La licenciada en criminalística, Andrea Strocen Schelske, integrante de la Policía provincial, fue una de los seis testigos que ayer declararon ante el Tribunal Penal 1 de Posadas en el juicio por “homicidio agravado por el vínculo” a Nelson Orlando De Menes, albañil de 51 años acusado de matar a golpes a su madre, Elsa Díaz (68), crimen ocurrido entre la noche del sábado 9 y madrugada del domingo 10 de febrero de 2019 en el barrio 2 de Febrero de Candelaria.
La perito de la fuerza de seguridad recordó su labor puntual en el predio de la calle Uruguay casi Corrientes de Candelaria. Remarcó, entre los puntos que le llamaron la atención, que “De Menes no colaborara para abrir el depósito” a un costado de la casa donde fue hallada su progenitora sin vida. “Me enojé porque hasta las 5 de la tarde no se pudo abrir el depósito. De Menes no encontraba las llaves de ese lugar y lo hizo cuando le insistieron los investigadores policiales”.
Cuando se pudo abrir, los peritos hallaron el televisor y una garrafa que De Menes había asegurado faltaban de la casa, apuntando a que hubo un robo vinculado a la muerte violenta de su madre.

Respecto a los elementos hallados la licenciada destacó que sobre la mesa en la casa de Díaz había una billetera con dinero en efectivo, lo que junto al orden y limpieza que predominaban en el hogar llamaba su atención: “Generalmente cuando se trata de un robo hay desorden y ninguna ventana o puerta habían sido forzadas tampoco. Estaba todo ordenado y limpio, solo las huellas de pisadas con barro que apuntaban al depósito se notaban”.
“Tampoco había olor raro”, afirmó ante la consulta del fiscal del TP-1, Martín Alejandro Rau. Vale señalar que el martes durante su declaración, De Menes aseguró que regresó el domingo a las 8 de la mañana a su casa, que había dormido en la casa de un vecino, y que apenas abrió la puerta salió corriendo a pedir ayuda a una vecina policía por el “fuerte olor que no soportaba”.
Esa vecina declaró ayer también junto a su pareja. Se trata de una oficial de la Policía provincial quien remarcó encontrar “todo impecable en la casa de Elsa, piso, cama, no había olor a nada feo, las ventanas abiertas y ella estaba fría sobre la cama, tendida prolijamente”.
Los testigos restantes, un hermano de Elsa Díaz y su esposa, ambos de Santa Ana, solo explicaron cómo se enteraron de lo sucedido y que no tenían sospechas que entre el acusado y la víctima existieran problemas que hicieran prever un incidente y menos el desenlace fatal.
Hoy, para la tercera audiencia del debate que finalizaría el próximo martes en la sala de calle La Rioja en el centro posadeño, se aguarda que expliquen su participación peritos del Cuerpo Médico Forense y los restantes de la Policía Científica.
El juicio está presidido por la jueza Viviana Gladis Cukla, vocales Gustavo Arnaldo Bernie y Miguel Ángel Faría (subrogante).
De Menes cuenta con la defensora oficial Celina Silveira Márquez al frente de sus derechos.
El encartado enfrenta la calificación de “homicidio agravado por el vínculo”, previsto en el artículo 80, inciso 1, del Código Penal Argentino, con prisión perpetua como una salida condenatoria.

De acuerdo a las pericias puntuales, Elsa Díaz fue asesinada de un golpe en la cabeza con algún elemento contundente que le provocó un traumatismo encéfalo craneano a las 0.30 del domingo 10 de febrero de 2019, poco menos de ocho horas antes que su hijo (y acusado) alertara que la había encontrado en ese estado.
Las dudas que evidenció De Menes, también ante los investigadores de la Dirección Homicidios, aceleraron el pedido para allanar un depósito de mampostería y madera en el predio de la vivienda de la víctima.
Allí, además del LED de 21 pulgadas y la garrafa de diez kilogramos de la cocina de Díaz, también fueron secuestrados un martillo o maza chica de hierro, dos mangos de madera y un cortahierros de quince centímetros de largo. Además, se halló un par de zapatillas, reconocidas como propias por De Menes con rastros de barro que enlazaron a que durante la noche había llovido. Estado climático que el martes el acusado ratificó ante los jueces mencionados.
En la habitación de Díaz y en el resto de su casa se encontraron pisadas que coincidirían con esta evidencia. La puerta del depósito no estaba forzada, por lo que se descartó que quien robó y mató hubiera ocultado el botín en ese lugar sin tener la llave.





