L.N. ALEM. La historia resulta insólita por donde se la mire, ya sea porque los delincuentes hurtaban cerveza de manera caricaturesca, en “puntas de pie” y mientras el sereno dormía a centímetros del lugar, o porque uno de los malvivientes resultó ser hermano del dueño del local siniestrado y otro primo, ni más ni menos.Digno del guión de una comedia, el increíble caso sucedió durante la madrugada de ayer y cuenta con otra arista reveladora: el hermano detenido, la “oveja negra” de la familia, era empleado del hermano comerciante, que desde hace un buen tiempo venía denunciando la desaparición de mercadería de su almacén.El hermano ladrón, un primo de ambos y un tercer sospechoso fueron detenidos por una patrulla de la comisaría de Alem, cada uno con una botella de cerveza en la mano, y quedaron a disposición del Juzgado de Instrucción 5, a cargo de la magistrada Selva Raquel Zuetta, que ahora debe definir sobre la “tragicomedia” familiar.La sangre de tu sangreTodo comenzó alrededor de las 00.30 de ayer en una verdulería que también funciona como almacén emplazada sobre la avenida Libertad, a unas dos cuadras de la cooperativa de nombre homónimo, en Alem.En ese lugar, como todas las noches, un sereno hacía las veces de seguridad para evitar que malvivientes se roben los cajones de madera y otros tantos elementos que suelen quedar afuera en negocios de este rubro. Sin saberlo, el vigilador estaba siendo vigilado por tres pares de ojos.Quizás sabiendo que el hombre era fácilmente vencido por el sueño, el oscuro trío aguardó hasta el momento justo en el que el sereno se durmió en su sillón, sobre la vereda y a poco más de un metro de la puerta de acceso de la verdulería.Entonces, en “puntas de pie” y como si se tratara de un dibujo animado, el primero de los ladrones salió de su escondite, caminó lentamente, abrió la puerta del local y caminó hasta un freezer, de donde extrajo una botella de cerveza.El accionar -propio de una escena de “El Chavo del Ocho”- se repitió otras dos veces, una por delincuente. Todo ante las narices del sereno, que seguía “mirando para adentro” sin sospechar nada, víctima de un profundo sueño.Tratando de no hacer ruido, los delincuentes -cada uno con una botella llena del frío y recomponedor elixir dorado en sus manos- se alejaron lentamente de la escena, sin percatarse de que habían sido descubiertos por una patrulla de la Policía, que los detuvo a las pocas cuadras. Enseguida, los tres fueron a parar a la comisaría sin todavía haber alcanzado a saciar su sed.En ese lugar, como se suele realizar comúnmente, los policías se comunicaron telefónicamente con el dueño de la verdulería para contarle lo que había sucedido. “¡Qué bien! No es la primera vez que me faltan cosas”, le reveló el comerciante a los uniformados, y enseguida quiso saber quiénes eran los que le habían quitado el sueño más de una vez. “Sí, señor. Los detenidos son…”, y el policía de guardia lanzó los nombres de los apresados sin imaginar la respuesta del otro lado de la línea: “¡Pero…! ¡Pero…! ¡Pero ese es mi hermano!”, alcanzó a decir el verdulero, todavía sorprendido.El dueño del comercio, de 37 años, descubrió que además de su hermano, de 23 y que trabajaba para la verdulería, también era parte del hecho un primo de ambos, de la misma edad. El otro cómplice tiene 18.Hecha la denuncia correspondiente y al tratarse de un hecho de hurto, los tres fueron liberados, aunque supeditados a la causa. En la zona, en tanto, dicen que el verdulero decidió terminar la relación con su hermano. Y también con el sereno, al que intentó contarle lo que había sucedido antes de avisarle que prescindiría de sus servicios, pero no pudo hacerlo: cuando llegó, todavía no había despertado.





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