Este viernes se cumplen 50 años del lanzamiento de “Bohemian Rhapsody”, el tema con el que Queen transformó para siempre la historia del rock.
Publicada como adelanto de su cuarto disco de estudio, “A night at the opera”, la creación de Freddie Mercury deslumbró al público y desconcertó a la industria por su formato inusual: una pieza de casi seis minutos sin estribillo, dividida en seis partes que mezclaban ópera, balada y rock pesado.

A pesar del escepticismo de la discográfica EMI, que quería recortar el tema para hacerlo más “comercial” (algo a lo que Mercury se negó rotundamente), la canción fue número uno durante nueve semanas en el Reino Unido y vendió más de un millón de copias.
Freddie Mercury concibió la canción como una “ópera rock”, donde distintas voces y estilos convivieran dentro de una misma historia. La grabación fue una proeza técnica, dedicando tres semanas solo a las voces, con entre 160 y 200 pistas superpuestas grabadas por Mercury, Brian May y Roger Taylor.
Sin sintetizadores ni orquesta, el sonido monumental se construyó a fuerza de guitarras, piano y armonías humanas.
El video, filmado en apenas cuatro horas, marcó otro hito al ser el primer videoclip concebido como obra artística, estableciendo un legado inalterable para las generaciones futuras.








