Para Gabriela Celano, el paisaje misionero no es solo un motivo pictórico: es una declaración de amor y un compromiso. Nacida en Posadas, creció rodeada de ese verde inconfundible, del rojo intenso de la tierra, del sonido de los saltos de agua y del canto de las aves que pueblan la selva. Con los años, esos colores y sensaciones se transformaron en su materia prima más valiosa.
Su herramienta principal es la pintura. Óleo sobre lienzo, óleos transparentes, temple y acrílicos profesionales son sus aliados para construir escenas donde la naturaleza de Misiones se despliega con toda su fuerza y delicadeza. Elige materiales de calidad porque, para ella, el soporte y la técnica son parte del mensaje: si su objetivo es dejar registro del paisaje actual, quiere hacerlo con la solidez que permita que esa imagen perdure.
Pero Gabriela no se limita a los métodos clásicos. Su curiosidad la llevó a incursionar en la realidad virtual y en formatos de arte mixto, creando experiencias inmersivas en las que el espectador no solo contempla el paisaje, sino que puede “entrar” en él. Esta exploración tecnológica no reemplaza a la pintura tradicional, sino que la expande: son dos caminos que conviven y se retroalimentan, unidos por el mismo deseo de mostrar al mundo la riqueza visual de Misiones.
Consustanciada con su entorno, Gabriela entiende que la naturaleza cambia, que los paisajes se transforman, que hay escenarios que quizás no sean los mismos dentro de unas décadas. Esa conciencia la impulsa a registrar el presente, a capturar lo que ve hoy para que, en el futuro, otros puedan contemplarlo tal como es ahora. Su obra, en ese sentido, tiene también un valor documental.
En sus lienzos, la vegetación se vuelve casi táctil, los cursos de agua transmiten movimiento, la luz se filtra con matices que solo alguien que ha observado mucho tiempo puede reproducir. Hay en su pintura un equilibrio entre la fidelidad al entorno y la interpretación personal: no es fotografía, no es copia, es pintura viva que respira el mismo aire que el paisaje que representa. Su trabajo se inscribe en una tradición de artistas que han encontrado en el lugar donde viven una fuente inagotable de inspiración. Sin embargo, Gabriela le suma un rasgo propio: una intención clara de trascender fronteras. Quiere que Misiones sea conocida en todo el mundo a través de su paisaje único. Quiere que quien contemple sus obras, esté donde esté, pueda sentir algo de la humedad del monte, el rumor del agua o la inmensidad del cielo rojo al atardecer.
Tal vez esa sea la mayor fuerza de su arte: no se queda en la belleza decorativa, sino que persigue un propósito mayor. En cada cuadro hay un testimonio, una invitación y una advertencia: este es el paisaje de hoy, así lo vemos, así lo sentimos. Que quede registrado, que sea admirado y, sobre todo, que sea cuidado.
Claudia Olefnik
Artista plástica
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