La campaña “Pan sin veneno” se afianza en toda la provincia, impulsada por un movimiento de pequeños productores quienes se vienen alzando contra la introducción del trigo transgénico HB4 y proponen alternativas concretas desde la producción agroecológica.
“A diferencia de lo que se cree, Misiones tiene un buen clima para producir trigo de muy buena calidad; lamentablemente el principal problema que enfrentamos es que no tenemos molino para procesarlo; por lo tanto, las experiencias y los procesos locales todavía son incipientes, manuales y muy a pulmón”, explicó a PRIMERA EDICIÓN el pequeño productor Antonio Da Silva Barboza, residente del paraje Santa Cruz del Monte (San Pedro), quien hizo de su chacra “un espacio de resistencia”.
“Con el aumento de las enfermedades que estamos viendo, las personas tendrían que empezar a pensar distinto, porque la vida es mucho mejor cuando el alimento que se ingiere no tiene procesos químicos”, señaló sobre la postura productiva y de vida que adoptó cuando aún era un niño.
Desde su parcela, el hombre trabaja con semillas criollas de trigo y otros granos, ensaya técnicas de cultivo sin pesticidas y forma parte de redes comunitarias de panificación en las que se comparte no solo el producto final, sino también la reflexión sobre lo que significa comer “sin veneno”.
“Plantamos el trigo en invierno, porque en esa temporada las malezas no son una preocupación; lo mismo con la avena, que son brotes para el invierno, crecen rápido y no dan lugar a los yuyos. No se necesita ponerle nada al trigo para que crezca bien. Los únicos riesgos que afrontamos son las heladas porque las pueden castigar mucho”, contó el hombre sobre el día a día.
A principio de esta temporada, Da Silva Barboza recibió 120 kilos de semillas nativas de tres variedades; la mitad de esas semillas provino del programa “Pan sin veneno” y el resto eran propias; alcanzó para sembrar alrededor de una hectárea y por lo que estimó su chacra rendirá alrededor de dos mil kilos del producto.
“De las semillas que me entregaron, el trato es que yo devuelva 90 kilos de ellas para que cada vez haya más colonos plantando y la red se extienda”, remarcó sobre la metodología del novedoso programa.
En Paraguay
La campaña “Pan sin veneno” nació en Paraguay en 2022 y luego se extendió a distintos países de la región. El movimiento denuncia los impactos potenciales de la liberación del trigo HB4, modificado genéticamente para resistir el glufosinato de amonio.
“Lo sabrán decir mejor los expertos, pero el trigo transgénico resiste hasta el glifosato y el daño que produce en nuestro estómago es así de tremendo”, argumentó Da Silva Barboza sobre su resistencia y la de otros campesinos al trigo modificado.
En ese sentido, el colono contó que desde su puesta en marcha en Misiones, el movimiento se planteó la consigna de defender “el pan como alimento básico”.
En San Pedro, Barboza ya había recogido ese mensaje en su hogar paterno, donde era tradición plantar trigo para hacer su pan.
No obstante, para el colono el debate es más que técnico: “Lo que está en juego es la soberanía alimentaria: quién decide qué se cultiva, cómo se produce”, dijo.






