ELDORADO. El jueves se cumplieron los primeros tres meses de María Ovando en libertad. Esta madre fue acusada de abandono de persona de su pequeña hija, quien murió en sus brazos mientras la llevaba al hospital. Y fue absuelta en un juicio que siguió la opinión pública argentina luego que el periodista Jorge Lanata la entrevistó y contó su triste historia. La vida de María cambió mucho desde el día que recobró su derecho a transitar libremente pero no logró aún recuperar a sus hijos y nietos que viven separados: su hijo Roque (9) y su nieta Andrea (8) están en Colonia Mado con sus padres; y sus hijas Soledad (4), Carmen (2) y su nieta Julia (7) permanecen bajo el cuidado de sus suegros en Puerto Esperanza. Pero lejos de desmoralizarse, María está dando muestras de su lucha, fortaleza y perseverancia. La contiene y ayuda un grupo de personas entre las que se encuentran Gerardo Segovia, Carlos Di Marco y otros miembros de la Pastoral Social, la ex diputada Vilma Ripoll, su abogada Roxana Rivas y la periodista Alicia Rivas. También el Municipio de Eldorado, a través de Hugo Nuñez, de Acción Social, está asistiendo a María y sus hijos mayores que viven con ella. En diciembre le entregaron dos cuchetas y cuatro colchones; y el jueves llevaron otras dos cuchetas y sus respectivos colchones. Además, le dan 200 pesos semanales para la comida, un monto que se fijó cuando María estaba sola con su hijo Juan y que ahora necesita ser actualizado, pues en la actualidad se sumó también su hija mayor, Ana, mamá de dos pequeños, y sus hijos Catriel (17) y Manuel (18). Próxima audiencia María está empeñada en cumplir cada requisito que dispuso la jueza de Familia Margarita Potschka para la restitución de sus hijos y nietos más pequeños. Esta magistrada tiene ambos expedientes, el de los chicos que están en Mado y los de Puerto Esperanza, pues la causa fue unificada. La próxima audiencia está prevista para el 27 de marzo. “La jueza nos dijo que antes de restituir la guarda a María -luego de tener la correspondiente evaluación psicológica de ella y los chicos- irá a visitarla a la casa donde vive para constatar que haya una cama para cada niño, que cuente con todos los servicios… entre otras cuestiones. Por eso estamos gestionando para que -ya sea desde el Municipio o desde el Ministerio de Desarrollo Social- se hagan cargo de la reparación del sistema eléctrico y las cañerías de la casa, porque es una construcción que tiene sus años y hay sectores donde no hay luz ni agua. Necesitamos que todo esté listo para el 27 de marzo, para que en esa audiencia María por fin logre la autorización para volver a vivir con todos sus hijos”, contaron a PRIMERA EDICIÓN la ex legisladora nacional Vilma Ripoll y la periodista Alicia Rivas, que salían de reunirse con la jueza. Ya trabaja y visita una vez por semana a sus hijos Tres veces por semana, María se despierta a las 4.30 para caminar los tres kilómetros que la separan de la casa donde se desempeña como empleada doméstica. Después de cumplir su tarea, María desanda el camino hasta su casa. Ni bien llega comienza a amasar el pan que después salen a vender sus hijos. “Es muy rico el pan que cocina María y vende bien, ella está contenta porque aunque no alcanza para mucho es dinero que gana con su propio esfuerzo. Esta semana cobró su primer sueldo como empleada doméstica, se la veía emocionada”, contaron Ripoll y Rivas. Al menos una vez por semana, María viaja a Mado y a Puerto Esperanza a visitar a sus hijos y nietos. No son días sencillos para esta mamá, pues siempre terminan cuando debe despedirse. Los ruegos de Roque pidiéndole que lo lleve con ella, que ya no lo deje con sus abuelos maternos en Colonia Mado, son latigazos para María. “Cada vez que va a Mado, María nos dice que ya no quiere volver porque le hace muy mal, pero obviamente regresa a la semana siguiente a ver a Roque y Andrea”, confiaron. Contra lo esperado (teniendo en cuenta sus declaraciones durante el juicio), los ex suegros de María la reciben en un clima amable cuando visita a Soledad, Carmen y Julia.María Ovando no sólo trata de reconstruir su familia sino también de darle cosas y momentos especiales que ella misma nunca soñó tener, como una fiesta de cumpleaños. “El 24 de enero fue el cumpleaños de Carmen, cumplió dos años, y María y sus hijos mayores fueron a festejar a Puerto Esperanza. Salieron bien temprano, todos súper arreglados. Nos contaron que la pasaron hermoso”, recordaron.Tanto María como sus hijos que viven con ella reciben atención psicológica a través del Programa de Salud Mental, gracias a las gestiones realizadas por la Pastoral Social. El reencuentro con los mayoresMaría se reencontró en diciembre pasado con su hijo Juan, de 23 años, cuando fue a Buenos Aires a operarse. El joven tiene problemas neurológicos y había estado preso. Juan fue el primero en regresar con su mamá. Luego volvió su hija Ana, mamá de dos nenes chiquitos. A Catriel (17) fue a buscarlo a Paraguay, donde le habían dicho que estaba trabajando. “María se fue un día bien temprano sin un peso en el bolsillo a Paraguay, decidida a traer de regreso a Catriel. Lo encontró y lo trajo esa misma noche. Estábamos todos preocupados porque no sabíamos nada de ella”, contaron. Manuel (18) fue el último en regresar y, sin dudas, su llegada a la familia significó un giro muy importante. “Manuel se fue a vivir a Puerto Esperanza desde muy chico con una tía porque él quería estudiar y esa era la única manera. Es el único de los hijos de María que tiene estudios primario y secundario. Es militante de la Iglesia Evangélica… tiene las ideas muy claras, no parece un chico de su edad. Manuel es quien logró contener a Juan, que ahora ya no tiene esos ataques que desestabilizaban a toda la familia”, destacó Ripoll. Por iniciativa propia, desde este miércoles, María asiste a la escuela nocturna junto a su hija Ana y sus hijos Juan y Catriel.





Discussion about this post