La salud de una economía puede medirse en los lugares más insospechados, y el consultorio odontológico es uno de ellos. En Misiones, la actividad funciona como un termómetro sensible de la realidad de los asalariados: cuando el bolsillo aprieta, la atención bucal es uno de los primeros gastos que se postergan. Este fenómeno, sumado a la particularidad de ser una provincia fronteriza, puso a los profesionales del sector en una situación de alerta.
“Venimos complicados. Si bien se consiguen insumos y los precios se estabilizaron, dependemos mucho del asalariado, y eso se nota”, admitió sin rodeos el Dr. Óscar Quagliozzi, vicepresidente del Colegio de Odontólogos de Misiones, en diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones y describió un escenario de demanda fluctuante, con picos de trabajo a principio de mes que se desvanecen a medida que los sueldos se agotan. “No escapamos de la situación económica nacional”, resumió.
La frontera: una competencia imposible
Como si la crisis interna fuera poco, la geografía impone un desafío adicional. La marcada devaluación del peso argentino frente al real brasileño y el guaraní paraguayo convirtió a las ciudades fronterizas como Foz do Iguaçu o Encarnación en destinos atractivos para los misioneros que buscan atención odontológica a menor costo.
“La disparidad de nuestra moneda hace que en localidades como Iguazú o Irigoyen muchos recurran al lado brasilero”, explica Quagliozzi. Lo mismo ocurre en Posadas con la cercanía a Encarnación. Si bien el profesional advierte sobre las diferencias en la calidad de los materiales o los protocolos de tratamiento que el paciente a menudo desconoce, reconoce que “la situación económica empuja a optar por lo más barato, cerrando los ojos y yéndose a otro lado”.
Frente a esto, la estrategia de los odontólogos misioneros es la fidelización, basada en la calidad, la tecnología y, sobre todo, la atención personalizada. “En Misiones priorizamos la relación con el paciente, que no siempre es atendido por el mismo profesional en las grandes clínicas de Brasil, que funcionan más como empresas”, contrasta. A esta estrategia se suman facilidades de pago, convenios con tarjetas y financiación directa en los consultorios. En el 99% de los casos, adaptarse es la única forma de no quedar fuera del sistema.
¿Cuánto cuesta ir al dentista?
Para entender por qué muchos tratamientos se postergan, basta con mirar los costos. El Dr. Quagliozzi aclaró que no existe una lista de precios fija, ya que cada caso es único. “No es una panadería”, graficó y mencionó -a modo de referencia- que una consulta privada ronda hoy entre los 20.000 y 30.000 pesos. Un procedimiento común, como una extracción simple, puede costar entre 100.000 y 120.000 pesos, mientras que una intervención más compleja, como una muela de juicio retenida, puede superar los 200.000 pesos.
El vicepresidente del Colegio subraya que la consulta inicial es fundamental para un diagnóstico preciso y un presupuesto adecuado. “Un tratamiento de conducto no cuesta lo mismo si el diente tiene uno, dos o tres nervios; por eso no se puede dar un precio por teléfono”, insiste.
Obras sociales: una ecuación que no cierra
Otro frente de conflicto persistente es la relación con las obras sociales y prepagas. Los aranceles que abonan por las prestaciones están, según Quagliozzi, “muy desfasados respecto a los valores mínimos éticos”, calculados en base a rigurosos estudios de costos.
Esta brecha obliga a muchos profesionales a cobrar un “diferencial” para poder cubrir sus gastos operativos, una situación incómoda tanto para el odontólogo como para el paciente, que siente que su cobertura no es suficiente. “Incluso grandes prepagas pagan montos similares a los de obras sociales, lo que genera malestar”, señala.
La situación se agrava en el interior de la provincia, donde cooperativas importantes, como la tabacalera, acumulan atrasos en los pagos de “cuatro, cinco o seis meses”. Esto coloca a los odontólogos en una posición insostenible: “Terminan siendo financistas de las obras sociales para no dejar de atender a pacientes con los que tienen una relación de años”.
Salud pública: un sistema sobrecargado
La crisis no solo afecta a los consultorios privados. El corrimiento de la demanda tiene un impacto directo en el sistema de salud pública, que ve sus capacidades sobrecargadas. “Muchos tratamientos que antes se hacían en el sector privado hoy se derivan a salud pública, que recibe pacientes adicionales que normalmente no atendía”, advirtió Quagliozzi.
El resultado de este cóctel es preocupante y visible. “Lamentablemente, no estamos bien”, sentencia al evaluar la salud bucal general de los misioneros, especialmente en los sectores más vulnerables. El Colegio detecta con alarma una herencia de prácticas obsoletas, donde la extracción era la primera opción. “Vemos pacientes de 50 años con prótesis completas, mutilados dentariamente a edades tempranas. Hoy alguien de 60 sigue siendo joven, y la falta de dientes afecta la alimentación, la estética y la autoestima”.
La prevención, clave para revertir esta tendencia, también enfrenta obstáculos. Aunque desde el Colegio se impulsan campañas en escuelas, el financiamiento es cada vez más difícil. “Cuesta mucho. El apoyo de las grandes marcas ya no es tan fácil de conseguir y las campañas se vuelven costosas”, lamenta el vicepresidente.
En este contexto de prevención deficiente, Quagliozzi apuntó a una costumbre profundamente arraigada en la cultura local. “Es antipático decirlo, pero recomendamos no compartir el mate”, afirmó. La razón es sanitaria: “Hoy sabemos que bacterias de la boca vinculadas a las caries se han encontrado en infartos y otras lesiones sistémicas. El mate debe ser personal o, a lo sumo, compartido con alguien muy próximo”.
Con aproximadamente el 50% de los profesionales concentrados en Posadas y una distribución desigual en el resto de la provincia, la odontología en Misiones lucha por mantener su calidad y sostenibilidad. Un desafío que va más allá de la salud bucal y se convierte en un fiel reflejo de las complejidades económicas y sociales que atraviesa la región.




