una muerte accidental.“Para nosotros no se modificó absolutamente nada. Desde un principio sabíamos que esto no se trató de un accidente, pero había que descartar esa teoría. Creemos que, con este informe, el médico forense determinará que la causa del fallecimiento fue la serie de golpes que la víctima recibió en la cabeza. Es decir, traumatismo de cráneo encefálico”, señaló ayer una fuente consultada por PRIMERA EDICIÓN. A partir de esta semana se abrirán otras líneas de investigación. Hay un aspecto que llama poderosamente la atención de los detectives. Es que el o los asesinos supieran que iba a encontrar a Manfredi en el río, presumiblemente en la Isla del Medio. Entonces, o pactaron un encuentro o lo sorprendieron.“No le atravesaron el coche en algún punto de la ciudad. Lo agarraron en medio del Paraná. Tenían que saber que Manfredi iría a ese lugar, a no ser que hubieran acordado el encuentro”, indicó uno de los pesquisas.Lo cierto es que los investigadores intentarán determinar quiénes eran las personas que conocían y sabían, con precisión y exactitud, los días y horarios en que el empresario bajaba al río Paraná con su moto acuática.Hace un mes aproximadamente surgió el dato de que Manfredi llevaba en la moto una botella pequeña de champagne, dos vasos y otros elementos de consumo personal.Esta información alentó la hipótesis de que, tal vez, hubiera pactado un encuentro con la persona que, de alguna manera u otra, participó del crimen.Pero esa línea de investigación pareció disolverse con el devenir de las horas y la explicación de que, al parecer, era algo habitual en él.La investigación de la causa se encuentra en el Juzgado de Instrucción 3 de Posadas, a cargo del magistrado Fernando Luis Verón, consignaron las fuentes. Estaba muerto cuando tocó el aguaLa autopsia determinó que el empresario Jorge Manfredi no murió ahogado, porque no tenía agua en los pulmones.“Estaba muerto cuando tocó el agua”, indicó ayer uno de los detectives asignados a la investigación del caso.El resultado de la pericia toxicológica determinó que la víctima no había consumido bebidas alcohólicas ni otro tipo de sustancia alteradora.En este orden, los pesquisas están convencidos de que el empresario fue sorprendido por el o las personas que salieron a su encuentro y que en ese contexto recibió tres golpes en la cabeza.Lo curioso es que, al menos hasta al mes de ocurrido el homicidio, se desconocía la causa precisa de la muerte.Ahora, con el resultado toxicológico, al menos se podrá confirmar que el deceso de Manfredi no fue un accidente o producto de alguna intoxicación por exceso en el consumo de sustancias alucinógenas.El gran dilema pasa por determinar las circunstancias del hecho. La máquina burocrática es de terrorUn viejo axioma detectivesco dice que “el tiempo que pasa es la verdad que huye”. A casi dos meses del homicidio del empresario avícola Jorge Manfredi, recién se conoció el resultado del examen toxicológico.El mismo descartó que la víctima estuviera alcoholizada o bajo los efectos de alguna sustancia alucinógena al momento de producirse el deceso.La pericia, de importancia clave en la causa, porque hasta la semana pasada se hablaba de una potencial intoxicación con sustancias nocivas, tardó casi dos meses en conocerse.Si es verdad aquella vieja frase policial, con este tipo de demoras podría decirse que la verdad se regodea por algún punto equidistante del planeta.El problema no sería la falta de recursos, sino más bien burocrático y de trasfondo político.Según pudo establecer este diario, la provincia cuenta con un “cromatógrafo”, aparato capaz de realizar este tipo de pericias científicas.Sin embargo, pese a la relevancia y trascendencia del aporte que pueda efectuar a las investigaciones judiciales y a otras de interés médico-científico, no funciona. Ni siquiera está instalado. No por una avería, sino por falta de voluntad política y, otro tanto, por burocracia.La esperanza de ponerlo en práctica renace, cada tanto, con el acontecimiento de algún crimen atroz o episodio lamentable.Una situación similar ocurre con el laboratorio de ADN, una deuda pendiente en una provincia que hace décadas cuenta, por ejemplo, con una carrera universitaria en Genética.




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