La actividad tealera de Misiones atraviesa semanas de incertidumbre antes del inicio formal de la zafra 2026. A la inestabilidad del dólar, que complica la actualización del precio, se suman factores climáticos que ya generaron un fuerte retraso en la cosecha. En varias zonas, los secaderos todavía no iniciaron la recepción de hoja y los productores temen una campaña con menor rendimiento.
Durante la temporada pasada, la zafra 2025 había comenzado con advertencias de los colonos ante un posible esquema de pagos diferidos. Muchos secaderos aplicaron cheques a 90 días, en medio de un contexto inflacionario que deterioró los ingresos rurales. Esa tensión económica, impulsada por las políticas “antieconomías regionales” del Gobierno nacional, sumada al incremento de costos y la pérdida de fertilidad de los suelos, dejó huellas que hoy condicionan el nuevo ciclo productivo.
Demoras y brotación afectada
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el productor e integrante de la Federación Agraria y de la Comisión Provincial del Té (CoProTé), Fabián Laban, explicó que en la zona centro y norte la recolección aún no empezó.
“En San Vicente, Dos de Mayo y alrededores no arrancó la cosecha. Aparentemente, la semana que viene algunos secaderos van a hacer prueba de cosecha, porque hay muy poquito. El ataque de ácaros y la poda tarde de este año retrasó la cosecha”, sostuvo.
El referente detalló que los fríos de las últimas semanas profundizaron el retraso de la brotación. “El frío ayudó a que brote más tarde el té. El ataque de ácaro es un factor causado por el frío. Cuando hace frío, el ácaro ataca a la brotación. Entonces, como quien dice, se unieron las dos cosas. Y la pérdida fue un retraso de 20 a 30 días la cosecha del té”, señaló.
Según explicó, la consecuencia directa será una merma en la cantidad de cortes posibles durante el año. “Es muy probable que no podamos llegar a la cuarta cosecha este año debido al retraso de la primera. Si no llega la cuarta cosecha, ahí es un problema muy complicado para el productor”, advirtió Laban, al comparar el impacto que tendría sobre la rentabilidad. En ese sentido, recordó que “el té se divide por cuatro cosechas”, lo que permite distribuir los costos de producción.
“No es lo mismo dividir mil pesos en cuatro que en tres, porque el gasto por cosecha aumenta. Ese es el problema real que tenemos los productores”, resumió.
El peso del dólar y el precio
El referente de la CoProTé señaló que todavía no hay definiciones sobre un nuevo precio, que por ahora se mantiene en 95 pesos por kilo de brote verde, equivalente a los 0,74 centavos de dólar fijados en la última reunión de la comisión. “El dólar tuvo un aumento, pero estamos a una semana de las elecciones y no tiene mucho sentido modificar el precio ahora”, explicó.
A su entender, “habría que esperar unos cinco días después de las elecciones para tomar una decisión sobre el dólar”.
Laban agregó que una eventual devaluación obligaría a revisar los valores oficiales: “Si sube el dólar se volverá a fijar otro precio y si baja, muy difícil que baje, pero habrá que analizarlo”.
Desigualdad productiva
Desde otro punto de la provincia, el productor y exreferente sectorial Cristian Klingbeil advirtió que el inicio del acopio es desigual. “El té empezó en la zona de Oberá, Campo Viera y Alem, pero empezaron los grandes, los que tienen espalda para fertilizar los teales”, señaló. Según describió, las empresas más consolidadas iniciaron los primeros cortes gracias a su capacidad para aplicar insumos y acaricidas.
“Los demás, los productores chicos todavía están atrasados. Se está viendo ese ataque de ácaros y el problema del frío, pero también la falta de fertilización. Las plagas cada vez se vuelven más potentes porque tenemos plantaciones anémicas”, aseguró Klingbeil.
El dirigente apuntó que la falta de inversión en el suelo agravó el panorama. “La recomposición de nutrientes no se está haciendo como se debería. Lo pueden hacer algunos, y esos son los grandes, los que tienen otra variable de ajuste. Cuando bajan el precio o estiran los plazos de pago, el ajuste lo paga el productor”, cuestionó.
Además, destacó que los secaderos ya no ofrecen el respaldo financiero que en otros años permitía sostener la actividad. “Hasta hace dos años el secadero te proveía insumos y te descontaba cuando entregabas la producción. Ahora, los secaderos están igual de muertos que los colonos, tampoco tienen espalda para darte fertilizante”, explicó.
La consecuencia, según Klingbeil, es un proceso de empobrecimiento que golpea a toda la cadena. “El productor común no puede fertilizar. Ya el año pasado muchos no estaban aplicando herbicidas, se manejaban con machete o motoguadaña, con costos altísimos. Hoy la situación está peor”, resumió.
El impacto en el comercio
El deterioro económico también alcanzó a las agropecuarias. Klingbeil ejemplificó con el cierre reciente de un local de insumos en la zona centro. “Cerró una sucursal de una agropecuaria en Oberá porque la venta es un desastre. Las agropecuarias no traen nada, trabajan con lo mínimo”, comentó.
La falta de acceso a insumos y el encarecimiento de los costos agrarios generan una cadena de consecuencias: menor fertilización, pérdida de rendimiento y caída de ingresos.
“Hoy, los secaderos que entregan abono para el té, te fijan una relación de más de seiscientos kilos de brote por cada bolsa de cincuenta kilos de fertilizante. Antes, con mil kilos de té comprabas doscientos kilos de abono. Imagínate cómo se vino abajo”, ejemplificó.





