JARDÍN AMÉRICA. “Si veinte años no es nada”, como cantaba Carlos Gardel, qué puede decirse de un niño que en sólo siete sufrió la pérdida de su padre, como consecuencia de una larga dolencia, y presenció, en vivo y en directo, el asesinato de su madre.El asesinato conmovió a la provincia. Sucedió el domingo 13 de enero pasado, en un camino vecinal de Colonia Naranjito, distante a unos 25 kilómetros de Jardín América, pero el cuerpo de Liliana Elizabeth Falcón (40) fue hallado siete días después.El coraje y la valentía de este pequeño permitió el esclarecimiento del crimen y la detención del criminal, su padrastro.Hace un par de semanas relató, en un testimonio conmovedor como escalofriante en Cámara Gesell, detalles de su vida y sobre todo, la manera en que Santiago, su padrastro, degolló a su madre y la escondió en medio de un pinar.“La tumbó en el suelo y le cortó; mamá primero gritó y después se calló”, habría dicho ante dos peritos psicólogas del Cuerpo Médico Forense que viajaron a Puerto Rico para realizar la Cámara Gesell.Al otro lado del vidrio, sin que el nene pudiera verlo, el juez Osvaldo Rubén Lunge, quien subroga el Juzgado de Instrucción 1, seguía atentamente las alternativas del procedimiento.Entre otros detalles de su corta y sufrida existencia, el niño contó que “a los cuatro años se murió papá, estaba enfermo pero no sé de qué”, habría expresado.Esta vez, al contrario del primer intento de declaración testimonial, no se quebró. Dio cátedra de valentía, con una claridad que asombró a propios y extraños.La vida fue aún más dura tras la muerte de su padre. Prácticamente todas las noches observaba cómo su padrastro, hoy detenido, golpeaba sin piedad a su madre.El pequeño recordó un episodio en particular. Fue una noche en que el hombre tenía a su madre en el suelo, con las manos presionándole el cuello, mientras gritaba que le “pidiera perdón”.Él percibió que la madre comenzaba a morir y se lanzó contra los brazos del agresor, posibilitando que soltara a la mujer.Ella recuperó el aire con muchísima dificultad y efectivamente, le pidió perdón.Episodios como ese eran habituales, sucedían en forma diaria delante de los ojos de los hermanitos de dos y siete años.Harta de tanto sufrimiento y maltrato, Liliana Elizabeth decidió abandonar a su pareja.En Cámara Gesell, el pequeño afirmó que la separación de hecho se produjo uno o dos días antes del homicidio.El domingo 13 de enero, Santiago se fue a la casa de Líder, el hijo mayor de su ex pareja.Allí la convenció para ir a visitar a una prima. Los cuatro partieron rumbo a ese domicilio. El nene contó que él rápidamente se percató que no era el camino que realizaban siempre, porque nunca antes había visto el pinar que debieron sortear.“Mamá llevaba a mi hermanito en brazos”, recordó. De repente, el padrastro comenzó a gritar y a insultarla, “la tumbó en el suelo y le cortó; mamá primero gritó y después se calló”.El crimen era un hecho. En su relato, el menor reiteró en varias ocasiones que tenía “mucho miedo” de que el padrastro lo matara, porque él había visto todo lo que ocurrió.Sin embargo, no sucedió. Al otro día, es decir el lunes 14 de enero, el criminal y los dos chicos llegaron a la casa de Carlos, un vecino de General Urquiza. Allí Santiago esgrimió la excusa de que su esposa lo había abandonado por otro y que necesitaba un lugar donde quedarse, hasta que consiguiera trabajo.El campesino, de corazón abierto para la bondad, le dio albergue. Días después, el criminal abandonó la propiedad con la excusa de ir a buscar trabajo. No regresó.Desde ese momento, el niño de siete años no se cansó de repetir al dueño de casa que su padrastro había matado a su madre.El domingo 20 de enero, cansado de tanto escuchar esa versión, el agricultor tomó sus únicos 30 pesos y viajaron a ver si era cierto. Lamentablemente, lo era. LíderLiliana Elizabeth Falcón (40) era madre de tres hijos. El mayor, de 19 años, se había independizado y vivía en Naranjito.El día en que decidió abandonar a Santiago, su pareja, buscó refugio y protección en casa de su primogénito, harta de las golpizas a la que era sometida.Partió junto a sus dos hijos, en busca de paz. Y parecían haberla encontrado en el domicilio de Líder, como decidió llamar a su primer hijo.Una fuente del caso confesó a PRIMERA EDICIÓN que “verdaderamente es un líder para sus hermanitos. Es impresionante como ninguno se separaba de él, lo seguían a todos lados”.Los chicos, de dos y siete años, permanecen con Líder en el paraje Colonia Naranjito. Reciben ayuda del municipio de Jardín América y en las próximas horas serían visitados por organizaciones sociales, trascendió.





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