La recesión que atraviesa la economía argentina está golpeando con fuerza las arcas de los municipios misioneros, que dependen en gran parte de los recursos coparticipables y de una recaudación propia que se desploma junto al consumo. En ese escenario, los pedidos de ayuda económica a la Provincia se multiplican: en los últimos meses se registraron cerca de 30 solicitudes de Aportes No Reintegrables (ANR) -equivalente a los ATN nacionales-, un número que iguala la cantidad de pedidos acumulados en los 18 meses previos.
“En pocos meses recibimos más pedidos que en el año y medio anterior”, admitió un funcionario del Gobierno provincial, que describió con preocupación el creciente deterioro financiero de los gobiernos locales. “El principal argumento es el desequilibrio financiero que padecen”, explicó. Hay otros casos que lo solicitan por emergencias, como el caso de Alem, que tuvo cuatro tormentas que causaron graves daños en menos de dos años.
Hasta hace poco, los municipios recurrían a estos fondos extraordinarios para afrontar gastos puntuales: alguna obra de infraestructura, una emergencia climática o la compra de maquinaria pesada. Pero hoy la realidad cambió: los intendentes piden los ATN para cubrir gastos corrientes, funcionamiento e incluso, en algunos casos, salarios. “La suba permanente del combustible choca con los mismos recursos de siempre. Los municipios grandes aún tienen algo de recaudación, pero los más chicos dependen casi al cien por ciento de la coparticipación”, explicó otro funcionario.
El panorama es cada vez más incierto, y la gran preocupación que se cierne sobre los intendentes es el pago del aguinaldo de diciembre. “Se está consultando con provincias vecinas y con intendentes de otras jurisdicciones porque la situación se repite en todo el país”, confió una fuente de la Rosadita.
Incluso con dos elecciones durante el 2025, los intendentes echaron mano poco y nada a las cajas propias. Muchos jefes comunales intentaron estirar los fondos que repartió la Provincia en la semana previa a las elecciones. Pero no movió la aguja, ni para las elecciones ni para el gasto municipal.
La motosierra llegó
El 21 de octubre, el último reporte difundido por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) indicó que la probabilidad de que la economía argentina ingrese en recesión se ubicó en 98%. Pero en los pueblos, en los barrios, y en los pequeños municipios, la recesión ya es una realidad.
Hace un mes, el intendente de Campo Grande, Carlos “Kako” Sartori, advirtió en FM 89.3 Santa María de las Misiones que la “motosierra” aplicada por el Gobierno libertario repercutió de lleno en las finanzas locales. “Un 50% es la reducción en los ingresos coparticipables que deberíamos estar percibiendo”, dijo. Esa caída -señaló- impacta en todas las comunas y se traduce en menos obras, menos servicios y menos capacidad para cumplir con las obligaciones salariales.
En Leandro N. Alem, el jefe comunal, Matías Sebely, calculó en más de mil millones de pesos la pérdida de ingresos en lo que va del año. “Los costos se dispararon un 50%, tuvimos que reestructurar el presupuesto para cumplir con lo esencial”, sostuvo.
También en Aristóbulo del Valle, el intendente Juan José Mac Donald estimó que la merma ronda el 50%. Sin embargo, destacó que las medidas de austeridad implementadas -como la reducción del gasto político y la decisión de no incorporar personal- evitaron un colapso mayor. “La caída repercute en todo el funcionamiento de la Municipalidad”, admitió.
Unos días antes, el jefe comunal de Campo Ramón, José Luis Márquez Da Silva, encendió las alarmas al reconocer públicamente que no sabe si podrá pagar el aguinaldo de diciembre. “Hoy no nos alcanza lo que cobramos de coparticipación ni lo que recaudamos en impuestos. Tengo más de 400 millones afuera en deudas, pero en una población rural es imposible cobrar más”, lamentó.
Solo en combustible, el municipio gasta entre 25 y 30 millones de pesos por mes, un insumo indispensable para mantener en funcionamiento ambulancias, vehículos sociales y maquinaria vial. “Tengo una masa salarial de 80 millones y para el 9 de diciembre necesito 120 millones. No sé cómo vamos a pagar el aguinaldo”, reconoció con crudeza.
Hace pocos días, en entrevista con FM 89.3, el intendente de Cerro Azul, Gaspar Dudek, también se refirió al tema: fue contundente sobre la baja de la recaudación municipal y también comparó que “hace un año y medio, el combustible valía una tercera parte de lo que vale ahora. Para mí la caída real fue mucho más” de lo estimado. “La recaudación está complicada. Cayó muchísimo”, reconoció.
Ajuste nacional, impacto local
El contraste entre el voto de confianza que buena parte del electorado misionero otorgó al modelo libertario en las elecciones del 26 de octubre y las dificultades que ese mismo modelo genera en la economía provincial se hace cada vez más visible.
Los intendentes, que convivieron durante años con presupuestos ajustados pero previsibles, hoy se enfrentan a un cuadro nuevo: una Nación que recorta transferencias, un consumo en caída libre y un costo de vida que no da tregua.
En este contexto, los pedidos de auxilio financiero a la Provincia no son solo una señal de emergencia: son el reflejo de una crisis estructural que golpea desde abajo hacia arriba. Mientras los jefes comunales intentan cerrar sus cuentas sin paralizar servicios esenciales, crece la paradoja de un país que eligió el ajuste como camino, pero que ahora ve cómo ese ajuste deja sin margen a sus propios gobiernos locales.





