ROSARIO (Medios digitales). La sonrisa contrasta con su mano alzada, amenazante, con la que empuña una pistola. Parece parte de un juego. Maximiliano Rodríguez (26, alias “El Quemadito”), está rodeado de amigos. Bromean retratándose en una pose con estilo mafioso, una forma de vida que el martes último derivó en su asesinato. En un extenso informe, el diario Clarin reveló ayer la trágica y siniestra historia de “Quemadito”, a quien mataron de un balazo en la cabeza, a plena luz del día y en una de las avenidas más transitadas de Rosario. No estaba solo: lo acompañaba su novia, una modelito de 19 años que ahora fue detenida. La acusan de encubrimiento y de participar de una asociación ilícita dedicada al narcotráfico.En algo más de un año esta chica, Sofía Laffatigue, presenció tres ataques a balazos contra su novio. El terminó herido en los dos primeros -parte de una seguidilla de venganzas entre narcos-, pero no sobrevivió al último. Ella siempre salió ilesa. En el departamento que compartía la pareja, a metros del lugar donde ejecutaron al joven –en la avenida Pellegrini–, la Policía encontró una pistola calibre 22 cargada con cinco balas y unos 1.600 pesos en billetes de baja denominación, que para el juez Javier Beltramone son de venta de estupefacientes. Pero además se secuestró documentación que revelaría un circuito de comercialización de drogas. “Hay una lista de búnkers y se puede advertir la línea que sigue el negocio de la droga”, explicaron ayer en los tribunales de Rosario.“Dos más dos es cuatro”Entre alquiler y expensas, Sofía -que hacía promociones como modelo- y “El Quemadito” pagaban unos 7.000 pesos mensuales por su departamento. Sin ingresos legales suficientes, el juez cree que es imposible que no vivieran de otras actividades. “Dos más dos es cuatro”, apuntó Beltramone. Por eso, al juez no lo sorprendió la falta de respuestas de Sofía -a la que ordenó detener el jueves-, que al día siguiente fue llevada a Tribunales. Su novio era hijo de Sergio “El Quemado” Rodríguez -hoy preso- quien ganó fama robando viviendas, comercializando drogas y hasta ocupando la jefatura de la barra brava de Newell’s. A fines de 2011, una banda rival intentó asaltar un kiosco de venta de drogas que le pertenecía. Como venganza, el 29 de noviembre su hijo, “El Quemadito”, hirió a balazos al supuesto responsable, Facundo Osuna. Le pegó 8 tiros a quemarropa. Gente del entorno de Osuna intentó vengarse. El 31 de diciembre de 2011, atacaron a tiros al “Quemadito” cuando iba en su BMW junto a Sofía y a una amiga.La modelito recibió enseguida la ayuda de algunos policías que se comunicaron con el padre de su novio, el primer indicio que hubo de la conexión entre narcos y oficiales de la Fuerza provincial. “El Quemadito” fue a parar al hospital y “El Quemado”, tras pasar por allí a chequear su estado de salud, salió a vengarlo. En la madrugada del 1° de enero de 2012, fue con su banda hasta el barrio de Villa Moreno y, en una canchita de fútbol, asesinó a quienes creyó autores del ataque. Pero se equivocó: eran tres militantes sociales que nada tenían que ver. “El Quemado” terminó preso por este triple crimen y tres policías, por encubrirlo. “El Quemadito”, en tanto, fue detenido por el ataque a Osuna. Al joven le imputaron un intento de homicidio, pero insólitamente en diciembre último la Justicia le cambió la imputación a “lesiones graves” (delito mucho más leve) y fue liberado. “El Quemadito” salió de la cárcel el 28 de diciembre de 2012. Pero la tranquilidad le duró un mes. El 27 de enero pasado, frente al domicilio de los familiares de Sofía y en presencia de ella, le dieron otro aviso de que no se olvidaban de él: lo balearon en las piernas.En Villa Moreno se había instalado la versión de que el muchacho estaba intentando sus propios negocios, olvidando los acuerdos con otra banda dedicada desde hace años a la venta de drogas en Rosario. Por este motivo, o algún otro -el prontuario del “Quemadito” incluye denuncias que van desde golpear a su madre hasta matar a un ex empleado de seguridad de Newell’s, el martes último lo volvieron a atacar. Salía de su casa con Sofía, caminando con muletas por los tiros recibidos, cuando le pegaron un balazo en la cabeza. La Justicia aún no tiene indicios claros de quién lo mató. Ni siquiera cuenta con pistas firmes. La mecánica indica que dos sicarios participaron del plan para eliminarlo, a las seis de la tarde en el macrocentro rosarino. Uno lo distrajo y el otro le apoyó el revólver en la cabeza y lo ejecutó. “Es un mensaje mafioso. Dirigido a quién, no sé. Pero estamos hablando de una ejecución mafiosa. Fueron personas que han contado con información, tecnología y capacidad operativa que demuestra que estamos frente a una especie de criminalidad organizada”, resumió ayer el juez Beltramone, a cargo de la investigación. Lo que todos tienen claro es que la muerte lo estaba buscando desde hacía tiempo. Y que esto continuará.





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